La caída del régimen de los Hermanos Musulmanes en Egipto ha despertado temores en Jordania de que los islamistas puedan tratar de exportar su crisis al reino hachemita, uno de los primeros países árabes que expresaron su apoyo al golpe incruento que derribó a Mohamed Morsi.
Pese a que el rey Abdalá parece aliviado por el colapso del régimen de los Hermanos Musulmanes, tiene, sin embargo, buenos motivos para estar preocupado por los crecientes intentos de socavar su monarquía.
En los últimos días se han producido signos de los inminentes problemas que aguardan al rey, como cuando partidarios de los Hermanos reclutaron a refugiados sirios en Jordania para que participaran en manifestaciones pro Morsi en Amán y otras ciudades del país.
El rey Abdalá considera que la reciente revolución egipcia es un golpe contra sus enemigos políticos de la rama jordana de los Hermanos Musulmanes, algo en lo que coincide con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que, sin duda, espera que el derrocamiento de Morsi debilite a sus rivales de Hamás.
De hecho, Hamás y los Hermanos Musulmanes de Jordania parecen haber sufrido un grave revés como resultado de la pérdida de sus patronos egipcios.
El rey Abdalá y sus fieles parecen temer ahora que la Hermandad egipcia esté elaborando un plan para provocar disturbios en Jordania, a fin de socavar, o, probablemente, derrocar, a la monarquía, como represalia por la destitución de Morsi.
El fin último declarado por los islamistas es, por supuesto, sustituir la monarquía por un Estado islamista radical, que sería una fuente de inestabilidad en la región y supondría una amenaza para Israel, Estados Unidos y los árabes y musulmanes moderados.
Sin una ayuda financiera y militar masiva e inmediata por parte de Occidente y de los países petroleros del Golfo, Jordania no será capaz de hacer frente a la amenaza de los Hermanos Musulmanes y de sus aliados.
Como medida cautelar, las autoridades jordanas han reforzado la cooperación en cuestiones de seguridad con el Servicio General de Inteligencia y con el Ejército de Egipto, para poder frustrar así cualquier intento de desestabilizar la seguridad del reino.
En el marco de estos esfuerzos, el rey Abdalá envió esta semana a El Cairo a su ministro de Exteriores, Naser Judeh, para que transmitiera el apoyo jordano a "la prosperidad y el progreso" de Egipto.
Judah también entregó una carta del rey al presidente interino, Adli Mansur, en la que se afirmaba "el apoyo de Jordania a Egipto para superar las circunstancias por las que atraviesa y preservar su seguridad y estabilidad".
Además de reforzar la coordinación en cuestiones políticas y de seguridad con los nuevos gobernantes egipcios, el rey Abdalá ha lanzado una campaña mediática para desacreditar a los islamistas de su país.
Algunos analistas y columnistas políticos jordanos afines a la monarquía hachemita han sido reclutados para dicha campaña. Uno de ellos, Mahmud Kraishan, escribió que los Hermanos Musulmanes de Jordania deben "aprender la lección y reconsiderar su política".
Asimismo, instó a las fuerzas de seguridad jordanas a estar alertas a "oportunistas y violentos que pretenden socavar la estabilidad del reino".
Otro columnista, Samer al Jatib, acusó a los líderes de los Hermanos Musulmanes jordanos de explotar a los jóvenes e incitarlos en contra de la monarquía. En esa línea, escribió:
Algunos dirigentes de los Hermanos Musulmanes de Jordania han mantenido una postura radical y hostil en contra del reino, que han expresado con maldiciones, vituperaciones, insultos y llamadas a la yihad y el asesinato. Todos recordamos la fetua [decreto religioso islámico] emitida por el jeque Mohamed Abu Fares, que establecía que cualquiera que resultara muerto en las manifestaciones de los Hermanos Musulmanes [en Jordania] sería un shahid [mártir], mientras que los que murieran haciendo frente a los manifestantes irían al infierno.
Son muchos quienes temen en Jordania que los islamistas de su país, a instancias de sus patronos egipcios, estén planeando violentas manifestaciones que puedan sumir al reino en un estado de caos y anarquía similar al existente en la actualidad en la península del Sinaí.