"Estás sentenciada a muerte. Es sólo cuestión de tiempo". Este mensaje, en árabe, le fue enviado por islamistas a Laurence Marchand-Taillade, secretaria nacional del Parti Radical de Gauche (Partido Radical de Izquierda). Ahora vive bajo la protección de la policía francesa.
Marchand-Taillade obligó a que los Hermanos Musulmanes retiraran, presionados por el Ministerio de Interior de Francia, su invitación a tres fundamentalistas islámicos a dar una conferencia en Lille. Los islamistas en cuestión eran el sirio Mohamed Rateb al Nabulsi, el marroquí Abuzaid al Mokrie y el saudí Abdulah Salah Sana'an, que consideran que la homosexualidad es punible con la muerte, que la coalición internacional contra el Estado Islámico es "infiel", que los judíos "destruyen las naciones" y que sólo debe permitirse la música religiosa.
Laurence Marchand-Taillade publicó un artículo en Le Figaro en el que pedía que se vetara a estos islamistas y su "mensaje antisemita y proyihadista".
En la revista Marianne, Marchand-Taillade firmó entonces, junto al periodista francoargelino Mohamed Sifaui, un artículo que pedía la dimisión de los líderes del Observatorio del Laicismo.
"Soy la presidenta de una asociación que apoya el laicismo en el Valle del Oise", me dijo Marchand-Taillade en una entrevista...
... y durante años, he visto sacrificios y compromisos irracionales por parte del Observatorio Nacional del Laicismo, que ha alentado el comunitarismo radical participando en foros como 'Estamos Unidos, con el rapero Médine, que ha pedido la 'crucifixión de los laicistas', el 'Colectivo contra la Islamofobia y Nabil Enasri, miembro de los Hermanos Musulmanes en Qatar. El presidente del Observatorio del Laicismo, Jean Louis Bianco, dio crédito a estas organizaciones salafistas que están en guerra contra nuestros valores. (...)
Desde los primeros meses de 2014, empecé también a informar a las autoridades de la llegada de imanes como Nader Abu Anas, que justifica la violación marital, y Hatim Abu Abdilah, que promete 'un cruel castigo' para las mujeres. Después fui a Lille, los días 6 y 7 de febrero, donde Tariq Ramadan y otros adoctrinaban a nuestros jóvenes.
Desde entonces, su vida nunca volvió a ser igual.
¿Cómo reaccionó a la sentencia de muerte?
Tras unos instantes de miedo, pensé que si existen estas amenazas es porque mi lucha arruinó los planes de los Hermanos Musulmanes sacándolos a la luz. Decidí no rendirme. Los islamistas empezaron un largo proceso de infiltración en todos los sectores de la sociedad civil. El concepto se basa en las doctrinas escritas de Hasan al Bana, abuelo de [Tariq] Ramadan. Su bandera tiene dos espadas y el Corán; el adoctrinamiento y la violencia son los métodos para hacerse con el poder. Han elegido Francia por varios motivos: tiene una gran población del norte de África; es un país secular donde puedes aprovechar las libertades de la democracia contra ella, y tiene políticas débiles. La única manera de frenar la amenaza es reafirmar el laicismo y la libertad absoluta de conciencia. No podemos permitir que segmentos enteros de la población francesa caigan en la trampa de odiar al país donde han nacido y, sobre todo, que los considera parte de la nación. Es elegir la civilización, mientras se está produciendo un intento de destruir dos siglos de progreso para la humanidad.
Lo que le ha sucedido a Marchand-Taillade –la protección policial que necesita las 24 horas del día por haber ejercido su derecho constitucional a la libertad de expresión– nos dice mucho sobre Francia, donde decenas de académicos, intelectuales, novelistas y periodistas tienen que vivir ahora bajo protección policial por sus críticas al islam.
No son sólo políticas como Marine Le Pen y Samia Ghali, alcaldesa de Marsella, y no son sólo jueces como Albert Lévy, que ha llevado a cabo investigaciones sobre los fundamentalistas islámicos.
El más famoso es Michel Houellebecq, autor de la novela Sumisión, que vive bajo la protección de la gendarmerie desde que publicó su última novela. También hay haute protection ("alta protección") para Éric Zemmour, autor de Le Suicide Français. Dos policías le siguen dondequiera que vaya, y también al juzgado, donde organizaciones musulmanas intentaron difamarlo a él y a su obra acusándole de "islamofobia" para silenciarlo.
El director de Charlie Hebdo, "Riss", y el resto de dibujantes, viven bajo protección policial, y su nueva redacción está en un lugar que no se ha hecho público. Mi amigo Robert Redeker, profesor de Filosofía condenado a muerte en 2006 por los islamistas por un artículo que escribió en Le Figaro, sigue viviendo como un fugitivo, como si fuese un preso político en su propio país. Ha cancelado sus cursos y conferencias, ha vendido su casa, celebró el funeral de su padre en secreto y la boda de su hija fue organizada por la policía.
Mohamed Sifaui, que se infiltró en una célula francesa de Al Qaeda y ha escrito un impactante libro, Combattre le terrorisme islamiste ("Combatir el terrorismo islamista") también vive bajo protección policial. Su foto y su nombre aparecen en páginas web yihadistas junto a la palabra "murtad" ("apóstata").
El filósofo y ensayista francés Michel Onfray acaba de cancelar la publicación que tenía prevista de un ensayo crítico con el islam. Afirma que no hay "debate posible" en el país tras los 13 atentados de noviembre en París (su libro se acaba de publicar en mi país, Italia).
Frédéric Hazia, periodista radiofónico y colaborador de la revista Le Canard Enchaîné ha sido objeto de amenazas terroristas y está bajo protección, al igual que Philippe Val, exdirector de Charlie Hebdo y France Inter, que decidió publicar las viñetas de Mahoma en 2006. El periodista francoargelino Zineb Rhazaui va siempre rodeado de seis policías, como el valiente imán Hasen Chalgoumi, que va protegido como si fuese un jefe de Estado.
En Gran Bretaña, la fatwa de 1989 contra Salman Rushdie despejó cualquier duda entre los académicos y periodistas sobre si era apropiado o no criticar el islam. En los Países Bajos, bastó con disparar a Theo Van Gogh por haber hecho una película, Sumisión, sobre una mujer que sufrió abusos en un matrimonio forzoso. El diputado holandés Geert Wilders tuvo que debatir llevando chalecos antibalas y Ayan Hirsi Ali, que escribió el guion de Sumisión, huyó del país y se refugió en Estados Unidos. En Suecia, el artista Lars Vilks vive ahora como una sombra. En Dinamarca, la redacción del periódico Jyllands Posten, que publicó originalmente las viñetas de Mahoma, tiene una valla de alambre de púas de dos metros de alto y un kilómetro de largo. Se ha convertido en una especie de embajada estadounidense en Oriente Medio.
En Francia, la temporada de caza sigue abierta para los críticos del islam, incluso después de haber diezmado a los valientes artistas de Charlie Hebdo. Pero, ¿por cuánto tiempo?