Turquía ha amenazado con reabrir las compuertas de la migración masiva a Europa a menos que a los ciudadanos turcos se les permita viajar sin visado a la Unión Europea. Turquía acoge actualmente una cifra estimada de 3,5 millones de inmigrantes y refugiados, principalmente sirios, iraquíes y afganos. Muchas de estas personas, presumiblemente, emigrarían a Europa si les dieran la oportunidad de hacerlo. En la imagen, el campo de refugiados de Adiyamán en Turquía (Fuente: UNHRC). |
Turquía ha amenazado con reabrir las compuertas de la migración masiva a Europa a menos que a los ciudadanos turcos se les permita viajar sin visado a la Unión Europea. La UE accedió a la liberalización de los visados en un acuerdo migratorio con Turquía en marzo de 2016, por el que Ankara se comprometía a contener el flujo de migrantes a Europa.
Las autoridades europeas insisten en que, aunque Turquía ha reducido el flujo de migrantes, no ha cumplido todos los requisitos para la liberalización de los visados. Además, los ministros de Exteriores de la UE decidieron el 15 de julio paralizar las conversaciones de alto nivel con Ankara como parte de las sanciones por la perforación petrolífera y de gas en la costa de Chipre.
En una entrevista con el canal de la televisión turca TGRT Haber el 22 de julio, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Çavuşoğlu, dijo que Turquía estaba dejando de cumplir el acuerdo migratorio porque la UE no había honrado su promesa de conceder el acceso sin visado a los ciudadanos turcos para los 26 países europeos. "Hemos suspendido el acuerdo de readmisión. No nos vamos a quedar esperando en las puertas de la UE", dijo.
Un día antes, el ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, acusó a los países europeos de abandonar a Turquía a su suerte con el problema migratorio. En unas declaraciones publicadas por la agencia de noticias estatal, Anadolu, advirtió: "Nos estamos enfrentando a la mayor ola migratoria de la historia. Si abrimos las compuertas, ningún gobierno europeo podrá sobrevivir más de seis meses. Les aconsejamos que no pongan a prueba nuestra paciencia".
El acuerdo migratorio, que entró en vigor el 1 de junio de 2016, fue negociado apresuradamente por los líderes europeos, desesperados por controlar una crisis en la que más de un millón de inmigrantes entraron en Europa en 2015.
Bajo el acuerdo, la UE se comprometió a pagar a Turquía 6.000 millones de euros, conceder la exención de visado para viajar a Europa a los 82 millones de ciudadanos turcos y reiniciar las conversaciones sobre el ingreso de Turquía en la UE. A cambio, Turquía accedió a frenar el flujo de inmigrantes a Europa, además de volver a aceptar a todos los inmigrantes y refugiados que llegaron ilegalmente a Grecia desde Turquía.
Turquía acoge actualmente una cifra estimada de 3,5 millones de inmigrantes y refugiados, principalmente sirios, iraquíes y afganos. Muchas de estas personas, presumiblemente, emigrarían a Europa si les dieran la oportunidad de hacerlo.
En respuesta a los comentarios de Çavuşoğlu, la portavoz de la UE, Natasha Bertaud, insistió en que el cumplimiento de Turquía de su acuerdo con la UE sigue siendo una condición para la liberalización de los visados.
Las autoridades turcas han acusado varias veces a la UE de no cumplir su parte del trato, especialmente en lo relativo a la liberalización de los visados y el acceso a la UE.
Bajo el acuerdo, los funcionarios europeos prometieron tramitar por la vía rápida la exención de visados para el acceso de los ciudadanos turcos a la zona Schengen, de libre tránsito, antes del 30 de junio de 2016, y reiniciar las conversaciones paralizadas sobre el ingreso de Turquía en la UE para finales de julio de 2016.
Para poder acceder a la exención del visado, Turquía tenía hasta el 30 de abril de 2016 para cumplir 72 condiciones, entre ellas: adaptar los pasaportes europeos a las normas de seguridad de la UE; compartir información sobre documentos falsificados y fraudulentos para viajar a la UE; y conceder permisos de trabajo a los inmigrantes no sirios en Turquía.
Los funcionarios europeos dicen que, aunque Turquía ha acatado la mayoría de las condiciones, no ha cumplido la más importante: suavizar sus rigurosas leyes antiterroristas, que se están utilizando para silenciar a los críticos del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Desde el fallido golpe de Estado turco el 15 de julio de 2016, más de 95.000 ciudadanos turcos han sido arrestados y al menos 160.000 funcionarios públicos, profesores, periodistas, policías y soldados han sido despedidos o suspendidos en varias instituciones gubernamentales.
En respuesta a la purga, el Parlamento Europeo pidió, el 13 de marzo de 2019, que se suspendieran las negociaciones entre la UE y Turquía sobre el ingreso de ésta. "Aunque el proceso de ingreso en la UE fue al principio una fuerte motivación para las reformas en Turquía, se ha producido una absoluta regresión en los ámbitos del Estado de derecho y los derechos humanos durante los últimos años", según el texto adoptado.
A Turquía se le prometió por primera vez el ingreso en la UE en septiembre de 1963, cuando firmó un "Acuerdo de asociación" con el objetivo de establecer una unión aduanera para allanar el camino a un futuro ingreso en la UE. Turquía solicitó oficialmente el ingreso en la UE en abril de 1987, y las conversaciones empezaron en octubre de 2005.
