En marzo de 2019, la activista por los derechos humanos y abogada iraní Nasrín Sotudeh fue condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos. El mes pasado fue trasladada a un hospital tras pasar 40 días en huelga de hambre. En la imagen (Behruz Mehri/AFP, vía Getty Images), tomada el 18 de septiembre de 2013, Nasrín con su hijo. |
En marzo de 2019, la activista por los derechos humanos y abogada iraní Nasrín Sotudeh fue condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos. El mes pasado fue trasladada a un hospital tras pasar 40 días en huelga de hambre. Unos días después, y pese a sus graves dolencias cardiacas, fue devuelta a la célebre prisión de Evin, desde donde escribió esta carta cuando comenzó su referida protesta:
En medio de la crisis del coronavirus que sacude a Irán y al resto del mundo, la situación que afrontan los presos políticos se ha tornado tan complicada que su encierro, en esas condiciones tiránicas, se ha vuelto imposible.
Los [activistas] políticos han sido acusados de actos inimaginables: de espionaje, de corromper la Tierra, de minar la seguridad nacional, de prostitución (...) lo que les puede mantener encerrados por diez años o incluso acarrear la ejecución.
Desde el mero inicio del proceso judicial hasta la sentencia, a numerosos sospechosos se les niega una representación legal independiente o se les impide evacuar consultas irrestrictas con sus abogados (...)
Dada la total ausencia de respuesta a las comunicaciones y requerimientos por la libertad de los presos políticos, he iniciado una huelga de hambre.
Con la esperanza de que un día la Justicia prevalezca en mi patria, la tierra de Irán.
Según el Centro por los Derechos Humanos en Irán (CDHI),
La demanda primordial de Sotudeh, por la cual se ha embarcado en una huelga de hambre, es la liberación de los presos políticos iraníes, que fueron en gran medida dejados al margen en la liberación masiva de reclusos de marzo de 2020, llevada a cabo para atajar la oleada creciente de infecciones de covid-19 en las superpobladas e insalubres prisiones del país.
Desde esa liberación, los presos políticos iraníes están contrayendo el covid-19 a unos niveles alarmantes.
Sotudeh lleva muchos años en primera línea de la lucha por los derechos humanos en Irán. En 2012 recibió el Premio Sájarov del Parlamento Europeo por su labor, que incluye la representación legal de disidentes apresados durante las protestas masivas de 2009, por lo cual purgó tres años en prisión. Asimismo ha defendido a condenados a muerte por delitos que cometieron cuando eran menores de edad. Quizá sea más conocida por su defensa de los derechos de las mujeres, que le ha llevado a defender a varias de las que protestaron contra la obligación de llevar el velo, o hiyab, en el marco del movimiento Miércoles Blancos, por el que cada miércoles las mujeres se quitaban sus velos o lucían un chal blanco en apoyo de quienes lo hacían. Una de esas mujeres, Shaparak Shayarizadeh, detenida tres veces por quitarse el hiyab, ha escrito:
Cuando me libraba de la tortura psicológica del confinamiento en solitario, me golpeaban y vejaban. Fue lo más espeluznante que me ha pasado jamás; no sólo por el dolor, sino porque me sentía muy sola, sufriendo en soledad.
Pero entonces apareció Nasrín. Me dijo que mi lucha era la suya, la de todas las mujeres iraníes; que yo no estaba sola y que ella no pararía hasta liberarme. Saber que Nasrín estaba ahí me procuró consuelo y me sostuvo. Con gran coraje, protestaba, hablaba con los medios y se movía en el complejo y opaco sistema legal iraní.
Shayarizadeh consiguió huir de Irán, a diferencia de la mayoría de las demás mujeres del movimiento. En septiembre de 2019, seis de ellas fueron condenadas a un total de 109 años por negarse a vestir el hiyab.
Sotudeh no es el único abogado preso en Irán por defender los derechos humanos. Según el CDHI,
al menos cinco abogados están actualmente en prisión bajo cargos inventados, uno de ellos incomunicado. [Esos cinco] se cuentan entre los nueve casos conocidos de abogados que han sido arrestados o acusados en los últimos dos años.
En el reciente informe de Amnistía Internacional (AI) Irán: Pisoteando la humanidad. Encarcelamientos masivos, desapariciones y torturas desde las protestas de noviembre de 2019, publicado el 2 de septiembre, se describe cómo los detenidos son sometidos habitualmente a torturas y a juicios clamorosamente injustos y condenados a muerte sobre la base de confesiones obtenidas mediante tortura. AI dice:
La organización encontró que las víctimas eran frecuentemente encapuchadas o cegadas; golpeadas, pateadas y flageladas; golpeadas con palos, mangueras de caucho, cuchillos, bastones y cables; suspendidas o forzadas permanecer en posiciones dolorosas durante prolongados espacios de tiempo; privadas de las cantidades necesarias de bebida y comida; encerradas durante largos periodos de tiempo –a veces semanas o incluso meses– en confinamiento solitario; privadas de atención médica para las heridas recibidas durante las protestas o como consecuencia de las torturas.
Otros métodos documentados de tortura comprenden el desnudar a los detenidos y arrojarles agua fría, someterlos a temperaturas extremas y a bombardeos de luz y sonido; arrancarles las uñas de las manos y los pies; rociarles con pimienta; administrarles sustancias químicas; aplicarles electrochoques; los ahogamientos; los simulacros de ejecuciones.
Una antigua prisionera, la periodista y activista por los derechos humanos Roxana Saberi, detenida tras ser acusada de espionaje y enviada a Evin en 2009, fue liberada a los 100 días y agradeció lo que se hizo en el extranjero por su liberación:
Tuve la suerte de ser liberada después de 100 días. Creo que la cobertura mediática, así como iniciativas populares como la firma de peticiones, los escritos a las autoridades iraníes y las intercesiones en mi favor contribuyeron a la presión sobre las autoridades iraníes para que me liberaran tras mi apelación judicial.
Parece haber poca esperanza para los presos políticos iraníes de esta hora. Pese al clamor internacional, el joven luchador Navid Afkari fue ejecutado el 12 de septiembre. Incluso el presidente de EEUU, Donald Trump, pidió a Irán que le mantuviera con vida. Trump dijo que lo único que había hecho Afkari fue "simplemente protestar en la calle contra el régimen". "Es profundamente perturbador", manifestó el Comité Olímpico Internacional (COI) por medio de un comunicado, "que las súplicas de los atletas de todo el mundo y el trabajo entre bambalinas del COI (...) no lograran nuestro objetivo".
Mientras, la comunidad internacional recompensa a Irán. El 14 de agosto, el Consejo de Seguridad rechazó una resolución de EEUU para prolongar indefinidamente el embargo de armas que pesa sobre Irán desde hace 13 años. De hecho, expirará a mediados de octubre, con lo que Teherán podrá comprar y vender armamento convencional sin cortapisas onusianas. Quizá ha llegado la hora de que EEUU deje de financiar a la ONU, para no ser cómplice de estos crímenes contra la Humanidad.