Los líderes de la Autoridad Palestina han alcanzado un nuevo nivel de obsesión: ahora están tratando de impedir la creación de un nuevo hospital para su población en la Franja de Gaza. En la imagen: el paso fronterizo de Erez en Israel, en la frontera con la Franja de Gaza, cerca de donde Israel, Hamás, Naciones Unidas, Qatar y Egipto han acordado crear un nuevo hospital para tratar a los pacientes gazatíes. (Foto de Andrew Burton/Getty Images). |
Apenas se puede considerar noticia que los líderes de la Autoridad Palestina estén obsesionados con el presidente de EEUU, Donald J. Trump, y su Administración. Sin embargo, lo cierto es que han alcanzado un nuevo nivel de obsesión: ahora están tratando de impedir la creación de un nuevo hospital para su población en la Franja de Gaza.
Se prevé que el nuevo hospital, que consiste en 16 departamentos, se construya cerca de la frontera de Erez que cruza entre la Franja de Gaza e Israel. El nuevo hospital fue aprobado por Israel como parte de los acuerdos de alto el fuego alcanzados en las últimas semanas con los dirigentes de Hamás de la Franja de Gaza bajo los auspicios de Naciones Unidas, Qatar y Egipto.
El hospital, de 13.000 metros cuadrados, se valdrá de la infraestructura, la experiencia y los recursos de una ONG internacional llamada Friendship, con el objetivo de mejorar considerablemente los servicios médicos a los palestinos de la Franja de Gaza.
Extrañamente, aunque Israel ha aprobado el proyecto, los funcionarios de la Autoridad Palestina siguen intentando arruinarlo. Mai Kaila, ministra de Sanidad de la Autoridad Palestina, en una reunión en su oficina en la Margen Occidental en Ramala, le dijo al coordinador adjunto de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Jimmy McGoldrick, el 31 de julio, que el hospital de campaña era parte de un plan para separar la Margen Occidental de la Franja de Gaza y que el Gobierno de la Autoridad Palestina considera que el plan de construir el hospital se enmarca en el "Acuerdo del Siglo".
"Si el objetivo de crear este hospital es humano, habría sido mejor financiar y desarrollar los hospitales que ya existen en la Franja de Gaza", dijo la ministra palestina al funcionario de la ONU. "Este proyecto se disfraza de humanidad mientras esconde un peligro aspecto político".
Kaila le pidió al funcionario de la ONU que transmitiera un mensaje a todas las partes concernidas: en efecto, el Gobierno de la Autoridad Palestina se ha lavado las manos en lo relativo al nuevo hospital.
Uno esperaría que los líderes palestinos se hubiesen alegrado de contar con un nuevo hospital que daría servicio a los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza. Sin embargo, estos gobernantes no tienen ningún problema en sacrificar la vida de los pacientes palestinos en el altar de su odio hacia el plan de paz.
Los funcionarios de la Autoridad Palestina han justificado su oposición a la construcción del hospital diciendo que está concebido para "separar la Margen Occidental de la Franja de Gaza".
"El hospital que Israel y EEUU están intentando crear en la frontera norte de la Franja de Gaza es parte de los actuales intentos de separar la Franja de Gaza y la Margen Occidental bajo pretextos humanitarios", había aseverado ya el Gobierno palestino el 8 de julio.
Esta afirmación carece totalmente de base, hasta el punto de ser surrealista.
¿Qué tiene que ver la construcción de un hospital moderno con la "separación de la Margen Occidental de la Franja de Gaza? En realidad, las dos entidades han estado políticamente separadas la una de la otra desde que Hamás derrocó con violencia el régimen de la Autoridad Palestina en la Franja de Gaza en el verano de 2007. Desde entonces, los palestinos han tenido dos mini Estados diferenciados que, de hecho, siempre han estado culturalmente separados: uno en la Margen Occidental, que antes era parte de Jordania y ahora está bajo el control del presidente Mahmud Abás y su Autoridad Palestina; y el otro, en la Franja de Gaza, antes parte de Egipto, y ahora bajo el control de Hamás y la Yihad Islámica.
A lo largo de los dos últimos años, Abás y otros líderes de la Autoridad Palestina han cogido la costumbre de culpar de todo lo que no les gusta a la Administración Trump y su "Acuerdo del Siglo".
En lo que respecta a la Autoridad Palestina, incluso la parte económica del plan de Trump, que les ofrece miles de millones de dólares para impulsar la economía palestina y mejorar sus condiciones de vida, es una "conspiración" relacionada con el "Acuerdo del Siglo".
La última pirueta de la Autoridad Palestina es afirmar —falsamente— que la construcción del nuevo hospital es también parte del "Acuerdo del Siglo" de Trump.
El Gobierno de la Autoridad Palestina —con Mohamed Shtayeh a la cabeza, al que Abás nombró primer ministro el mes pasado—, e ignorando por completo las necesidades de su población en la Franja de Gaza, se apresuró a rechazar el proyecto de hospital. Shtayeh y su gobierno no toman ninguna decisión salvo que haya sido aprobada por Abás. Esas decisiones son después apoyadas por los líderes de la Autoridad Palestina (incluidos Abás y sus funcionarios de la OLP y Fatah), que después las publican en sus medios oficiales.