Las conversaciones sobre el ingreso de Turquía en la UE llegaron a un punto muerto en diciembre de 2006, después de que el Gobierno turco se negara a abrir los puertos y aeropuertos turcos al comercio de Chipre. Desde entonces, las conversaciones han sido intermitentes, pero el proceso se ha estancado a causa de la oposición política de Francia y Alemania, entre otros.
Si Turquía se uniera a la UE, superaría a Alemania como mayor país de la UE en términos de población. En consecuencia, el mayor Estado de la UE sería musulmán. Algunos funcionarios europeos han advertido de que el ingreso de Turquía causaría una "implosión" en Europa y su "islamización".
El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha dicho que Turquía no tiene cabida en la UE. En una entrevista en febrero de 2016 con el canal informativo francés iTélé, expresó una opinión presumiblemente compartida por muchos europeos:
Turquía no tiene cabida en Europa. Siempre me he adherido a esta postura, se basa en el sentido común. Esto no significa que yo tenga nada contra los turcos. Los necesitamos, son nuestros aliados en la OTAN. Pero si empezamos a explicarlo —que Turquía está en Europa—, habrá que decirles a los alumnos de los colegios europeos que las fronteras de Europa están en Siria. ¿Qué sentido tiene eso?
No es sólo eso. ¿Cuál es la idea que explica Europa? Europa es una unión de países europeos. La pregunta es muy simple, incluso en sentido geográfico: ¿es Turquía un país europeo? Turquía sólo tiene una orilla del Bósforo en Europa. ¿Puede considerarse Turquía un país europeo en términos culturales, históricos y económicos? Si decimos eso, es que queremos la muerte de la Unión Europea.
El 9 de mayo de 2019, Erdogan dijo que Turquía estaba comprometida en unirse a la UE. Un comunicado difundido por el Ministerio de Exteriores turco decía:
Turquía sigue comprometida con su objetivo de ser miembro de la UE y prosigue en sus esfuerzos en este respecto [...] Lo que esperamos de la UE es que trate a Turquía en pie de igualdad con otros países candidatos y que elimine las barreras políticas que se interponen en las negociaciones de lo que se supone que es un proceso técnico [...].
Aunque las negociaciones sobre nuestro ingreso están bloqueadas políticamente, Turquía sigue decidida en sus esfuerzos para alinearse con las normas de la UE. En la reunión de hoy, hemos expuesto los actuales desarrollos en Turquía y acordado los pasos que se tomarán en el próximo periodo.
El término del proceso de liberalización de los visados que permitirá a nuestros ciudadanos viajar a la zona Schengen sin visado es nuestra prioridad.
Aun si Turquía cumpliera con todas las demandas de la UE, parece improbable que los ciudadanos turcos vayan a conseguir la exención de los visados en un futuro próximo. El 15 de julio, los ministros de Exteriores de la UE vincularon oficialmente el progreso de las relaciones entre Turquía y la UE a Chipre. Una medida adoptada por el Consejo Europeo el 15 de julio establece:
El Consejo lamenta que, pese a los reiterados llamamientos de la Unión Europea para que Turquía ponga a fin a sus actividades ilegales en el Mediterráneo oriental, ese país ha continuado con sus operaciones de perforación al oeste de Chipre y ha iniciado una segunda operación de perforación al nordeste de Chipre en aguas territoriales chipriotas. El Consejo reitera las graves consecuencias negativas que tales acciones ilegales tienen de forma inmediata para el conjunto de las relaciones entre la UE y Turquía. El Consejo vuelve a hacer un llamamiento a Turquía para que se abstenga de tales acciones, actúe con espíritu de buena vecindad y respete la soberanía y los derechos soberanos de Chipre de conformidad con el Derecho internacional [...].
En vista de las constantes y renovadas actividades ilegales de perforación realizadas por Turquía, el Consejo decide suspender [...] las reuniones ulteriores de los diálogos de alto nivel entre la UE y Turquía. El Consejo aprueba la propuesta de la Comisión de reducir la ayuda preadhesión a Turquía correspondiente a 2020.
Quizá esté justificado que los funcionarios europeos adopten una postura dura contra Turquía, pero Ankara está en condiciones de generar un caos para la Unión Europea si opta por hacerlo. De hecho, Europa parece atrapada en una situación de la que no podrá salir airosa.
Si la UE aprueba la exención del visado, decenas de millones de turcos obtendrán inmediatamente un acceso sin trabas a la zona de libre tránsito de Europa. Los críticos de la liberalización del visado temen que millones de ciudadanos turcos puedan acabar emigrando a Europa. La revista austriaca Wochenblick informó de que 11 millones de turcos están viviendo en la pobreza y que "muchos de ellos están soñando con mudarse a la Europa central".
Otros creen que Erdogan ve la exención del visado como una oportunidad para "exportar" el "problema kurdo" turco a Alemania. Markus Söder, líder de la Unión Social Cristiana, partido bávaro hermano de la Unión Demócrata Cristiana de la canciller Angela Merkel, advirtió de que millones de kurdos están preparados para aprovechar la exención de visado para huir a Alemania y escapar de la persecución a manos de Erdogan. "Estamos importando un conflicto interno turco. Al final, llegarán menos inmigrantes por barco, pero llegarán más por avión".
Por otra parte, si la UE rechaza la exención del visado, y Turquía se venga reabriendo las compuertas migratorias, son potencialmente cientos de miles de inmigrantes de África, Asia y Oriente Medio los que podrían volver a fluir hacia Europa.
Soeren Kern es miembro principal del Gatestone Institute, con sede en Nueva York.