En los últimos 20 años, Estados Unidos ha invertido 4.500 millones de dólares para promover la democracia entre los palestinos de la Margen Occidental y la Franja de Gaza, y para impulsar el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
Eso es lo que desveló el primer ministro Rami Hamdalá durante una reunión con el congresista Kevin McCarthy, líder de la mayoría de la Cámara de Representantes estadounidense, celebrada esta semana en Ramala.
Hamdalá afirmó que el dinero se invirtió en proyectos en diversos sectores palestinos. Los 4.500 millones de dólares mencionados no incluyen los miles de millones recibidos por la Autoridad Palestina (AP) desde su creación en 1994. Diversos analistas económicos palestinos calculan que, en las dos últimas décadas, la AP ha recibido un total de 25.000 millones de dólares en ayudas económicas de Estados Unidos y otros países.
No hace falta ser un experto en cuestiones palestinas para ver que esos miles de millones de dólares no han creado una democracia palestina ni han impulsado el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
Veinte años después, a los palestinos les queda aún un largo camino que recorrer antes de que puedan ver una verdadera democracia en la Margen Occidental o en la Franja de Gaza.
Para empezar, la Autoridad Palestina, nacida de los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP, nunca ha sido un régimen democrático. Al contrario: lo que los palestinos consiguieron desde el principio fue una minidictadura dirigida por Yaser Arafat y sus secuaces de la OLP y Fatah. Era un régimen corrupto que fue financiado y armado directamente por Estados Unidos, Europa y otros países.
A quienes entonces financiaron el régimen autocrático de Arafat nunca les importaron la democracia ni la transparencia. Llenaban de millones a la AP sin exigir responsabilidad a sus dirigentes.
El resultado fue que los palestinos consiguieron un régimen que no sólo les privó de la mayor parte de la ayuda internacional, sino que reprimió a los opositores políticos y la libertad de expresión. La Autoridad Palestina, en realidad, era un espectáculo con un solo protagonista: Yaser Arafat. Él y sus secuaces eran los principales beneficiarios del dinero de los contribuyentes estadounidenses y europeos.
En aquel entonces, en Estados Unidos y otros países de Europa y del resto del mundo se suponía que un día el corrupto y represor Arafat haría amplias concesiones en aras de la paz con Israel.
Como estaba a sueldo de los norteamericanos y de los europeos, creían que el rais nunca sería capaz de rechazar cualquier oferta, como la generosa propuesta del entonces primer ministro israelí Ehud Barak en la fracasada cumbre de Camp David, celebrada en el verano de 2000. Pero cuando Arafat al fin se vio puesto a prueba en ese encuentro, auspiciado por el presidente Bill Clinton, abandonó la cumbre y acusó a Estados Unidos de obligarlo a hacer unas concesiones que ningún palestino aceptaría jamás.
Los miles de millones de dólares que Arafat recibió entre 1994 y 2000 de los norteamericanos y de la comunidad internacional no sirvieron para convencerlo de que aceptara la oferta más generosa que cualquier primer ministro israelí hubiera hecho nunca a los palestinos. Y, lo que es peor, los primeros siete años del proceso de paz tuvieron como resultado la segunda intifada, que estalló en septiembre de 2000, apenas unos meses después del fracaso de la cumbre de Camp David.
En aquel momento, la comunidad internacional no quiso hacer responsable a Arafat, lo que fue el principal motivo de que una mayoría de palestinos se lanzara en brazos de Hamás. Los palestinos no sólo perdieron la fe en el proceso de paz, sino en la Autoridad Palestina y sus dirigentes. No vieron que mejoraran sus condiciones de vida, debido, sobre todo, a la corrupción de la AP.
Por eso se volvieron hacia Hamás, que les prometió cambios, reformas y el fin de la corrupción económica. Así, los norteamericanos y los europeos son responsables de que el movimiento islamista palestino se hiciera con el poder.
Hasta 2007, los palestinos sólo tenían un régimen corrupto y antidemocrático: la Autoridad Palestina. Desde entonces han conseguido tener otro, que es incluso más despiadado y represor: Hamás.
Así que si 4.500 millones de dólares han conseguido que los palestinos tengan dos regímenes corruptos y antidemocráticos, ¿qué habría pasado si Estados Unidos y Europa hubieran invertido unos cuantos miles de millones más en promover la democracia palestina? Seguramente habrían visto cómo surgían unas cuantas dictaduras más en la Margen Occidental y la Franja de Gaza.
Naturalmente, el primer ministro de la Autoridad Palestina no le dijo al congresista estadounidense que los 4.500 millones de dólares invertidos por su país en promover la democracia se habían ido por el desagüe o habían acabado en cuentas secretas suizas. Tampoco le dijo que los palestinos no tienen un Parlamento funcional ni medios de comunicación libres, ni con la AP en la Margen Occidental ni con Hamás en Gaza. Y, por supuesto, Hamdalá no le mencionó en ningún momento que, para los palestinos, unas elecciones presidenciales y legislativas siguen siendo un sueño lejano.
Pero, al igual que la mayoría de los occidentales que visitan Ramala, el congresista McCarthy, evidentemente, no hizo preguntas difíciles, sobre todo en relación a las responsabilidades de los palestinos respecto a la democracia y el proceso de paz. Sin duda, estuvo encantado de enterarse de que Estados Unidos ha invertido 4.500 millones de dólares en la democracia palestina y en fomentar el proceso de paz. ¿Pero acaso él, o alguien, ha preguntado alguna vez cómo ha empleado la AP esos fondos, si es que lo ha hecho, para promover esos dos objetivos?
No hace falta preguntar a las autoridades palestinas cómo han empleado el dinero estadounidense, porque la realidad de los hechos es bastante evidente. La AP se embolsó los millones y sigue actuando como un régimen corrupto y antidemocrático. La democracia es lo último que los palestinos esperan de ella o de Hamás.
¿Y qué ha hecho la AP con los miles de millones invertidos en promover la paz con Israel? ¿Sus dirigentes han empleado ese dinero en impulsar la paz y la coexistencia con los israelíes? La respuesta, por supuesto, es que no. En vez de emplear la ayuda estadounidense para eso, la Autoridad Palestina ha hecho (y sigue haciendo) justo lo contrario. Aparte de incitar a diario a su pueblo contra Israel, los dirigentes palestinos han empleado esos fondos para llevar a cabo una campaña masiva en la comunidad internacional con la intención de aislar y deslegitimar a Israel y convertirlo en un paria.
La inversión en la democracia palestina y en la paz con Israel ha sido un absoluto fracaso debido a la negativa de la Administración estadounidense a hacer plenamente responsable a la Autoridad Palestina.
A menos que los donantes occidentales no den un puñetazo en la mesa y exijan que la AP emplee su dinero en traer la democracia a su pueblo y prepararlo para la paz, las posibilidades de poder resucitar un proceso de paz en Oriente Medio seguirán siendo cero.