La canciller Angela Merkel ha ganado una cuarta legislatura, pero el verdadero ganador de las elecciones alemanas del 24 de septiembre fue Alternativa para Alemania, un partido de nuevo cuño que ha encauzado la indignación general por la decisión de Merkel de permitir la entrada al país a más de un millón de migrantes, en su mayoría musulmanes de África, Asia y Oriente Medio.
Según los resultados electorales preliminares, la alianza de centroderecha CDU/CSU encabezada por Merkel obtuvo alrededor del 33% de los votos, su peor resultado en casi 70 años. El principal rival de Merkel, Martin Schulz, y su partido de centroizquierda, el SPD, logró el 20,5%, el peor porcentaje del partido.
La formación nacionalista Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo alrededor del 13%, convirtiéndose en el tercer partido del país, seguido de los Demócratas Libres (FDP), partido de corte liberal clásico, con el 10,7%, el partido de extrema izquierda La Izquierda, con el 9,2% y los ecologistas Verdes con el 8,9%.
"Con sólo el 33%, Merkel no sólo ha logrado el peor resultado de todas las campañas que ha encabezado, sino también el segundo peor resultado de la historia del partido", escribió Die Zeit.
CAPTION: La canciller alemana, Angela Merkel, compareció ante los medios en Berlín el 25 de septiembre, el día después de que su coalición, la CDU-CSU, consiguiera el primer lugar en las elecciones generales con un 32,9% del voto, su peor resultado electoral en casi 70 años. (Foto: Maja Hitij/Getty Images). |
Merkel tiene ahora dos opciones principales para construir una coalición de gobierno: la llamada gran coalición entre el CDU/CSU y el SPD, o una coalición tripartita que comprendería al CDU/CSU, el FDP y los Verdes. Será difícil construir una coalición estable, ya que todos los partidos tienen distintas ideologías, programas y prioridades.
Merkel ha gobernado dos veces en una gran coalición con el SPD y una vez en coalición con el FDP. Schulz ha dejado claro que el SPD no aceptará otra gran coalición porque eso dejaría a AfD como el primer partido de la oposición en Alemania, lo que le daría derechos y privilegios especiales en el Parlamento.
El periódico Frankfurter Allgemeine predijo que cualquier coalición se derrumbaría antes de que acabara el periodo legislativo de cuatro años, porque Merkel va a tener que aunar a varios partidos que no podrían ser más distintos:
Al CDU/CSU y los Verdes los separa un mundo. Muchas posturas de los libertarios FDP chocan de frente con las ideas socializadas del CDU/CSU [...] Se estima que la probabilidad de que dicha alianza dure hasta el fin de la legislatura es inferior al 50%. Hay una perspectiva obvia: el CDU/CSU, el FDP y los Verdes empezarán como coalición temporal, cuyos protagonistas se agotan y se rinden al cabo de dos años [...] Sin duda, para entonces será la propia canciller la que llegue a la conclusión de que no puede seguir así. El resultado serían nuevas elecciones y el fin de la era Merkel y un nuevo gobierno, liderado por su sucesor.
Deutsche Welle coincidió:
Aunque estos resultados significan que el CDU seguirá siendo el principal partido de Alemania, siguen representando una pérdida sustancial para los conservadores, que lograron el 41,5% en 2013. Como una coalición tripartita parece ser la única solución probable para evitar un gobierno en minoría, Merkel está a punto de empezar un gobierno mucho menos estable que en sus tres legislaturas anteriores.
El Financial Times abundaba:
Merkel está claramente debilitada. Durante todo el año pasado, se presentó a la canciller como la última abanderada en Occidente de los valores liberales en un mundo trabucado por populistas como Trump. El resultado de las elecciones del domingo revelaron hasta qué punto han disminuido sus apoyos en el país, y lo divisivas que han sido sus políticas.
Los resultados electorales demuestran que más de un millón de votantes tradicionales del CDU/CSU decidieron votar en su lugar a AfD. Detlef Seif, diputado demócrata-cristiano, dijo que los votantes desafectos habían abandonado al CDU porque Merkel había llevado el partido demasiado a la izquierda, especialmente en la política migratoria y el matrimonio homosexual. "Debemos concentrarnos más en nuestros valores conservadores fundamentales", dijo.