En la campaña de la Autoridad Palestina contra el nuevo hospital, se puede ver otra prueba más de una mentalidad conspirativa que sigue siendo una epidemia entre los dirigentes palestinos. Por ejemplo, en los últimos dos años, los líderes palestinos han estado advirtiendo de una "conspiración" de EEUU e Israel para liquidar la causa palestina. Lo que parecen querer decir con esto es que cualquier propuesta de paz que no satisfaga las aspiraciones nacionales palestinas, como la de un Estado independiente con el este de Jerusalén como capital u obligar a Israel a absorber a millones de descendientes de los refugiados palestinos de una guerra que los árabes (Egipto, el Líbano, Siria, las fuerzas saudíes e Irak) iniciaron en 1948.
Aunque hasta ahora no ha salido a la luz ninguna "conspiración", los líderes palestinos consideran simplemente que los israelíes o los estadounidenses les ofrecen una "conspiración".
Cuando, en febrero, EEUU convocó una cumbre sobre Oriente Medio en Varsovia para intentar frustrar la invasión iraní, los líderes palestinos volvieron a afirmar que la reunión era una "conspiración" contra los árabes. De nuevo, no se causó ningún daño a los palestinos a consecuencia de la cumbre. Que los palestinos hablen de "conspiración" parecía absurdo, si no ridículo.
Algunos palestinos han llegado incluso a afirmar que la continua rivalidad entre Fatah, la facción gobernante de Abás y Hamás es fruto de una "conspiración" entre EEUU e Israel. La acusación se basa en la suposición de que Israel y EEUU no quieren la unión de los palestinos. Esta afirmación, por supuesto, tampoco tiene ninguna base: ni Israel ni EEUU tienen nada que ver con la disputa entre Fatah y Hamás. Recurrir a los intentos de algunos estados árabes para poner fin a la disputa no ha servido de nada por la falta de voluntad de Fatah y Hamás de aceptar concesiones mutuas.
La aversión de los líderes palestinos a Trump y la Administración estadounidense ha llegado al paroxismo, especialmente cuando los estadounidenses están yendo adelante con su plan de paz a pesar de la fuerte oposición palestina. Los líderes palestinos ven como la Administración Trump avanza con su plan en cooperación con algunos estados árabes, lo que para los líderes palestinos es darles la espalda a sus hermanos palestinos.
En los últimos años, los habitantes de la Franja de Gaza se han estado quejando de falta de medicinas y equipos médicos.
Si no se construye el hospital, a la población palestina de la Franja de Gaza se les habrá negado —por sus propios líderes— un recurso de incalculable valor.
Además, unos meses atrás, el Gobierno de la Autoridad Palestina anunció que iba a dejar de derivar a los palestinos a los hospitales israelíes. Esa decisión catastrófica sólo perjudicó al pueblo palestino.
El Gobierno de la Autoridad Palestina trató ilógicamente de justificar su decisión diciendo que la había tomado en respuesta a las cantidades que Israel deduce de los impuestos recaudados. Israel declara abiertamente que lo hace por los pagos que el Gobierno palestino hace a las familias de los terroristas palestinos, "presos de seguridad" y terroristas suicidas que creen que entrarán en el Paraíso como mártires o shahids, o que murieron en el transcurso de cometer un atentado contra Israel.
La Autoridad Palestina, al parar las derivaciones a los hospitales israelíes y privar a su población del acceso a un excelente tratamiento médico en Israel, ha puesto la vida de miles de sus ciudadanos en peligro. Varios palestinos han condenado la decisión por ser "equivocada", "precipitada" y "no calculada".
Los líderes de la Autoridad Palestina tienen razón en una cosa: una de las partes en este conflicto sí está utilizando la disputa para sus propios fines, pero no es la Administración Trump. La única parte que merece la culpa son Abás y sus socios. Están rechazando un centro médico que necesitan desesperadamente para poder seguir echando la culpa del sufrimiento de los palestinos de la Franja de Gaza a los pies de Israel. Abás parece temer que un nuevo hospital —que ha recibido la aprobación israelí— pueda quitarle el argumento de que Israel es responsable de la miseria palestina.
Abás responsabiliza a Israel de la crisis económica y humanitaria en la Franja de Gaza, mientras que oculta el hecho de que en los últimos dos años ha estado imponiendo duras sanciones a los habitantes de la Franja. Una de las sanciones fue suspender el sueldo de miles de sus propios empleados y las ayudas sociales a muchas familias palestinas necesitadas.
Además, al parecer, Abás no quiere que mejoren las condiciones de vida de su gente si viven bajo el régimen de Hamás. Parece estar esperando que, si la situación en la Franja de Gaza empeora, los palestinos acabarán rebelándose contra los rivales de Abás en Hamás y los expulsen del poder. Sin embargo, mientras Hamás siga con el control absoluto de Gaza, esa esperanza parece poco realista. No hay señales de que se vaya a producir ningún desafío importante para su régimen, salvo, quizá, el de Irán. Como era de esperar, los mulás de Irán han estado utilizando a Hamás como otro de sus satélites regionales, que ahora incluye a los huzis en el Yemen y a Hezbolá en el Líbano.
Por último, la Autoridad Palestina ha rechazado el nuevo hospital por una triste y vieja razón: al parecer quiere que todos los proyectos internacionales se canalicen exclusivamente bajo sus auspicios, lo que sin duda le facilita echarles la mano a buenas cantidades de dinero y transferirlo a las arcas personales de sus líderes.
La Autoridad Palestina es probablemente el único gobierno del mundo que considera la creación de un nuevo hospital una "conspiración". Queda por ver si la comunidad internacional cederá a la campaña de Abás y abandonará el proyecto de hospital, o si decidirá ayudar al pueblo palestino, cuyos líderes sólo saben ayudarse a sí mismos.