El presidente francés, François Hollande, ha prometido vengar los ataques yihadistas del 13 de noviembre en París, que dejaron más de 120 muertos y 350 heridos.
Hablando desde el Palacio del Elíseo, Hollande culpó al Estado Islámico por los ataques, a los que calificó como un "acto de guerra". Manifestó que la respuesta de Francia sería "implacable" y "sin misericordia".
Sin embargo, a pesar de la retórica de mano dura, la pregunta que surge es: ¿Entiende Hollande la verdadera naturaleza de la guerra a la que se enfrenta?
Hollande se refirió deliberadamente al Estado Islámico como "Daesh", el acrónimo del nombre árabe completo del grupo, que se traduce como "Estado Islámico de Irak y Sham (Siria)", o "ISIL".
La política oficial del gobierno francés es evitar el uso del término "Estado Islámico", ya que, según el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, este "tergiversa las líneas entre Islam, musulmán e islamista".
Los críticos de la política dicen que "Daesh" es una herramienta lingüística políticamente correcta que permite a los líderes occidentales afirmar que el Estado Islámico no es islámico — y por lo tanto ignorar la causa raíz del terrorismo islámico y de la yihad militante.
La ideología islámica divide el mundo en dos esferas: la casa del Islam y la casa de la guerra. La casa de la guerra (el mundo no musulmán) está sujeta a la yihad permanente hasta que se vuelva parte de la casa del Islam, donde la Sharia es la ley de la tierra.
Yihad — la lucha perpetua para expandir la dominación musulmana en todo el mundo, con el objetivo final de poner a toda la humanidad bajo la sumisión a la voluntad de Alá — es el objetivo primordial del verdadero Islam, como se indica de manera inequívoca en sus documentos fundacionales.
En consecuencia, incluso si el Estado Islámico fuese bombardeado hasta desaparecer, Francia y el resto del mundo no musulmán continuarán siendo el blanco de los supremacistas islámicos. Occidente no puede derrotar al terrorismo islámico, tratando de desvincularlo conceptualmente del verdadero Islam. Pero aun así lo intenta.
Después de los ataques yihadistas en enero de 2015 a la revista Charlie Hebdo en Paris, que dejaron 12 muertos, el presidente Hollande declaró:
"Debemos rechazar el pensamiento facilista y evitar la exageración. Aquellos que cometieron estos actos terroristas, esos terroristas, esos fanáticos, no tienen nada que ver con la religión musulmana".
El primer ministro de Francia, Manuel Valls, dijo: "Estamos en una guerra contra el terrorismo. No estamos en una guerra contra la religión, contra una civilización". Nuevamente dijo: "Estamos en guerra contra el terrorismo, el yihadismo y el radicalismo. Francia no está en guerra contra el Islam y los musulmanes".
En una conferencia en junio a la que asistieron más de 100 líderes de la comunidad musulmana francesa, Valls negó que exista algún vínculo entre el extremismo y el Islam. También se negó a plantear la cuestión de la radicalización porque el tema era "demasiado sensible". En cambio, dijo:
"El Islam todavía provoca malentendidos, prejuicios y es rechazado por algunos ciudadanos. Sin embargo, el Islam ha llegado a Francia para quedarse. Es el segundo grupo religioso más grande de nuestro país.
"Hay que decir que no son parte del Islam: el discurso del odio, el anti-semitismo que se esconde tras el anti-sionismo y el odio a Israel, ni los imanes autoproclamados en nuestros barrios y en nuestras prisiones que están promoviendo la violencia y el terrorismo".
Francia acoge alrededor de 6,5 millones de musulmanes, es decir, aproximadamente el 10% de la población total del país de 66 millones. Aunque la mayoría de los musulmanes en Francia viven en paz, muchos se sienten atraídos por el Islam radical. Un sondeo del CSA encontró que el 22% de los musulmanes en el país se consideran en primer lugar musulmanes y después franceses. Casi uno de cada cinco (17%) de los musulmanes en Francia cree que la ley islámica, la Sharia, debe aplicarse completamente en Francia, mientras que el 37% cree que algunas partes de la Sharia deben aplicarse en el país.
Francia es también uno de los principales países europeos que tiene un número elevado de los llamados combatientes extranjeros en Siria: Más de 1.500 musulmanes franceses se han unido al Estado Islámico en Irak y Siria, y se cree que muchos más son partidarios del grupo en Francia.
Desde los ataques a Charlie Hebdo, el gobierno francés ha introducido una serie de nuevas medidas contra el terrorismo — incluyendo amplios poderes de vigilancia para espiar a los ciudadanos — destinados a prevenir nuevos ataques yihadistas.
Agentes franceses antiterrorismo han frustrado varios complots yihadistas, incluyendo un plan para atacar una importante base naval de Toulon, y un intento de asesinar a un diputado socialista en París.
