Mientras el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, sigue hablando de su compromiso con el proceso de paz y con la coordinación en materia de seguridad con Israel, su nuevo socio del Gobierno de consenso nacional, Hamás, parece estar preparándose para la guerra contra el enemigo sionista.
Por primera vez, Hamás ha preferido no impedir a otros grupos palestinos que lancen cohetes contra Israel desde la Franja de Gaza. Hasta hace poco, el movimiento había tomado medidas para que la Yihad Islámica y otros grupos terroristas no llevaran a cabo dichos lanzamientos y así evitar represalias israelíes.
No es que Hamás lo hiciera porque crea en el proceso de paz o porque se oponga a causar daño a civiles inocentes; el único motivo por el que actuaba para impedir los ataques con cohetes era su deseo de seguir en el poder y mantener vivos a sus líderes.
Pero después de firmar el acuerdo de reconciliación con Fatah, que tuvo como resultado la formación del Gobierno de consenso nacional, parece que la estrategia de Hamás ha cambiado.
Los dirigentes de Hamás parecen creer que, ya que se han convertido en parte del Gobierno de la Autoridad Palestina, respaldado por Occidente, el acuerdo con Fatah les proporcionará cierta clase de inmunidad contra las represalias israelíes.
Hamás parece esperar que el acuerdo de reconciliación, firmado en abril en la Franja de Gaza, legitime al movimiento islamista ante la comunidad internacional. El propio Abás contribuyó a dicha legitimación asegurando reiteradamente a Estados Unidos y a muchos países europeos que el nuevo Gobierno palestino reconocería a Israel y renunciaría a la violencia.
Hoy, sin embargo, ha quedado claro que el acuerdo de reconciliación entre Hamás y la facción de Fatah de Abás no ha tenido efecto moderador alguno sobre el movimiento islamista. Al contrario; Hamás parece encaminarse hacia más extremismo, y sus desafiantes líderes hablan ahora de los preparativos para una nueva intifada contra Israel.
El que fuera primer ministro de Hamás, Ismaíl Haniye, anunció la semana pasada que la intifada contra Israel ha comenzado de hecho en la Margen Occidental. "Las amenazas israelíes no nos asustan", ha declarado.
Otro dirigente de hamás, Mahmud Zahar, anunció que su movimiento era ahora capaz de lanzar cohetes contra cualquier ciudad de Israel:
Hoy, nuestros cohetes pueden alcanzar cualquier ciudad de la Palestina ocupada en cuanto queramos. Tenemos derecho a defendernos y a liberar nuestras tierras y lugares sagrados independientemente del precio, y pese a que sepamos que esto nos costará las vidas de nuestros hijos y nuestros hogares.
Hasta ahora, Abás no ha criticado a sus socios de Hamás por amenazar con lanzar cohetes contra Israel.
Pese a que Abás, formalmente, está a cargo de la Franja de Gaza, no ha exigido que Hamás desmantele su grupo armado, las Brigadas de Ezedín al Qásem, y otras ramas de la seguridad pertenecientes al movimiento islamista. Tampoco ha exigido el regreso de las fuerzas de seguridad de la AP a la Franja de Gaza.
De hecho, el acuerdo de reconciliación no ha cambiado la realidad sobre el terreno, sobre todo en la Franja de Gaza, que sigue bajo control de Hamás. Es cierto que el Movimiento Islámico de Liberación ha disuelto su Gobierno, pero sigue controlando toda la Franja de forma exclusiva, incluso tras la formación del Gobierno de consenso nacional.
Las acciones de Hamás y sus declaraciones de los últimos días demuestran que el movimiento sigue preparándose para la guerra contra Israel, pese a las aseveraciones de Abás de que el nuevo Gobierno rechazaría la violencia.
Hamás ha estado realizando "maniobras militares" este mes en diversas zonas de la Franja de Gaza, al parecer como preparación para una guerra contra Israel. Y no guarda sus planes en secreto.
Esas maniobras militares coinciden con el lanzamiento de los campamentos de verano de Hamás para niños palestinos en toda la Franja. Como en años anteriores, estos campamentos se emplean para dar entrenamiento en tácticas de guerrilla a niños en edad escolar.
Hamás dice que estos campamentos tienen un "aire de resistencia", para educar a nuevas generaciones de palestinos en la yihad.
Parece que el movimiento ha llegado a la conclusión de que el pacto de reconciliación con Abás no le servirá de nada. Como dijo uno de sus portavoces:
Hemos descubierto que Abás es el mismo. Afirma que quiere reconciliarse con nosotros, pero al mismo tiempo ayuda al enemigo sionista en su guerra contra Hamás en la Margen Occidental.
La negativa de Abás a pagar los salarios de más de 50.000 empleados de Hamás en la Franja de Gaza desde la formación del nuevo Gobierno no ha hecho sino reforzar la convicción del movimiento islamista de que el acuerdo de reconciliación con Fatah fue un mal trato.
Al parecer, Hamás se siente traicionado tanto por Abás como por su facción de Fatah. Todo ello mientras el rais sigue hablando de "unidad" palestina y de su compromiso con el proceso de paz con Israel.
Como les sucede a muchos dentro de la comunidad internacional, Abás sigue enterrando la cabeza en la arena al no querer ver lo que se proponen sus socios de Hamás.
El Gobierno de consenso nacional tendrá ahora que decidir si toma el camino de la paz con Israel o el de la guerra.