Los entre 15.000 y 20.000 cristianos que se calcula permanecen en Afganistán tras la toma del poder por parte de los talibanes son objeto cotidiano de «torturas y persecución tanto por parte del Gobierno como de sus propios amigos, familiares y comunidades», según un nuevo informe.
No es ninguna novedad. Desde el mero 15 de agosto de 2021, las cosas empeoraron significativamente para los cristianos, cuando la Administración Biden rindió abruptamente Afganistán a los talibanes. La mal planteada rendición de las tropas estadounidenses hizo que la nación centroasiática volviera a caer en las garras de los talibanes, uno de los grupos terroristas islámicos cómplices de los atentados del 11 de Septiembre.
Durante el caos de la retirada, hubo informes de que la Administración Biden estaba impidiendo activamente el rescate de las minorías cristianas en lo que desde entonces se ha convertido en el Emirato Islámico de Afganistán, donde rige la sharia.
Una vez completada la rendición norteamericana, los informes afirmaban: «Los militantes talibanes están incluso sacando a la gente del transporte público y matándola en el acto si es cristiana». Se informó de que cualquier afgano sorprendido con una app de la Biblia en su celular era ejecutado. «Cómo sobrevivimos diariamente, sólo Dios lo sabe», relató un cristiano afgano desde el anonimato. «Pero estamos hastiados de toda la muerte que nos rodea».
Según la World Watch List de 2022, que recopila los 50 países en que los cristianos son más perseguidos por su fe, Afganistán es ahora el peor lugar del mundo para ser cristiano.
La organización humanitaria Voice of the Martyrs dice lo siguiente sobre este país musulmán en un 99,8%:
Las palizas, torturas y secuestros son una realidad cotidiana para los cristianos de Afganistán. (...) Todos los años, los cristianos son martirizados (...), pero su muerte no trasciende a la opinión pública. Unos cuantos están además presos (...) Los cristianos conversos del islam son a menudo asesinados por parientes o por otros musulmanes radicalizados antes de que se inicie cualquier procedimiento legal.
Resulta revelador que los familiares directos sean los más propensos a perseguir y asesinar a los conversos. Como señaló recientemente Todd Nettleton, de Voice of the Martyrs, aunque las condiciones para los cristianos «ciertamente han empeorado» desde la toma del poder por los talibanes, «la primera línea de persecución son los miembros de su familia, son sus vecinos». Detalló cómo los conversos despiertan sospechas cuando, por ejemplo, no se presentan a rezar en sus mezquitas. Por temor a ser descubierto, un cristiano clandestino tuvo que trasladar a su familia tres veces en sólo ocho meses luego de la vuelta al poder de los talibanes.
Aunque Afganistán nunca fue hospitalario con los cristianos, la situación empeoró considerablemente tras la invasión estadounidense de 2001. Dado que los musulmanes tienden a confundir a los cristianos con Occidente en general y con Estados Unidos en particular –basándose en la creencia popular pero errónea de que Occidente y Estados Unidos siguen siendo cristianos–, los cristianos afganos fueron especialmente atacados tras la invasión estadounidense como una forma de castigo colectivo.
Como es habitual (v. aquí, aquí y aquí), en el vecino Pakistán las minorías cristianas también fueron atacadas:
Para los cristianos paquistaníes, la vida cotidiana es difícil. Pero dicen que ahora están siendo perseguidos por los ataques norteamericanos con aviones no tripulados contra los militantes islámicos que se esconden en la frontera con Afganistán. La minoría [cristiana], que representa aproximadamente el 1% de los 170 millones de habitantes del país, dice que, debido a que está fuertemente asociada con Estados Unidos, su fe es un objetivo para los musulmanes.
«Cuando Estados Unidos hace un ataque con drones, vienen y nos culpan», relató un cristiano. «Creen que pertenecemos a Estados Unidos. Es una mentalidad muy simple».
Por su parte, los líderes occidentales se cuidan mucho de no mostrar ninguna preocupación por las minorías cristianas, sentimiento que va de la mano con la aquiescencia occidental ante las sensibilidades islámicas. En todo caso, los líderes occidentales son más propensos a hacer la vista gorda, o directamente a discriminar activamente a los cristianos perseguidos, como fue el caso de la ONU y el Reino Unido y de Estados Unidos durante la Administración Obama.
Hay un último aspecto de la situación de los cristianos en Afganistán que los observadores más pragmáticos esgrimirán, sin duda, para culpar a los propios perseguidos. Aparentemente, muchos de los miles de cristianos que permanecen en Afganistán están allí por la misma razón que motivó a los primeros cristianos. Según David Curry, de la Comisión norteamericana sobre la Libertad Religiosa en el Mundo,
muchos cristianos huyeron de Afganistán cuando los talibanes tomaron el poder. Algunos se quedaron porque querían ser "sal y luz" (Mateo 5:13-16), teológicamente hablando, en ese país, aunque se volviera más hostil. Por tanto, quieren formar parte de la comunidad. Aman a su país. Es totalmente comprensible que muchos huyeran, pero aún hay allí una comunidad cristiana asediada.
Todd Nettleton confirma esta impresión:
[Los cristianos que quedan] tomaron la increíble y audaz decisión de quedarse en el país. Su actitud fue de este tipo: "Atiende, si todos los cristianos huyen del país, ¿quién va a estar aquí para compartir el Evangelio, quién va a estar aquí para ser la Iglesia? Así que adoptaron la valiente decisión de quedarse, incluso sabiendo que los talibanes tomarían el control; sabiendo que era algo muy arriesgado.
Sea como fuere, aquí están los débiles y vulnerables arriesgando de manera altruista sus vidas por lo que, al menos, creen que es el bien de sus semejantes, mientras que muchos de los ricos y poderosos del mundo, que habitualmente predican sobre los «derechos humanos» y la «libertad religiosa» –por lo menos cuando conviene a sus agendas; para, por ejemplo, crear divisiones raciales en Estados Unidos, demonizar a Israel o encubrir la radicalización islamista–, parece que han hecho todo lo posible para empeorar su situación.