Como los últimos ataques en París (así como el fallido atentado a un tren de alta velocidad de Ámsterdam a París en agosto) lo evidencian, la vigilancia no es infalible. Claude Moniquet, un ex agente de inteligencia francés, advierte que las agencias de inteligencia europeas se sienten abrumadas debido al gran número de personas que pueden suponer una amenaza. Él escribe:
"Unos 6.000 europeos están o estuvieron involucrados en los enfrentamientos en Siria (fueron allí, murieron en acción, todavía están en los campamentos de IS, o están en su camino de ida o de regreso).
"Si usted tiene 6.000 yihadistas 'activos', esto probablemente significa que si intenta contar a los que no fueron identificados, a las personas que les ayudaron con la logística, a sus simpatizantes y a los extremistas más radicales que aún no están involucrados en la violencia, pero que están al borde de la misma, usted tiene alrededor de entre 10.000 y 20.000 personas 'peligrosas' en Europa.
"Para llevar a cabo una vigilancia 'normal' a un sospechoso de manera permanente, se necesitan de 20 a 30 agentes y una docena de vehículos. Y estos son sólo los requisitos para un objetivo 'tranquilo'.
"Si el sospechoso viaja al extranjero, por ejemplo, la cifra podría subir a 50 o 80 agentes y requerir la cooperación de varios países. Haga cuentas: Para vigilar a todos los sospechosos potenciales, usted necesitaría entre 120.000 y 500.000 agentes en toda Europa. ¡Misión imposible!".
Mientras tanto, los líderes franceses actúan constantemente en formas que socavan su objetivo declarado de erradicar el terrorismo islámico.
El gobierno francés ha sido uno de los principales defensores europeos del acuerdo nuclear con Irán, el mayor patrocinador mundial del terrorismo. Aunque Irán y su apoderado, Hezbolá, son responsables de la muerte de decenas de ciudadanos franceses, Fabius no perdió tiempo en correr a Teherán en busca de oportunidades de negocio para las empresas francesas. En julio, Fabius proclamó:
"Somos dos grandes países independientes, dos grandes civilizaciones. Es verdad que en los últimos años, por razones que todo el mundo conoce, las relaciones se han debilitado, pero ahora gracias al acuerdo nuclear, las cosas van a cambiar".
Fabius también extendió una invitación al presidente de Irán, Hassan Rouhani, para visitar Francia en noviembre. Este viaje — que se ha enfrascado en una controversia, no en relación al terrorismo o la proliferación nuclear, sino respecto a la demanda de Irán de que no se sirva vino durante una cena de gala en el Palacio del Elíseo — se pospuso indefinidamente después de los atentados de París. Por lo visto, los asesores de Hollande llegaron a la conclusión de que este no es el momento adecuado para una sesión de fotos con Rouhani, un reconocido terrorista.
Los líderes franceses también han sido constantemente hostiles hacia Israel, un país que enfrenta el terror islámico diariamente.
Después de que Israel lanzó una ofensiva militar destinada a detener el lanzamiento de misiles contra el Estado judío, por parte de los grupos terroristas islámicos en la Franja de Gaza, Francia lideró un llamado internacional a Israel para detener la operación. El ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, dijo:
"Francia solicita un llamado inmediato de cese al fuego...para garantizar una comunicación bilateral y evitar una escalada que sería trágica para esta parte del mundo".
Más recientemente, Francia ha estado liderando la defensa de una política de la Unión Europea, que ahora exige a Israel etiquetar los productos con la inscripción, "producido en los asentamientos judíos más allá de las fronteras de Israel de 1967". La medida es vista como parte de una campaña internacional para deslegitimar el Estado de Israel. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, criticó la medida:
"El etiquetado de los productos del estado judío por la Unión Europea trae recuerdos oscuros. Europa debería estar avergonzada de sí misma. Tomó una decisión inmoral... esto no va a promover la paz, ciertamente no avanzará la verdad y la justicia. Es equivocado".
Francia también está liderando esfuerzos diplomáticos internacionales, para impulsar una resolución de las Naciones Unidas que daría lugar a la creación de un Estado palestino independiente en un plazo de dos años. La medida encubre con eficacia el terror palestino. Netanyahu respondió:
"La única manera de alcanzar un acuerdo es a través de negociaciones bilaterales, y rechazaremos enérgicamente cualquier intento de imponernos órdenes internacionales.
"En las propuestas internacionales que nos han sugerido — que en realidad están tratando de imponernos — no hay ninguna referencia real a las necesidades de seguridad de Israel o de nuestros intereses nacionales.
"Ellos están simplemente tratando de empujarnos a fronteras indefendibles mientras ignoran completamente lo que ocurrirá al otro lado de la frontera".
