En lo que respecta a Israel y Palestina, la Unión Europea no se ha esforzado por ocultar sus prejuicios. El anuncio europeo del 28 de junio respecto a las sanciones a los productos israelíes elaborados fuera de las líneas de alto el fuego de 1949 es otro ejemplo de cómo las posturas europeas sobre el conflicto palestino israelí no sólo son sesgadas, sino profundamente improductivas.
Durante más de treinta años, la UE ha realizado declaraciones críticas sobre Israel y ha apoyado la causa palestina. La Declaración de Venecia de 1980, que fue la primera declaración de la Unión sobre política exterior, si bien apoyaba comprensiblemente el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, al mismo tiempo afirmaba que era inaceptable cualquier iniciativa unilateral para alterar el status de Jerusalén, proclamaba la necesidad de que Israel cesara el control que ejercía sobre esos territorios desde 1967 y declaraba que los asentamientos israelíes eran un obstáculo para la paz.
Lo que no se afirmaba era que la única razón por la que esos territorios se ocuparon en primer lugar fue que, en 1967, por tercera vez en veinte años, coaliciones enteras de vecinos de Israel -incluidos Egipto, Jordania y Siria- iniciaron la guerra contra él (comenzaron las guerras anteriores en 1947 y 1956)-; tampoco que, bajo el dominio jordano, entre 1948 y 1967, muchas partes de Jerusalén no sólo estuvieron prohibidas a los judíos, sino que, por ejemplo, hubo jordanos que se llevaron lápidas del cementerio santo del Monte de los Olivos y las usaron como suelo para sus letrinas y que lugares sagrados del judaísmo fueron profanados.
Lo que tampoco se dijo fue que, desde 1967, Israel ha demandado continuamente negociaciones y paz, pero desde los "Tres Noes" de la Conferencia de Jartum en ese mismo año (no a la paz, no a las negociaciones y no al reconocimiento de Israel), los Estados árabes son quienes han rechazado todas las propuestas, o quienes han introducido la píldora envenenada de la precondición del "derecho de retorno": una forma de aplastar demográficamente a Israel con millones de árabes, y, por consiguiente, un rompepactos seguro. Por último, tampoco se ha dicho que, según los estatutos oficiales de la Autoridad Palestina y de Hamás, todo Israel es un gran asentamiento que debe ser destruido y desplazado por ellos mismos, probablemente en fases. Hay mapas que muestran actualmente a Palestina sustituyendo a todo Israel, con unos límites que van, como prometen los palestinos, "desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterraneo]".
La Unión Europea ha sido crítica con muchas de las actividades llevadas a cabo por Israel, incluido el trato supuestamente dispensado a la minoría árabe y a los beduinos, pero, especial e inexorablemente, con los asentamientos israelíes, construidos en tierras que la UE considera que deberían ser entregadas a los palestinos para su futuro Estado, pero donde, en aproximadamente un 2% de ellas, han empezado a vivir israelíes. De nuevo, no se sabe que haya existido debate alguno en la UE acerca de lo razonable que es esperar que Israel reserve estas disputadas tierras a perpetuidad para una gente que no sólo ha rechazado todas las ofertas de paz, sino que está comprometida oficialmente con su destrucción.
Sin embargo, el 10 de diciembre de 2012 la Unión Europea hizo pública una declaración: "Todos los acuerdos entre el Estado de Israel y la Unión Europea deberán indicar inequívoca y explícitamente su inaplicabilidad a los territorios ocupados por Israel en 1967, es decir, los Altos del Golán, la Margen Occidental incluido Jerusalén Este, y la Franja de Gaza".
La reciente decisión de la UE de prohibir toda financiación, colaboración, concesión de becas, fondos de investigación y premios a "entidades israelíes" en la Margen Occidental y Jerusalén Este no debería, por tanto, sorprender a nadie. Con su declaración, la UE decidió unilateralmente que las fronteras de Israel no incluían:
- Jerusalén Este, ocupado por Jordania en 1948.
- La Margen Occidental, tomada por Israel en una guerra defensiva tras haber advertido a Jordania de que no le invadiera. Sin embargo, Amán, nerviosa, al parecer, ante la posibilidad de quedarse sin el botín que suponía que iban a cosechar sus vecinos, atacó a Israel en el quinto día de la Guerra de los Seis Días, pero fue rechazada.
- La Franja de Gaza.
- Los Altos del Golán, tomados por Israel en el sexto día de la Guerra de los Seis Días, después de que Siria los empleara durante años como plataforma desde la que disparar a los granjeros israelíes en el valle que se extiende a sus pies.
Semejante acción unilateral por parte de la UE, si bien es consistente con las posturas adoptadas históricamente por la Unión, debilita los esfuerzos diplomáticos estadounidenses. La posición europea hace aún más posible que la Autoridad Palestina rechace un acuerdo de paz.
Por ahora, los palestinos han accedido a discutir mantener discusiones, lo que, por lo visto, es lo más parecido a unas negociaciones de paz que ha podido conseguir el secretario de Estado, John Kerry. Si los palestinos finalmente acceden a mantener negociaciones directas, probablemente sigan insistiendo en una serie de precondiciones pensadas para romper cualquier acuerdo, entre ellas una completa paralización de los asentamientos y la aceptación de las líneas de alto el fuego de 1949 como límites del Estado palestino.
Con una economía que supone el 20% del comercio mundial y con una serie de democracias liberales entre sus miembros, la Unión Europea podría ser un actor fundamental en Oriente Medio. ¿Cómo es que la proliferación nuclear en Irán, el auge del islamismo, o el creciente papel de Al Qaeda en los conflictos regionales preocupan menos a la UE que unos pocos dunams de territorio en disputa? Europa podría servir verdaderamente a los palestinos ayudándoles a desarrollar su economía, a introducir el imperio de la ley, una justicia igualitaria, libertad de prensa y un Gobierno transparente y responsable. Considerar a Hezbolá una organización terrorista, al mismo tiempo que se presiona a favor de los derechos humanos, la democracia y la estabilidad en el mundo árabe, debería ser también una prioridad para la Unión. Por desgracia, sin embargo, no es difícil llegar a la conclusión de que la UE no está verdaderamente tan interesada en ayudar a los palestinos como lo está en sabotear a los judíos.
Insistir en que el conflicto palestino-israelí es el principal problema de seguridad del Medio Oriente proporciona una excusa muy conveniente, pero también ignora convenientemente el caos producido en Siria, Egipto, el Líbano y el que es inminente en Irán, así como el auge de Al Qaeda y de sus afiliados en la región durante los últimos años. Obvia especialmente el daño causado por los países que promueven y financian este caos, fundamentalmente Arabia Saudí, Irán y Qatar.
Aún así, y dejando a un lado las consideraciones de prioridad, ¿resulta productiva la decisión de la UE de sancionar los productos israelíes elaborados más allá de las líneas de alto el fuego de 1949? Una cosa es proponer crear dos Estados como la única solución posible para el conflicto palestino israelí, y otra muy distinta es tratar de resolver unilateralmente el conflicto presionando a Israel económica y políticamente.
La Unión Europea ha prestado un muy mal servicio al proceso de paz entre Israel y los palestinos al hacer una paz efectiva aún más imposible de lo que ya es.