El bombazo que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, amenazó con soltar durante su discurso ante Naciones Unidas finalmente no se materializó. Resulta que el planeado bombazo iba a consistir en el anuncio de un Estado palestino "bajo la ocupación israelí".
Si cualquiera puede subirse al estrado de Naciones Unidas y proclamar unilateralmente un Estado, recomiendo a los líderes de los kurdos, los catalanes, los drusos o de cualquier grupo étnico que considere que tiene derecho a la independencia que se dirijan a la sede de la organización y lo hagan.
Al parecer, la Administración estadounidense aconsejó a Abás que no hiciera el anuncio, y éste se echó atrás.
El rais ha tenido un limitado éxito en su recorrido por los foros oficiales de Naciones Unidas y de la Unión Europea, que parecen estar de acuerdo con sus planes pero que no tienen en cuenta la catástrofe regional que supondría sustituir a Israel (la única democracia de la zona que reconoce plenos derechos humanos e igualdad a todos sus ciudadanos, árabes incluidos) por un régimen corrupto y represor.
Las encuestas muestran insistentemente que los árabes de Israel –que suponen cerca de una quinta parte de la población, y que poseen sus propios partidos y representantes en el Parlamento– preferirían evidentemente (aunque en secreto, por lealtad comunitaria) permanecer en Israel a estar en un país árabe, aunque fuera el suyo. La comunidad internacional tampoco parece tener en cuenta que relegar a Israel reforzaría los planes de los islamistas políticos y crearía una mayor inestabilidad en la región.
Si Abás hubiera seguido adelante y hecho su anuncio, no sólo habría sido un gesto huero, sino una clara violación de los Acuerdos de Oslo y de otros tratados aprobados internacionalmente que, para empezar, son los que dieron validez a la Autoridad Palestina.
Abás ha afirmado tres falsedades en sus conversaciones con las autoridades de Naciones Unidas durante su visita a Nueva York:
En primer lugar, culpó a Israel de las actuales tensiones en el Monte del Templo, cuando en realidad los altercados han sido provocados por musulmanes palestinos: han profanado sus propias mezquitas, cuyo mobiliario han destrozado para construir barricadas tras las que parapetarse mientras lanzaban piedras, bombas incendiarias y misiles contra los no musulmanes que se encontraban en el Monte.
Abás también acusó a Israel de no resucitar las negociaciones de paz, cuando fue él quien constantemente las paralizó y abandonó frente a sucesivos primeros ministros israelíes, y se negó a responder a las reiteradas peticiones del actual premier, Benjamín Netanyahu, de reunirse con él "cuándo y donde fuera". De hecho, Netanyahu invitó a Abás a encontrarse con él esta semana, durante la estancia de ambos en Nueva York, invitación que fue nuevamente rechazada.
El presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, se dirige a la Asamblea General de Naciones Unidas el 26 de septiembre de 2014. (Imagen: ONU) |
Abás también se quejó de que, supuestamente, Israel no había puesto en práctica los acuerdos con los palestinos, pero no especificó a qué acuerdos se refería.
Irónicamente, lo único que mantiene a Abás con vida mientras sus rivales de Hamás y los desertores de su propio partido tratan de matarlo y de arrebatarle los territorios bajo su control es la constante protección de las fuerzas de seguridad israelíes.
En el fondo, son la Unión Europea y la Autoridad Palestina quienes están violando los numerosos acuerdos internacionales firmados. Todo el mundo está invitado a ir a Israel a comprobar cómo se construyen edificios ilegalmente en lo que, según los Acuerdos de Oslo, es la Zona C. Dicha zona, según especifican los acuerdos, está bajo pleno control administrativo y militar de Israel hasta que se firme un acuerdo permanente de paz entre las partes. En otras palabras: en el ínterin, ni la Autoridad Palestina, ni Israel ni nadie puede construir nada o plantar una bandera en cualquier punto de la Zona C. Por desgracia, ha habido innumerables incumplimientos de este protocolo. Por eso la UE y diversos Gobiernos europeos, entre ellos el francés y el neerlandés, son cómplices de la AP en la violación, plena e intencionada, de sus propios acuerdos.
Es la Autoridad Palestina de Abás la que, en colusión con diversos Gobiernos europeos, está incumpliendo los acuerdos firmados con Israel. Es más: según los Acuerdos de Oslo, la AP sería un organismo temporal, no permanente.
Últimamente Abás ha estado insistiendo en que se iba a retirar: una amenaza hueca dirigida a la comunidad internacional para sugerir que sin él vendría el caos. La comunidad internacional haría bien en no caer en esta u otras tretas, a menudo apoyadas por el BDS y otros movimientos más preocupados por odiar a Israel que por ayudar a los palestinos.
Si realmente se quiere ayudarlos, habría que tratar de librarlos de líderes corruptos y represores, no apoyarlos. El pueblo palestino se merece algo mejor.