Mientras tanto, después de más de un año como miembro de la coalición liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico, los funcionarios franceses esperaron hasta finales de septiembre para empezar a atacar objetivos en Siria. Pero se negaron a destruir el cuartel general del Estado Islámico en Raqqa — donde según los informes, se planearon los atentados de París.
Nuevamente en Francia, los críticos del Islam son acosados rutinariamente con demandas estratégicas que buscan censurarlos, intimidarlos y silenciarlos.
En un caso reciente, Sébastien Jallamion, un policía de 43 años, de Lyon, fue suspendido de su trabajo y multado con 5.000 euros después de criticar la muerte del francés Hervé Gourdel, decapitado por los yihadistas en Argelia en septiembre de 2014. Jallamion explicó:
"De acuerdo con el decreto administrativo que recibí hoy, se me acusa de haber creado una página anónima de Facebook en septiembre de 2014, donde se muestran varias imágenes 'provocativas' y comentarios 'discriminatorios y perjudiciales', de una naturaleza 'xenófoba o anti-musulmán'. Por ejemplo, estaba el retrato del califa al-Baghdadi, jefe del Estado Islámico, con una visera en la frente. Esta publicación fue exhibida durante mi comparecencia frente al comité disciplinario con la siguiente acusación: ¿No está avergonzado de estigmatizar a un imán de esta forma? Mi abogado puede confirmar esto... Parece un castigo político. No puedo ver ninguna otra explicación.
"Nuestros valores fundamentales, aquellos por los que muchos de nuestros antepasados dieron su vida se están deteriorando, y es hora de que nos indignemos por la transformación que está ocurriendo en nuestro país. Esta no es Francia, la tierra de la Ilustración que en su día brillaba sobre toda Europa y más allá. Debemos luchar para preservar nuestros valores, es una cuestión de supervivencia".
Mientras tanto, Marine Le Pen, líder del Frente Nacional de Francia (FN) y una de las líderes políticas más populares del país, fue llevada a juicio en octubre de 2015 por comparar las oraciones musulmanas en la calle a la ocupación de Francia en tiempo de guerra. En un acto de campaña en Lyon en 2010, dijo:
"Lo siento, pero para aquellos a los que realmente les gusta hablar de la Segunda Guerra Mundial, si estamos hablando de una ocupación, podríamos hablar de las [oraciones en la calle], porque eso es claramente una ocupación del territorio.
"Es una ocupación de partes del territorio, de barrios en los que se aplica la ley religiosa — esto es una ocupación. No hay tanques, no hay soldados, pero a pesar de todo es una ocupación, y pesa sobre las personas".
Le Pen dijo que fue una víctima de "persecución judicial" y añadió:
"Es un escándalo que un líder político pueda ser demandado por expresar sus creencias. Los que denuncian el comportamiento ilegal de los fundamentalistas son más propensos a ser demandados que los fundamentalistas que se comportan de manera ilegal".
En respuesta a los atentados yihadistas en París, Le Pen dijo:
"Francia y los franceses ya no están seguros. Es mi deber decirlo. Se necesitan medidas urgentes.
"Francia debe, finalmente, identificar a sus aliados y a sus enemigos. Sus enemigos son los países que tienen relaciones amistosas con el Islam radical, y también aquellos países que tienen una actitud ambigua hacia las organizaciones terroristas.
"Independientemente de lo que diga la Unión Europea, es esencial que Francia recupere el control permanente sobre sus fronteras.
"Francia se ha vuelto vulnerable y debe rearmarse, porque durante mucho tiempo ha sufrido un colapso programado de sus capacidades defensivas frente a amenazas previsibles y crecientes. Debe restaurar sus recursos militares, la policía, la policía militar, la inteligencia y la aduana. El Estado debe ser capaz de asegurar una vez más su importante misión de proteger a los franceses.
"Por último, el fundamentalismo islámico debe ser aniquilado. Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar mezquitas radicales y expulsar a los extranjeros que predican el odio en nuestro país, así como a los inmigrantes ilegales que no tienen nada que hacer aquí. En cuanto a aquellos con doble nacionalidad que están participando en estos movimientos islamistas, deben ser despojados de su nacionalidad francesa y deportados".
A raíz de los ataques, Le Pen, que durante mucho tiempo ha criticado las políticas políticamente correctas de lucha contra el terrorismo del presidente Hollande, seguro subirá en las encuestas de opinión pública. Esto aumentará la presión política sobre el gobierno para tomar medidas decisivas contra los yihadistas.
Frente a una presión similar después de los ataques a Charlie Hebdo en enero, Hollande parecía reacio a ejercer demasiada fuerza, aparentemente temiendo las consecuencias de enfrentarse a la comunidad musulmana en Francia. Queda por ver si los últimos ataques en París, que algunos describen como el 11 de septiembre de Francia, marcan un punto de inflexión.
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York. Síguelo en Facebook y en Twitter. Su primer libro, Global Fire, estará a la venta a principios de 2016.