Recordemos que, hace sólo ocho años, millones de iraníes se alzaron contra la dictadura islamista que los sojuzga. La Administración estadounidense de entonces guardó un abominable silencio. La gente en las calles coreaba: "Obama, Obama, ¿estás con ellos [los mulás] o con nosotros?".
Washington no ofreció apoyo. El desistimiento de la Administración Obama permitió a los mulás reprimir brutalmente a los manifestantes con absoluta impunidad; no sólo eso: a los propios mulás incluso se les premió con un acuerdo que les permitiría hacerse con miles de millones de dólares y, pasado un tiempo, dotarse legítimamente de capacidad armamentística nuclear.
Obama y el régimen iraní vendieron al mundo la idea de que el acuerdo nuclear, las políticas de apaciguamiento hacia los mulás y el levantamiento de las sanciones de la ONU ayudarían al pueblo iraní y convertiría a Teherán en un actor político constructivo. Todos los hechos demuestran que ocurrió justo lo contrario.
El pueblo está pasándolo mal en un Irán rico en petróleo (lo mismo sucede en Venezuela, igualmente rica en petróleo). El paro entre los jóvenes ha alcanzado un máximo histórico del 31%, en un país donde alrededor del 60% de la población tiene menos de 30 años. Muchos jóvenes tienen estudios superiores y aptitudes tecnológicas, pero no encuentran trabajo. Los mayores no pueden permitirse medicinas, comida, alojamiento. La inflación se ha disparado.
La represión de las libertades y las violaciones de los derechos humanos han ido en aumento, según Amnistía Internacional y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos. Los miles de millones en ingresos extras procurados por el infausto acuerdo nuclear, que se debería haber cancelado hace meses, no están yendo a los iraníes, sino a los bolsillos de la Guardia Revolucionaria, el presidente de Siria, Asad, la libanesa Hezbolá, los huzis del Yemen y otras organizaciones terroristas.
El presupuesto presentado por el presidente Ruhaní para 2018-2019 comprende un considerable incremento de la partida para el programa balístico y misilístico del Ejército, mientras se recortan las prestaciones para los pobres.
Por su parte, el presidente de EEUU, Donald J. Trump, ha defendido y elogiado el coraje del pueblo iraní, y condenado públicamente cualquier violación de los derechos humanos cometida por Teherán.
El régimen iraní, sus agentes y los grandes medios de izquierdas están intentando hacer creer a los lectores y espectadores que EEUU debería guardar silencio ante la revuelta. ¿Cómo va a guardar silencio un país basado en la libertad y los derechos civiles mientras otros seres humanos están siendo masacrados porque desean esa misma libertad y esos mismos derechos? ¿No es el silencio una traición a la justicia, la libertad y la democracia? ¿No es el silencio una traición a las víctimas del islamismo, el terrorismo y la violencia, ante los actos que está cometiendo el régimen iraní contra personas inocentes en el propio Irán y en todo el mundo? El régimen iraní es el principal patrocinador del terrorismo. Y uno de los campeones en ejecuciones per cápita. Y uno de los principales ejecutores de niños, según Amnistía Internacional. A medida que se ha intensificado la represión en los últimos días, se ha disparado letalmente a decenas de manifestantes pacíficos.
Como alguien que fue iraní durante muchos años, les puedo decir que el apoyo de EEUU y el presidente Trump es inestimable para los iraníes de a pie: se sienten impotentes y solos frente a los monstruos que llevan oprimiendo desde hace tanto. En las redes sociales persas y en aplicaciones como Telegram, que es sumamente popular entre los iraníes, la gente está celebrando el apoyo de EEUU. La gente está pidiendo a EEUU que la apoye también de otras maneras, y que le ayudarle a sortear los bloqueos en internet y los cierres que ha llevado a cabo recientemente el régimen iraní.
Es desolador ver que la comunidad internacional y Naciones Unidas se limitan hipócritamente a observar mientras los manifestantes están siendo apaleados y asesinados: no se ha pronunciado ninguna palabra de condena. A los dictadores y déspotas que conforman la mayoría en la ONU sin duda les preocupa que ellos puedan ser los siguientes.
El silencio es tolerancia. ¿Es este el mensaje que se está mandando a los manifestantes que juegan la vida para llevar la libertad no sólo a su país sino, a la postre, al mundo entero?
Si los iraníes logran cambiar ese régimen islamista, acabarán con el principal patrocinador estatal del terrorismo, el régimen que más viola los derechos humanos, el mayor promotor estatal del antiamericanismo y el antisemitismo.
Una de las protestas registradas recientemente en la Avenida Valiasr de Teherán. (Imagen: VOA). |
Con su régimen actual, Irán es un peligro no sólo para su pueblo, que tantos años lleva sufriendo, sino para todos. Los manifestantes que están inundando las calles y exigiendo que se escuchen sus voces están llevando a cabo actos de heroísmo que se sentirán en todo el mundo y en la Historia.