Una serie de incidentes violentos en Belén, el lugar de nacimiento de Jesús, y en las localidades vecinas de Beit Yala y Beit Sahur han dejado a los cristianos preocupados por su seguridad y su futuro bajo la Autoridad Palestina (AP).
Son muchos los cristianos residentes en esas localidades que se quejan de que la AP no hace lo suficiente por castigar a quienes atacan iglesias y negocios de propiedad cristiana. Los autores son musulmanes, mayoritarios en la zona de Belén.
A principios de este año, el pastor evangélico palestino Johnny Shahwan fue detenido por las fuerzas de seguridad de la AP acusado de «promover la normalización» con Israel. La detención se produjo después de que Shahwan, fundador y presidente de la junta directiva de la Casa del Encuentro (Beit al Liqa) de Beit Yala, apareciera en una foto junto al rabino Yehuda Glick, exmiembro del Parlamento israelí (Knéset).
Beit al Liqa es una comunidad cristiana y también un centro de formación. Acusado de acoger al rabino junto a un grupo de turistas alemanes, la AP ordenó su clausura durante una semana. Después de que la foto del pastor y el rabino apareciera en las redes sociales, hombres armados no identificados dispararon contra el centro. Nadie resultó herido y no se registraron daños. Según algunas informaciones, el pastor recibió escolta durante más de un mes para protegerlo de los palestinos que amenazaban su vida.
En otro incidente, ocurrido a principios de año, un numeroso grupo de musulmanes enmascarados armados con palos y barras de hierro atacaron a los hermanos cristianos Daúd y Daher Nasar mientras trabajaban en sus tierras. Bshara Nassar, hijo de Daher, comentó:
Estoy especialmente desolado por el hecho de que este [ataque] haya sido cosa de un grupo de palestinos enmascarados de la aldea vecina de Nahalín. Seguro que esto no refleja ni representa al pueblo palestino, y no sabemos los motivos ni quién está detrás. Pero es muy duro ver a nuestros hermanos palestinos atacando a la familia. La familia exige justicia y que los responsables rindan cuentas de sus actos.
A principios de octubre, individuos armados dispararon contra el Hotel Belén por exhibir símbolos judíos en una de sus dependencias. Los pistoleros acusaron al establecimiento, de propiedad cristiana, de «promover la normalización con Israel» por la estrella de David y la menorá de cartón que adornaban un salón. El Ministerio de Turismo palestino ordenó el cierre del mismo e informó de que había iniciado una investigación sobre las afirmaciones de que el hotel se estaba preparando para acoger una celebración judía.
El aterrorizado director del establecimiento, Elías al Arya, negó las acusaciones declarando a la emisora de radio Mawal que un grupo de turistas filipinos se estaba preparando para celebrar una conferencia religiosa cristiana en la sala de reuniones. «No permitimos que los judíos vengan aquí», dijo al Arya. «Nunca celebramos fiestas judías».
La facción gobernante Al Fatah, liderada por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, emitió un comunicado en el que condenaba el intento de celebrar una «fiesta sionista» en el hotel hablando de «puñalada a Belén y traición a las tradiciones y valores de Tierra Santa».
El más reciente ataque anticristiano tuvo lugar a finales de octubre, cuando decenas de musulmanes atacaron la iglesia ortodoxa de los Antepasados en Beit Sahur. Durante el ataque, los asaltantes lanzaron piedras contra el tiempo, hiriendo a varios cristianos.
Los residentes de la localidad, de mayoría cristiana, pidieron a la AP que detuviera a todos los implicados. Dijeron que el ataque al templo era un ataque a toda la localidad. Tras el incidente, las campanas de la iglesia repicaron en demanda de ayuda, y algunos vídeos que circulan por las redes sociales muestran a los atacantes lanzando piedras contra el recinto.
El arzobispo ortodoxo griego Atalah Hana denunció el ataque como «impactante» y «horrible». Y añadió:
El ataque a la iglesia es un acto criminal por excelencia. La iglesia no es un lugar para ajustar cuentas y expresar el odio de quienes han perdido su humanidad y el sentido patriótico.
Shadi Jalul, destacado defensor de los derechos de los cristianos, reaccionó declarando:
«La tribu árabe musulmana de los Atamra atacó ayer por la noche la iglesia cristiana de Bet Sahur, cerca de Belén. ¿Han visto alguna vez a un cristiano atacar una mezquita en ciudades mesorientales de mayoría cristiana? Por supuesto que no. Esto demuestra la diferencia de cultura, fe, respeto y reconocimiento existente.
La Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa también condenó el ataque:
Un grupo de hombres atacó la iglesia de Beit Sahur tras una pelea entre jóvenes. Condenamos este ataque y exigimos que la Autoridad Palestina lleve a los atacantes ante la justicia lo antes posible. Por otra parte, elogiamos a todas las personas, de distintas confesiones y familias, que llegaron al lugar e hicieron todo lo posible para proteger el templo. Esperamos que no se produzcan incidentes similares en el futuro e instamos a todos a mantener los lugares de culto alejados de cualquier disputa.
Como en ocasiones anteriores, la AP no ha tomado medidas reales para castigar a quienes atacan a los cristianos o sus lugares sagrados en la zona de Belén. En abril de 2002, varios hombres armados asaltaron la iglesia de la Natividad. Tres monjes que fueron tomados como rehenes consiguieron huir por una puerta lateral; entonces dijeron a los oficiales del Ejército israelí que los asaltantes robaron oro y otros bienes, como crucifijos y libros de oraciones.
Este tipo de incidentes son la principal razón por la que numerosos cristianos ya no se sienten seguros en las zonas controladas por la AP. El número de cristianos ha disminuido considerablemente en las últimas décadas: si en 1948 representaban el 18% de la población de la Margen, Gaza e Israel, hoy son sólo el 2%. En Belén han pasado del 80 al 12%. Muchos se han trasladado a Estados Unidos, Canadá y Europa.
Los ataques musulmanes a cristianos son a menudo ignorados por la comunidad internacional y los medios de comunicación, que parecen hablar sólo cuando pueden encontrar una manera de culpar a Israel.
Otro factor preocupante es que los líderes de la comunidad cristiana de la Margen son reacios a responsabilizar a la AP y a sus vecinos musulmanes de los ataques. Temen las represalias y prefieren seguir la línea oficial de responsabilizar a Israel de las penurias de la minoría cristiana.
Lamentablemente, cabe suponer que la situación de los cristianos palestinos no hará más que agravarse, ante el silencio de la comunidad internacional y el miedo demasiado justificado a las represalias que atenaza a sus propios dirigentes.