Los europarlamentarios que se precipitan a reconocer un Estado palestino están ignorando el hecho de que los palestinos llevan siete años sin un Parlamento activo.
Su Parlamento, denominado Consejo Legislativo Palestino (CLP), lleva paralizado desde 2007, cuando Hamás tomo por la fuerza el control de la Franja de Gaza y expulsó a la Autoridad Palestina (AP).
Estos europarlamentarios también están haciendo la vista gorda ante el hecho de que, tanto en la Margen Occidental (con la AP) como en Gaza (con Hamás), no se respeta el imperio de la ley, la libertad de expresión, la transparencia ni la responsabilidad.
Además, la semana pasada el Parlamento Europeo adoptó una resolución en la que se reconoce en principio al Estado palestino. Un total de 489 parlamentarios votó a favor, mientras que 88 lo hicieron en contra.
Resulta irónico que la votación en el Parlamento Europeo coincidiera con una represión sin precedentes por parte de los dirigentes de la AP sobre el CLP y su secretario general, Ibrahim Jraiseheh, en Ramala.
Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina, ordenó el arresto de Jraisheh por haber criticado, supuestamente, al primer ministro Rami Hamdala. Tras las enérgicas protestas de los dirigentes de diversas facciones palestinas, que calificaron la decisión como una flagrante violación de la libertad de expresión, Abás se vio obligado a dar marcha atrás.
Pero ése no fue el final de la historia para el rais. Tras cancelar la orden de detención contra Jraisheh, Abás envió policías a la sede del Parlamento, en Ramala, para evitar que el secretario general accediera al complejo. La presencia de policías en la entrada principal del edificio suscitó duras críticas por parte de numerosos palestinos.
Jraisheh fue expulsado de su puesto porque osó criticar al Gobierno palestino a cuenta de la detención de Basam Zakarneh, líder del sindicato de empleados públicos de la Margen Occidental. Muchos palestinos también han criticado el arresto de Zakarneh por considerarlo un atentado contra los derechos de los trabajadores y un intento de intimidarlos.
Pero el Parlamento Europeo y otros órganos legislativos que han votado a favor de reconocer al Estado Palestino no consideraron necesario comentar las medidas de Abás contra el CLP y uno de sus altos cargos.
Es muy probable que los europarlamentarios que votaron a favor del Estado palestino no estén al corriente de lo que el exministro de Justicia de la AP, Freih Abu Medein, tiene que decir acerca de la ley y el orden en la Autoridad Palestina.
Abu Medein esbozó un sombrío panorama de cómo sería el futuro Estado palestino. En un artículo muy crítico, publicado hace dos semanas, el exministro escribía lo siguiente:
La situación en Palestina no se ajusta en absoluto a la democracia o al imperio de la ley, porque la mentalidad palestina es demasiado tosca como para poder asumir la transparencia de la ley y sus regulaciones y provisiones.
El mordaz ataque de Abu Medein, dirigido primera y principalmente contra Abás, concluía con un llamamiento a los palestinos para que "despierten y contemplen la pérdida de leyes, derechos y seguridad" en las zonas controladas por la Autoridad Palestina y Hamás.
El exministro de Justicia de la AP no es el único palestino destacado que parece entender que, en las presentes circunstancias, un Estado palestino sería de todo menos democrático.
Hace quince días aparecieron unas declaraciones de Yaser Abed Rabo, secretario general de la OLP –hasta ahora considerado como uno de los principales confidentes de Abás–, en las que criticaba duramente el mandato "dictatorial" del presidente de la AP.
Abed Rabo, que se refirió a Abás por su nombre de guerra, dijo:
Abu Mazen quiere concentrar toda la autoridad en sus manos y en las de sus fieles. Actúa de forma dictatorial, y quiere tener el control de todo, sobre todo de las finanzas, No sé qué es lo que quiere este hombre, ni por qué se comporta así. ¿Qué ocurrirá tras la marcha de Abu Mazen?
A los parlamentarios de Suecia, Gran Bretaña, Francia y Portugal que votaron a favor de reconocer el Estado palestino no parecen importarles sus homólogos palestinos, a quienes se les ha impedido el ejercicio de sus obligaciones parlamentarias como consecuencia de la lucha de poder entre Hamás y la facción de Fatah de Abás.
Tampoco parece importarles que el Estado palestino sea otra corrupta dictadura en la que no haya lugar para el imperio de la ley, la transparencia o la libertad de expresión.
Evidentemente, los parlamentarios occidentales no ven nada malo en las acciones de los dirigentes palestinos ni en las de Hamás. Están dispuestos a votar a favor de un Estado palestino aunque no parezca que éste vaya encaminado a la democracia y la transparencia.
De hecho, estos parlamentarios actúan en contra de los intereses de los palestinos, que, evidentemente no desean otra dictadura corrupta en el mundo árabe. Al hacer la vista gorda ante las violaciones de derechos humanos, los ataques a la libertad de expresión, al poder judicial y al sistema parlamentario en los territorios palestinos, los parlamentos occidentales están allanándole el camino a la creación de un Estado corrompido llamado Palestina.