La última Cumbre Trump-Macron fue una obra maestra de comunicación. Los dos hombres multiplicaron sus signos de complicidad e intimidad frente a las cámaras. El presidente francés incluso declaró «somos dos Mavericks» para indicar la fortaleza de su relación. Además, ambos criticaron las dificultades que impone el sistema político, mientras que resaltaban que nunca han sido políticos al uso, ni formaban parte de un aparato partisano.
Pero el presidente de Estados Unidos no se rindió: ni sobre el clima, ni sobre la energía nuclear iraní, ni sobre el proteccionismo comercial, ni sobre ningún tema. Él no cesa de repetir, emulando a Macron: «Hago lo que digo». En su primer año de Presidencia, Donald Trump ha recibido las críticas más feroces. Los observadores internacionales no se han cansado de repetir que es «impredecible». Pero una política exterior se juzga por sus resultados. El «extremismo», tan criticado, contra Corea del Norte no ha desembocado en una guerra nuclear. Por el contrario, bajo presión, China logró que su aliado aceptara las negociaciones para la desnuclearización, algo impensable hace unos meses.
En Medio Oriente, se han respetado las demandas estadounidenses, es decir, la seguridad de Israel. Ha logrado una alianza objetiva entre las monarquías del Golfo y el Estado judío contra Irán. A cambio, las monarquías suníes están llamadas a financiar el esfuerzo de guerra.
Las decisiones de Trump pueden ser desafiadas, pero no pueden reducirse a los estados de ánimo de un hombre impredecible. Trump ha hecho hincapié en las relaciones bilaterales, para poder reunir el apoyo regional necesario. La diplomacia de las cumbres internacionales no es su favorita.
Su «twitomanie» y las prevaricaciones de su Administración han contribuido a los golpes a su acción a nivel internacional y a esta idea de impredecibilidad. Ésta es la explicación que se le puede dar al «Maelstrom», que se refería a puestos esenciales en la máquina administrativa.
Después de varios intentos, Trump parece haber encontrado cierta estabilidad con tres perfiles complementarios en sus puestos clave. Así, Gina Haspel, quien ha sido jefa de la CIA, ha dedicado toda su carrera a la agencia y es experta en la lucha contra el terrorismo. Se la llama «la dama de hierro» porque favorece los métodos fuertes, lo que corresponde al discurso del presidente de Estados Unidos. Sobre todo, tiene absoluta desconfianza hacia Irán.
Por otro lado, Rex Tillerson fue reemplazado por Mike Pompeo en el Departamento de Estado. El ex director de la CIA es también agresivo con Irán. Él es capaz de rechazar las estrategias del presidente, confiando en su experiencia partidista en el Congreso de Estados Unidos y su traslado a la CIA. «Es esencial fortalecer al mejor cuerpo diplomático del mundo. Estados Unidos y el mundo cuentan con nosotros para eso», dijo Pompeo en su audiencia en el Senado. Hizo su primer viaje a Oriente Medio comenzando con Israel. Si bien mantuvo su línea dura sobre Irán, base de una alianza objetiva entre el Estado judío y las potencias suníes regionales, también afirmó que «la principal prioridad es destruir al ISIS y otros grupos terroristas». El problema de la financiación de grupos terroristas surge incluso para los aliados regionales de Estados Unidos.
Donald Trump da la bienvenida a Mike Pompeo como nuevo jefe de la diplomacia de EE UU en una ceremonia celebrada ayer en el Departamento de Estado. (Foto: Mark Wilson/Getty Images) |
Según «The Washington Post», Qatar ha pagado cientos de millones de dólares a varios grupos terroristas para liberar a sus rehenes, en particular a los miembros de la familia real. Según este periódico, esos cientos de millones de dólares de Kuwait fueron donados a grupos rebeldes sirios como Jabhat al Nusra. El ex secretario del Tesoro de Estados Unidos Davis S. Cohen describió a Kuwait como «una especie de recaudador de fondos para grupos terroristas en Siria». Todo esto es un verdadero desafío para la Administración Trump y su objetivo de combatir eficazmente el terrorismo en la región.
Por último, John Bolton, nuevo consejero de Seguridad Nacional, es un «halcón» neoconservador de la época de Bush. Suplicó que bombardearan Corea del Norte y mostrar su poderío militar en todo el mundo para defender los intereses de Estados Unidos en lugar de atascarse en acuerdos multilaterales. En las noticias de la Fox, Bolton dijo recientemente que Trump sólo se reunirá con el presidente coreano si «accede a abandonar todo el programa de armas nucleares». Ésta es la prueba de que es el intérprete de las razones últimas de la elección del presidente más allá de la influencia de los medios de comunicación.
Este tríptico será la base de la política que Trump puede implementar, sin problemas como presidente. Seguramente se retirará del acuerdo con Irán, que considera catastrófico a pesar de las súplicas de la Unión Europea. Al mismo tiempo, fortalecerá la alianza árabe-israelí contra Irán. Las discusiones con Corea del Norte serán difíciles, si no tumultuosas. La cuestión de Rusia se mantendrá.
Estados Unidos está menos preocupado por Ucrania y Crimea, pero Siria representa un riesgo de conflicto directo. Trump quiere reemplazar las tropas estadounidenses por tropas árabes, a fin de evitar esta confrontación directa y hacer que otros paguen por el esfuerzo de guerra. La famosa solución política no es una prioridad en este momento. No hay nada impredecible en la agenda del líder mundial. ¿Dará resultado? La historia lo dirá.
Ahmed Charai es presidente y CEO de Global Media Holding. Es miembro de la Junta Directiva de The Atlantic Council en Washington y de International Councilors at The Center for Strategic and International Studies. También es miembro de la Junta de Síndicos del Instituto de The Foreign Policy Research Institute en Filadelfia, miembro del Consejo Consultivo de The National Interest y miembro del Consejo Consultivo de Gatestone Institute en Nueva York.
Este artículo fue publicado por primera vez en La Razón. Se reimprimió aquí con el amable permiso del autor.