El ISIS parece haber inspirado por primera vez un ataque en Estados Unidos. En Garland, Texas. Esto puede haber concitado la atención de mucha gente, porque, como suele ocurrir en la actualidad, gran parte de las informaciones y comentarios al respecto se han mezclado con otras cuestiones relacionadas.
Las cuestiones relacionadas son, en primer lugar, que el objetivo del ataque era un concurso de imágenes sobre cómo piensa la gente que sería Mahoma. También está la relacionada con la identidad de las personas que organizaron la muestra o hablaron en ella.
Bosch Fawstin (segundo por la izquierda), el dibujante que ganó el Concurso y Exhibición Artística sobre Mahoma en Garland, Texas, posa con su premio con (de izquierda a derecha) Robert Spencer, Geert Wilders y Pamela Geller. (Fuente: Atlas Shrugs blog). |
Pero volvamos a la cuestión principal. Desde enero ha empezado a aceptarse la idea de que grupos como el ISIS pueden inspirar atentados letales como los de París y Copenhague. Pero que suceda en Texas, nada menos, puede tener un efecto disuasorio sobre la libertad de expresión peor incluso que el de los ataques de París y Copenhague. Ningún país europeo tiene un compromiso constitucional con la libertad de expresión como el de Estados Unidos. Y Texas no chapotea en el relativismo moral y en el multiculturalismo temeroso de la mayoría de los países europeos.
Sobrevendrá la idea post Garland de que si puede actuar en Texas, el ISIS puede hacerlo en cualquier lugar. El mundo desarrollado en su totalidad es, por lo tanto, escenario potencial de un ataque del ISIS. Aunque nadie levantará las manos y se rendirá, tampoco nadie querrá llamar la atención diciendo o haciendo nada que pueda desagradar a semejantes censores homicidas.
La presencia de potentes fuerzas de seguridad ayuda a prevenir ataques, ciertamente, pero merece la pena recordar que el ISIS aprovechará esos ataques fallidos para volver a intentarlo con medios que considere más exitosos.
Sea como fuere, lo más impactante es lo silenciosos que se han vuelto muchos defensores habituales de la libertad de expresión.
Indudablemente, en parte tiene que ver con la extendida idea de que si dibujas a Mahoma o publicas viñetas de Mahoma estás, de alguna manera, poniéndote en la mira. Es vergonzoso, pero es exactamente así como se mezclan la censura y la autocensura.
El dibujo de Bosch Fawstin ganador del Concurso y Exhibición Artística sobre Mahoma celebrado en Garland, Texas. (Imagen: Bosch Fawstin). |
Muy pocos dirán que no dibujarán a un personaje histórico por miedo. Con cada ataque, la idea de que han fracasado se extiende entre quienes han rehusado publicar tales imágenes. Así que, para camuflar su vergüenza, se dicen a sí mismos que hay algo de provocador e irresponsable en desafiar a gente que desafía la libertad de expresión.
Aún podría uno obtener el apoyo de los que defienden la libertad de expresión si publicara accidentalmente un dibujo de Mahoma, pero no si lo hace deliberadamente y con total conocimiento de las consecuencias. Pero, por supuesto, es precisamente tras afrontar las consecuencias de desafiar a los aspirantes a censores cuando más importante es mantener el desafío, para que los tipos del Kalashnikov no dicten nuestras leyes y costumbres.
A medida que la gente elabora más sus justificaciones de lo que en el fondo desprecia, cada vez le es más difícil cambiar el rumbo.
Luego está ese otro tema, raramente abordado, que bien puede ser la razón de lo que distingue los asaltos registrados en Europa y la intentona de Texas. La matanza contra la revista satírica francesa Charlie Hedbo del pasado enero soliviantó a buena parte de la opinión pública occidental porque las víctimas eran dibujantes y editores de una publicación de izquierdas. La revista Charlie Hedbo tenía una visión laica y antiestablishment de la política francesa que gran parte de la izquierda mundial podría reconocer como propia.
La diferencia con la falta de solidaridad con el periódico danés Jyllands-Posten durante la crisis de las viñetas de Mahoma de 2005 es clara. En diversos grados, Jyllands-Posten fue descrito como un diario "conservador ". En ese contexto, sin saber si "conservador" significaba algo entre establishment y racista, a menudo surgía la sospecha de que había un motivo oscuro o ulterior para la publicación de las viñetas del fundador del islam.
De todas formas, no hay escapatoria. Tras la matanza, mucha gente se atrevió a difamar a los dibujantes asesinados de Charlie Hedbo tachándolos de racistas o ultraderechistas.
Los organizadores de la Iniciativa Americana para la Defensa de la Libertad (AFDI, por sus siglas en inglés), Pamela Geller y Robert Spencer, no son periodistas de izquierdas sino activistas conservadores. Y como además el político holandés Geert Wilders habló en el acto de apertura de la exposición, se añadió un factor de complejidad para la gente que gusta de poner etiquetas políticas en lugar de contemplar las cosas al margen de ellas. Parece claro, sin embargo, a tenor de las condenas de una parte y el silencio de la otra, que un dibujante puede ser digno de defensa si está asociado a una organización de izquierdas pero no si lo está con una de derechas.
Por supuesto, esta idea va ligada a una de las falsas presunciones de nuestro tiempo: que la gente de izquierdas tiene buenas intenciones incluso cuando hace cosas malas, mientras que la de derechas va de malas incluso cuando hace algo bueno. Así que un dibujo publicado por Charlie Hedbo puede ser considerado provocativo desde un punto de vista constructivo pero un acto auspiciado por la AFDI sólo puede ser visto como una provocación. Si la gente está dispuesta a admitirlo o no es uno de los principales problemas que subyacen a la reacción ante el ataque de Texas.
Ni que decir tiene que tal distinción es un error colosal. Cuando la gente prefiere centrarse en los motivos de las víctimas en lugar de en los de los atacantes deja de lado la cuestión más importante: que una exposición, o la libertad de expresión, ha sido puesta en el disparadero. El resto es narcisismo y cortedad.
No importa si eres de izquierdas o de derechas. No importa si eres americano, danés, holandés, belga o francés; si eres de Copenhague o de Texas. Estas particularidades pueden verdaderamente importar y ser infinitamente interesantes para la gente de esos países. Pero no le importa nada al ISIS y a sus compañeros de viaje, que andan tratando de imponer al mundo leyes islámicas contra la blasfemia.
Esto es todo lo que importa. Si lo olvidamos o perdemos de vista no sólo perderemos la libertad de expresión. Perderemos, y punto.