¿Por qué la Administración Biden sigue negociando con los mulás iraníes para resucitar el acuerdo nuclear y levantar las sanciones –lo cual reforzará notablemente a Teherán–, luego de que se les haya sorprendido tratando de secuestrar a Masih Alineyad, ciudadana norteamericana, en Brooklyn? En la imagen (Mike Coppola/Getty Images), Alineyad interviene en la Cumbre Mundial de las Mujeres celebrada en el Lincoln Center de Nueva York el 12 de abril de 2019. |
¿Por qué la Administración Biden sigue negociando con los mulás iraníes para resucitar el acuerdo nuclear y levantar las sanciones –lo cual reforzará notablemente a Teherán– luego de que se les haya sorprendido tratando de secuestrar a una ciudadana norteamericana en Brooklyn?
Incluso el Washington Post ha dicho que este intento de secuestro debería contemplarse en la Casa Blanca como una seria advertencia:
El mensaje para la Administración Biden, que ha manifestado frecuentemente su intención de defender a los disidentes pro democracia, es que dictaduras como la que rige en Irán no dejarán de lanzar ataques en los propios Estados Unidos a menos que se las detenga (...) Como Alineyad declaró al 'New York Times', los iraníes "no temen a América: me temen a mí".
Evidentemente, una dieta de apaciguamiento y servilismo norteamericanos no detendrá a dictaduras como la iraní a la hora de pergeñar actos hostiles.
La Fiscalía norteamericana ha acusado a cuatro iraníes –Alireza Shavaroghi Farahaní, alias Vezerat Salimi o Haj Alí, de 50 años; Mahmud Jazein, de 42; Kiya Sadeghi, de 35, y Omid Nuri, 45–, que se cree son agentes de inteligencia de la República Islámica, de conspirar para secuestrar a la periodista Masih Alineyad, que tiene doble nacionalidad irano-americana.
Una quinta persona, Nilufar Bahadorifar, residente en California y también originaria de Irán, ha sido acusada de procurar asistencia financiera al plan, de conspiración para la violación de las sanciones [contra Irán], de conspiración para cometer fraude bancario y electrónico y de conspiración para el lavado de dinero. Audrey Strauss, fiscal del Distrito Sur de Nueva York:
Presuntamente, cuatro de los acusados vigilaron y planearon secuestrar a una ciudadana norteamericana de origen iraní crítica con la autocracia y llevarla a la fuerza a Irán, donde, en el mejor de los casos, su futuro sería incierto.
Al tratar de secuestrar a una ciudadana norteamericana en suelo norteamericano, Irán violó activamente la soberanía de EEUU. Aun así, la Administración Biden no sólo sigue sin decir nada sobre el incidente, sino que ha anunciado que seguirá tratando de resucitar el grotesco acuerdo nuclear de 2015, que no sólo permite a Irán poseer una cantidad ilimitada de armamento nuclear tras la fecha de expiración del mismo, sino que levanta las sanciones que actualmente pesan sobre la economía de los mulás. Por lo visto, los norteamericanos quieren recompensar a estos por hacerse con Siria, el Yemen, el Líbano, Irak y, pronto, posiblemente, Jordania. Así que ¿qué incentivo tienen los iraníes para detenerse?
También es extremadamente preocupante que Teherán tenga agentes en EEUU.
Se ha informado de que el régimen iraní contrató a investigadores privados para que vigilaran a la señorita Alineyad, y que pensaba trasladarla a Venezuela en barco y desde allí mandarla a Irán. El Departamento de Justicia ha explicado la operación en detalle:
Como parte del complot para el secuestro, la red de inteligencia capitaneada por Farahaní (...) investigó métodos de trasladar a la Víctima 1 fuera de EEUU para entregarla a Irán. Así, Sadeghi investigó un servicio que ofrecía lanchas rápidas de tipo militar para evacuar [a Alineyad] de Nueva York y hacer un viaje marítimo hasta Venezuela, país cuyo Gobierno 'de facto' tiene relaciones estrechas con Irán. Jazein investigó rutas para ir desde la residencia de la Víctima 1 hasta un vecindario costero de Brooklyn; la localización de la residencia de la Víctima 1 en relación con Venezuela y la localización de la residencia de la Víctima 1 en relación con Teherán.
El régimen iraní tiene una magnífica relación con Venezuela, y sigue afianzando sus lazos militares, políticos y económicos con ella. De hecho, Teherán lleva años sirviéndose de Venezuela para incrementar su influencia –y la presencia de sus aliados– en Latinoamérica y América del Norte. Venezuela ha entregado miles de pasaportes a ciudadanos iraníes, documentos que permiten viajar a Norteamérica o a Europa.
Sólo hace unos años, EEUU parecía preocupado por la presencia de los peones de Irán en Venezuela. El embajador Nathan Sales, coordinador de Contraterrorismo en el Departamento de Estado, declaró hace poco más de un año:
Nos preocupa que Maduro haya brindado refugio a una serie de grupos terroristas, sobre todo al ELN [Ejército de Liberación Nacional colombiano] pero también a disidentes de las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia] que rechazaron el acuerdo de paz [firmado por dicha organización y Juan Manuel Santos, el entonces presidente de Colombia], así como a partidarios y simpatizantes de Hezbolá.
Aunque el presente incidente sea el primero en que el régimen iraní ha sido sorprendido tratando de secuestrar a un disidente en territorio norteamericano, no es la primera vez que Teherán ha tratado de secuestrar o atraer de vuelta a Irán a disidentes y periodistas, o sofocar la libertad de expresión. A finales de 2020 ejecutó a un conocido disidente. Se informó de que Ruholá Zam, periodista que vivía exiliado en Francia y dirigía Amad News –cuyo canal en Instagram se dice que tenía más de un millón de seguidores–, fue secuestrado por individuos que trabajaban para el régimen de Irán poco después de que abandonara Irak el 11 de octubre de 2019.
Desde la Revolución Islámica (1979), Teherán trata de convertirse en la potencia hegemónica no sólo de Oriente Medio –he ahí sus constantes maniobras para controlar el Líbano, Siria, Irak, el Yemen, la Margen Occidental y la Franja de Gaza– sino del planeta. Al mismo tiempo, advierte a su propia gente de que cualquier oposición al establishment político será castigada con dureza. Ahora, ni siquiera EEUU es un lugar seguro.
En otras ocasiones, Irán ha asesinado a disidentes en el extranjero o tratado de ejecutar actos terroristas. En junio de 2018 intentó atentar contra una convención celebrada en París a la que asistió el autor de este artículo, así como personalidades de primer nivel como el ex ministro canadiense de Exteriores John Baird. Unos meses más tarde, en octubre, un diplomático iraní y varios individuos de origen iraní fueron detenidos en Francia, Bélgica y Alemania por lo que oficiales franceses de inteligencia concluyeron fue un complot iraní para perpetrar un atentado.
Ahora, la Administración Biden, en su transparente afán por retomar las negociaciones sobre el fútil PAIC, que refuerza la capacidad nuclear iraní, no ha hecho más que envalentonar al régimen iraní. ¿Se dará alguna vez cuenta de que, para llevar la paz a la región y, por extensión, al resto del mundo, las negociaciones, las concesiones y el ofrecimiento de incentivos a los mulás, simplemente, no funcionan?