Recientemente, la Autoridad Palestina (AP) se ha visto presionada por políticos y Gobiernos occidentales para convocar elecciones en la Margen Occidental y Gaza, elecciones que ya hace mucho tendrían que haberse celebrado.
Pero quienes exigen que los palestinos celebren unas nuevas elecciones libres y democráticas están ignorando la posibilidad de que Hamás las vuelva a ganar.
La cúpula de la AP en la Margen Occidental es muy consciente de la elevada posibilidad que tiene Hamás de vencer en las elecciones. Por eso, el presidente Mahmud Abás y su facción de Fatah no están precisamente entusiasmados con esa idea.
Abás y Fatah aún tienen que recuperarse del trauma que sufrieron en las legislativas de 2006, que concluyeron con la victoria de Hamás y la subsiguiente expulsión de la Autoridad Palestina de la Franja de Gaza.
Recientemente, el rais y su facción sufrieron un nuevo golpe: el Bloque Islámico, vinculado a Hamás, logró una aplastante victoria en las elecciones al consejo de estudiantes de la Universidad Bir Zeit, en la Margen Occidental. Un indignado Abás reaccionó ordenando que sus fuerzas de seguridad arrestaran a diversos miembros del BI en varias universidades y facultades de la Margen. También ha dado instrucciones a todas las universidades para que desconvoquen las elecciones previstas para los consejos de estudiantes, ya que teme que Hamás también las gane.
Además, fuentes palestinas afirman que Abás ha ordenado una investigación sobre las circunstancias que llevaron a la derrota de los partidarios de Fatah en Bir Zeit. Al parecer, altos cargos de Fatah muy cercanos al presidente habrían puesto su cargo a disposición de éste por su responsabilidad en la victoria de Hamás.
Pero mientras que Abás y Fatah son conscientes del riesgo de celebrar elecciones legislativas y presidenciales, son muchos en Occidente los que prefieren hacer como los avestruces y se niegan a aceptar la realidad.
Tomemos, por ejemplo, el caso del expresidente estadounidense Jimmy Carter, que está tratando de persuadir a los palestinos para que celebren nuevos comicios.
El pasado día 2 Carter y diversos miembros del Comité de Sabios se reunieron con Abás en Ramala y le instaron a preparar elecciones legislativas y presidenciales.
Carter se dirigió a los periodistas tras la reunión y les dijo: "Esperamos ver en algún momento elecciones en toda la zona palestina y en Jerusalén Este, en Gaza y también en la Margen Occidental."
La ex primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, miembro del Comité de Sabios, también unió su voz a la de quienes piden unas nuevas elecciones palestinas.
Carter, Brundtland y sus amigos del Comité de Sabios en realidad están invitando a Abás y a Fatah a cometer un suicidio político al allanar el camino para una nueva victoria electoral de Hamás. Evidentemente, los líderes del Comité no se han enterado de los resultados de las elecciones en la Universidad Bir Zeit. Tampoco saben que Hamás y otros grupos extremistas islámicos, como Hizb al Tahir (Partido de la Liberación) y la Yihad Islámica Palestina, siguen manteniendo una fuerte presencia política en la Margen Occidental, incluso en algunas zonas de Jerusalén Este.
El expresidente norteamericano Jimmy Carter abraza y besa al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, durante su encuentro en Ramala el 2 de mayo de 2015. Carter dijo ese mismo día que no iba a solicitar una reunión con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, durante su visita a Israel y la AP porque "sería una pérdida de tiempo". (Imagen: Oficina del Presidente de la AP) |
De hecho, mientras la reunión se celebraba en Ramala, las fuerzas de seguridad de Abás actuaban enérgicamente contra gran número de miembros de la Yihad Islámica Palestina y de Hamás en la Margen Occidental, en un intento de debilitar a ambos grupos.
Pero lo que resulta aun más desastroso, pese a sus buenas intenciones, es que Carter y su Comité de Sabios creen que pueden hacer de mediadores entre Hamás y Fatah. En la reunión con Abás en Ramala instaron a poner en práctica el acuerdo de unidad que alcanzaron ambas formaciones en abril de 2014.
Ese acuerdo de momento no ha llegado a materializarse debido a las diferencias que sigue habiendo entre Hamás y Fatah. Abás no parece ansioso por aplicar el acuerdo debido al miedo de que la unión con Hamás provoque sanciones israelíes e internacionales contra su Autoridad Palestina. También le preocupa, por supuesto, que el movimiento islamista se valga del acuerdo de unidad para librarse de él y de la AP.
Abás también teme que el acuerdo de unidad sirva para envalentonar y legitimar a Hamás y para que éste salga de su cada vez mayor aislamiento, tanto a nivel local como internacional.
Quienes instan ahora a celebrar nuevas elecciones y a aplicar el acuerdo de unidad están, en realidad, allanando el camino a Hamás para que extienda su control más allá de la Franja de Gaza. Y lo que resulta aún más perturbador es que gente como Carter no considere a Hamás una organización terrorista, aunque la Autoridad Palestina y algunos países árabes estén librando una guerra contra el movimiento islamista.
En una entrevista con el Canal 2 israelí, Carter, que probablemente deseaba creer algo de lo que le cuentan, declaró que el líder de Hamás, Jaled Meshal, era un firme defensor del proceso de paz. El expresidente aseguró a continuación que Meshal había aceptado la solución de los dos Estados y que estaba a favor de la iniciativa árabe de paz de 2002, que reconoce el derecho de Israel a existir a cambio de una completa retirada tras las fronteras anteriores a 1967.
La defensa de Hamás por parte de Carter tiene lugar incluso mientras el movimiento y sus dirigentes siguen mencionando sus planes y deseos de destruir Israel. También coincide con sus actuales preparativos intensivos para una guerra contra los israelíes; y mientras excavan nuevos túneles y reconstruyen otros que fueron destruidos por el Ejército israelí en la Franja en la guerra librada hace menos de un año.
Unas elecciones libres y democráticas son lo último que necesitan ahora los palestinos. Esos comicios no harían más que allanar el camino a Hamás para que se hiciera con la Autoridad Palestina y sumiera toda la región en el caos y la violencia. Mientras la facción de Fatah de Abás no se considere una alternativa mejor que Hamás, sería demasiado arriesgado pedir a los palestinos que acudan las urnas. En vez de presionarlos para que celebren elecciones, los dirigentes mundiales deberían exigir a la Autoridad Palestina responsabilidad y transparencia.
También deberían instarle a que facilite el surgimiento de nuevos líderes y se libre de todos los corruptos representantes de la vieja guardia que llevan décadas en el poder. Por último, la comunidad internacional debería urgir a la Autoridad Palestina a abandonar su campaña de deslegitimación y aislamiento de Israel, que empuja a más palestinos en brazos de Hamás y de otros grupos radicales, porque consideran que si los israelíes son tan terribles como les cuentan, casi es mejor unirse a los grupos que se dedican a matarlos en vez de ponerse a hablar de paz.