El dirigente del CSU, Horst Seehofer, coincidió con él: "Hay un flanco abierto a nuestra derecha y tenemos que cerrar este flanco con una postura clara y unos límites claros".
En Belín, Tagesspiel escribió:
Angela Merkel ha gobernado este país doce años. Ha cargado a los alemanes con una deuda de miles de millones para salvaguardar la zona sur de Europa de la quiebra y llevar a cabo su idea de comunidad europea. Ha sacudido la industria energética alemana para salvar el clima mundial. Y ha abierto las puertas del país a cientos de miles de refugiados porque lo consideraba una obligación humanitaria. También ha cambiado el concepto de matrimonio como unión entre un hombre y una mujer, así por las buenas...
El mundo está celebrando a la canciller por todo esto: la han llamado la canciller del clima, la salvadora de Europa, la estabilizadora del mundo, en resumen: la mujer más poderosa del planeta. Sin embargo, en casa, Merkel se está enfrentando al desastre tras tres periodos de gobierno.
Lo que sigue ahora es el comienzo de una despedida, aunque nadie sabe decir en este momento cuánto durará.
En un soberbio análisis de los problemas económicos y sociales a los que se enfrenta Alemania, Die Zeit escribió:
No, no todo va bien en Alemania. Los alquileres están subiendo, las divisiones sociales se están agudizando, las carreteras y colegios están muchas veces en malas, patéticas condiciones. Con su lema "Por una Alemania en la que vivimos bien y felices", el CDU/CSU ganó las elecciones, pero perdió muchos votantes. El SPD fue castigado con su peor resultado en la historia de la República Federal. Las enormes pérdidas de la gran coalición indican: que se han ignorado demasiados problemas en la campaña electoral y que apenas hubo respuestas concretas a las cuestiones urgentes de nuestro tiempo. Esto ya no es aceptable. Muchos votantes quieren un gobierno que transforme su país, no sólo que lo gestione.
Merkel se ha mantenido desafiante. En una rueda de prensa tras las elecciones, dijo: "No sé qué es lo que tendríamos que estar haciendo de otra forma". También insistió en que no cambiará la política migratoria ni impondrá un tope anual a los solicitantes de asilo.
AfD ha respondido que el estatus quo es inaceptable: "Queridos amigos: ahora que somos obviamente el tercer mayor partido, el Gobierno tiene que abrocharse el cinturón", dijo Alexander Gauland, exfuncionario del CDU que ahora copreside AfD. "Les cazaremos. Cazaremos a frau Merkel y reivindicaremos nuestro país y nuestra gente".
En Die Zeit, Ludwig Greven sostuvo que Merkel debía dimitir para salvar a los grandes partidos mayoritarios de Alemania para salvarlos de la extinción política:
Con el resultado electoral del domingo, Alemania ha seguido los pasos de otros países europeos. En Francia, Países Bajos, Italia, Austria, España y los países escandinavos, los conservadores y los demócrata-cristianos, así como los socialistas y los socialdemócratas han sufrido grandes pérdidas —cuando no desaparecido completamente— de la escena política. Especialmente en la vecina Austria, donde los demócrata-cristianos y los socialdemócratas han gobernado durante mucho más tiempo que en Alemania, los dos grandes partidos apenas pueden llegar a una mayoría parlamentaria. [...]
Si llevas este experimento mental a su conclusión lógica, la única solución que queda, y probablemente también la más útil, es que Merkel renuncie a su derecho a la oficina de la canciller. Debería ser su última legislatura, en todo caso. Si dimitiese, despojaría a AfD de su decisivo papel como partido de protesta contra su política de refugiados y contra ella como eterna canciller.
El principal periódico económico y empresarial de Alemania, Handelsblatt, concluía:
La realidad es que a día de hoy, 24 de septiembre, Merkel es en la práctica un pato cojo. Ella misma dijo una vez que no quería dejar el cargo como una "ruina moribunda". Pero hasta ahora ha eliminado o apartado a cualquier posible sucesor en su partido. En su cuarta legislatura, ya no va a tener ese lujo. Parte de la cúpula de su partido está pensando en la sucesión, y cortejando a una nueva generación de líderes. Hoy los miembros más prometedores dentro de su partido, y en todo el espectro político, parecen terriblemente poco convincentes.
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York. Síguelo en Facebook y en Twitter.