El régimen chino carece de ética o decencia, no está constreñido por la ley y no tiene el menor sentido de la contención. Ahora bien, dispone de la tecnología necesaria para crear una nueva especie de humanos reforzados genéticamente y que lleven el paso de la oca. En la imagen (Kevin Frayer/Getty Images), soldados del Ejército de Liberación del Pueblo desfilando por Pekín, China, el 1 octubre de 2019. |
Bing Su, genetista del estatal Instituto Kunming de Zoología, injertó recientemente el gen humano MCPH1, que desarrolla el cerebro, en un mono. Ello podría hacer que la inteligencia de ese animal fuera más parecida a la humana que la de los primates inferiores. El próximo experimento de Su será injertar en monos los genes SRGAP2C, relacionado con la inteligencia humana, y FOXP2, relacionado con las capacidades lingüísticas.
¿Acaso nadie en China ha visto El planeta de los simios?
O puede que sí. "El desarrollo biotecnológico está siguiendo en China una derrota verdaderamente macabra", escribe Brandon Weichert, de The Weichert Report, en un artículo publicado en American Greatness.
En una sociedad comunista con la ambición desatada, los investigadores están haciendo ciencia sobrecogedora. ¿Qué ocurre cuando mezclas el ADN de un cerdo con el de un mono? Que te cuenten los experimentadores chinos. ¿Y cuando desarrollas en animales órganos parecidos a los humanos? También te pueden contar.
Además, puede que Pekín esté ya diseñando supersoldados. "La inteligencia norteamericana dice que China ha llevado a cabo pruebas con efectivos del Ejército de Liberación del Pueblo para producir soldados con capacidades biológicas reforzadas", escribió John Ratcliffe, entonces director nacional de inteligencia, el pasado 3 de diciembre en un artículo titulado "China Is National Security Threat No. 1." ("China es la mayor amenaza para la seguridad nacional") y publicado en el Wall Street Journal.
No está claro hasta dónde han llegado los investigadores militares chinos. Ahora bien, están abogando por el empleo de la tecnología de edición genética CRISPR para mejorar las capacidades humanas, y la Comisión Militar Central del Partido Comunista está "apoyando la investigación en la mejora del rendimiento humano y un nuevo concepto de biotecnología".
El Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) está yendo con todo a la modificación genética de los humanos. Como han informado los destacados analistas Elsa Kania y Wilson VornDick, hay "llamativos paralelismos en cuestiones abordadas por una serie de investigadores del ELP y científicos de instituciones influyentes".
Todas estas actividades chinas tienen por objeto la "hegemonía biológica". Como advierte Ratcliffe, "no hay barreras éticas en la búsqueda del poder por parte de Pekín".
Está claro que el Partido Comunista no piensa solo en meros soldados. Así, un investigador chino es también la primera –y hasta ahora única– persona que ha modificado genéticamente embriones humanos que produjeron nacimientos de seres vivos.
Cuando trabajaba en la Universidad Meridional de Ciencia y Tecnología, en Shenzhen, He Jiankui utilizó el CRISPR-Cas9 para eliminar en dos hermanas gemelas nacidas a finales de 2018 el gen CCR5, a fin de conferirles inmunidad ante el VIH pero quizá también para potenciar su inteligencia. El experimento evocó el programa eugenésico del Tercer Reich para crear una raza superior.
China está trance de crear el "comunista perfecto", ha afirmado Weichert, autor de Winning Space ("Ganar el espacio"), a Gatestone. "China está gobernada por un régimen que cree en la perfectibilidad de la humanidad y, con el advenimiento de la genética y la investigación biotecnológica modernas, sus planificadores centrales disponen del propio genoma humano para perfeccionarlo de acuerdo con su agenda política".
Los científicos chinos ya han puesto rumbo al dopaje genético para hacer a las generaciones futuras más inteligentes e innovadoras que las de aquellos países que se nieguen a emplear sus controvertidos métodos. "Lo que estamos viendo en China es una convergencia de tecnología avanzada y biociencias de vanguardia capaz de alterar fundamentalmente toda la vida del planeta según los caprichos de un régimen nominalmente comunista", ha escrito Weichert.
Tras el clamor internacional provocado por sus peligrosos y antiéticos métodos, He fue finalmente multado y encarcelado por "llevar a cabo modificaciones genéticas ilegales de embriones humanos", pero, dado el régimen de vigilancia prácticamente total del Partido Comunista chino, obviamente contó con respaldo estatal para sus experimentos.
Sus esfuerzos no tenían, por otro lado, carácter aislado. En abril de 2015 Nature informó de que, en otro experimento inédito, investigadores de la Universidad Sun Yat Sen de Guangzhou modificaron embriones humanos no viables con el CRISPR-Cas9. "Una fuente familiarizada con esos trabajos de campo afirmó que había al menos cuatro grupos trabajando en la edición de embriones humanos en China", afirmaba en su web la conocida revista científica.
La persecución de He por parte de Pekín parece, pues, un intento de enfriar los ánimos e impedir que la comunidad científica internacional hiciera más preguntas respecto de las actividades que se están desarrollando en China.
Por desgracia, los avances chinos en modificación genética de embriones humanos para supersoldados están persuadiendo a otros para hacer lo mismo. Así, pronto tendremos Le Terminator. Y es que el Gobierno francés acaba de dar su visto bueno a los soldados aumentados. "Hemos de ser claros: no todos tienen los mismos escrúpulos que nosotros y hemos de prepararnos para un futuro así", declaró Florence Parly, ministra de las Fuerzas Armadas de Francia.
Michael Clarke, del Kings College de Londres, le dijo al tabloide británico TheSun que hay una competición biológica alimentada por China. ¿Habrá pronto una carrera de "Homo robocopus", por emplear una expresión de la Sociedad Internacional de Ética Castrense?
Si así fuera, Pekín no sería la única culpable. "Lo más perturbador de estos desarrollos es que China ha ganado acceso al CRISPR y a la investigación genética y biotecnológica avanzada gracias a sus relaciones con EEUU y otras naciones desarrolladas de Occidente", declaró este mes Weichert a Gatestone. "Los laboratorios de investigación, los inversores biotech y los científicos norteamericanos se han afanado en investigar y hacer negocios con el incipiente sector biotecnológico chino explícitamente porque sus estándares éticos para la investigación en ese asunto tan sensible son muy bajos".
"Esto se demostrará una amenaza estratégica de larga duración para EEUU que pocos en Washington, Wall Street o Silicon Valley comprenden", dice Weichert, en referencia a la rauda weaponización china de la biotecnología.
El régimen chino carece de ética o decencia, no está constreñido por la ley y no tiene el menor sentido de la contención. Ahora bien, dispone de la tecnología necesaria para crear una nueva especie de humanos reforzados genéticamente y que lleven el paso de la oca.