El pasado día 5, terroristas islámicos irrumpieron en la iglesia católica de San Francisco, en el estado nigeriano de Ondo, y masacraron a más de 50 cristianos. En Nigeria, los musulmanes llevan años asaltando, disparando e incendiando iglesias. ¿Dónde está la indignación? ¿Dónde los hashtags en apoyo de los nigerianos cristianos. ¿Por qué esas vidas negras no importan? En la imagen (AFP, vía Getty Images), el piso de la iglesia de San Francisco, cubierto de sangre. |
El pasado domingo, 5 de junio, terroristas islámicos irrumpieron en la iglesia católica de San Francisco, en el estado nigeriano de Ondo, y masacraron a más de 50 cristianos que estaban pacíficamente rezando a su Dios. Las imágenes "mostraban a fieles en charcos de sangre mientras la gente se lamentaba a su alrededor", reportaba una crónica.
Por terrible que resulte esta matanza, solo es, como dice el dicho, "la punta del iceberg": en Nigeria, los musulmanes llevan años asaltando, disparando e incendiando iglesias. Aquí van solo tres ejemplos:
- Domingo de Resurrección de 2014 (20 de abril): terroristas islámicos incendiaron una iglesia atestada: 150 cristianos murieron y el número de heridos fue incalculable.
- Domingo de Resurrección de 2012 (8 de abril): terroristas islámicos colocaron explosivos en dos iglesias atestadas; murieron más de 50 cristianos y se desconoce el número de heridos.
- Día de Navidad de 2011: terroristas islámicos atentaron contra tres iglesias, a resultas de lo cual murieron 37 cristianos y 57 resultaron heridos.
De hecho, los cristianos de Nigeria están siendo purgados en un genocidio, al decir de varias ONG (v. aquí y aquí, por ejemplo). Cada dos horas matan a un cristiano en ese país africano. Según un informe de agosto de 2021, desde que empezara la insurgencia islámica, en julio de 2019 –primero a manos de la organización terrorista Boko Haram y posteriormente a las de los pastores fulanis, también motivados por la ideología yihadista, que les lleva a tomar las tierras cristianas (del "infiel")–, son más de 60.000 los cristianos que han sido asesinados en razias o secuestrados –sin que se vuelva a saber de ellos–. En el mismo periodo, unas 20.000 iglesias y escuelas cristianas han sido incendiadas y destruidas por musulmanes al grito de "Alahu Akbar" ("Alá es grande").
Hace menos de un mes, el Estado Islámico en Nigeria difundió un vídeo en el que se veía a varios de sus miembros asesinando a 20 cristianos. Aunque recuerda mucho al vídeo de 2015 en el que unos terroristas islámicos asesinaban a 21 cristianos coptos en Libia, ha recibido mucha menos cobertura mediática. Por su parte, el vídeo de los coptos recibió una sexta parte de la cobertura que se dedicó en aquel momento al abatimiento de un gorila. El vídeo de los cristianos nigerianos del último apenas se hizo un hueco en los medios occidentales, lo que sugiere que el masacramiento ritual de cristianos se ha convertido en algo tan habitual que no merece la pena informar de ello.
¿Dónde está el clamor? Cuando un australiano, Brenton Tarrant, atacó dos mezquitas y mató a 51 musulmanes en Nueva Zelanda (2019), todo el mundo se lanzó a condenarlo. La ansiedad no ha remitido. La ONU respondió a ese único y aberrante atentado lanzando una iniciativa para "combatir la islamofobia". Tras años y décadas de ataques, ¿dónde están las iniciativas de la ONU para "combatir el antisemitismo" y el "genocidio cristiano"?
Parece que la ONU no está interesada sino en sentarse a ver cómo sus propios miembros violan sus normas. Las amenazas genocidas de Irán, que atentan contra la Carta de Naciones Unidas, son motivo de expulsión. La ONU ignora crímenes indecibles contra la Humanidad como la esclavitud (aquí y aquí), o las mentiras chinas sobre la transmisión entre humanos del covid-19, mientras persigue arbitrariamente a Israel, una democracia que vela por los derechos humanos de todos sus ciudadanos, sean judíos, musulmanes o cristianos.
¿Qué harán la ONU y demás organismos internacionales en respuesta a un nuevo atentado contra una iglesia y el asesinato de más de 50 cristianos? Probablemente nada, aparte de tratar de silenciar todo aquello que revele la ideología de los asesinos (v. aquí y aquí). Lo sabemos porque, a lo largo de los años, la ONU y numerosos miembros del clero no han hecho absolutamente nada ante los incontables ataques musulmanes contra iglesias, en los que han perdido la vida miles de cristianos; nada que no sea tratar de encubrir la motivación de los asesinos diciendo que iban "hasta arriba de cannabis" o que tenían "problemas mentales".
De hecho, hace solo dos semanas, cuando una serie de miembros del Parlamento Europeo, uno de los entes de la Unión Europea, presentaron una propuesta para debatir sobre la creciente ola de persecución anticristiana en el mundo –irónicamente, en el contexto de la por entonces última atrocidad registrada en Nigeria: la lapidación y quema de una estudiante cristiana, Deborah Samuel–, la mayoría de la Cámara, sobre todo de partidos izquierdistas, se negó.
Ignorar el asesinato de cristianos es, por supuesto, solo una pieza del puzle; encubrir la identidad religiosa de sus asesinos es la otra. Al informar sobre la matanza de más de 50 cristianos del pasado día 5, la AP no utilizó las palabras musulmán, islam o islamista. En cambio, se decía que "no estaba claro quién estaba detrás del ataque a la iglesia". Para mantener la ambigüedad, la AP omitía que en Nigeria los terroristas islámicos llevan años arrasando cotidianamente iglesias y matando cristianos, algo que quizá dé una pista sobre "quién estaba detrás del ataque". Pero ocultar lo que está sucediendo con los cristianos de Nigeria es una conocida táctica del mainstream media.
No hay más que atender a unas palabras de Johnnie Carson, secretario de Estado adjunto para Asuntos Africanos del presidente Barack Obama. Luego de que unos terroristas musulmanes asesinaran a más de 50 cristianos en el Domingo de Resurrección de 2012, Carson declaró: "Quiero aprovechar la ocasión para incidir en un punto clave, y es que la religión no está detrás de la violencia extremista [en Nigeria]". En su lugar, eran la "desigualdad" y la "pobreza" –por citar al presidente Bill Clinton– lo que alimentaba "todo esto" ("todo esto" era la citada matanza musulmana de cristianos). Una década y tantos cadáveres cristianos después, EEUU no ha cambiado de posición.
Peor aún: la respuesta de la Administración Biden a la cacería yihadista de cristianos en Nigeria –cada día son asesinados 13 cristianos– ha sido eliminar a la propia Nigeria de la Lista de Países de Especial Preocupación para el Departamento de Estado, en la que figuran países que incurren en violaciones de la libertad religiosa o las toleran.
¿Dónde está la indignación? ¿Dónde los hashtags en defensa de los nigerianos cristianos? ¿Por qué esas vidas negras no importan?