Después de que amenazara una vez más con poner fin a la coordinación con Israel en materia de seguridad, el líder palestino Mahmud Abás no sólo no ha hecho tal cosa sino que, por suerte, aquélla es ahora más fuerte que nunca. Al parecer, los israelíes descubrieron dos redes diferentes de Hamás en la Margen Occidental, y que ambas planeaban un ataque con múltiples víctimas contra Israel, así como la destrucción del régimen de Abás.
La otra amenaza de Abás, la de que iba a disolver la Autoridad Palestina (AP), obligando así a Israel a cubrir el vacío resultante y a incorporar a sus habitantes y territorios, también resultó ser un farol.
Tanto los israelíes como los palestinos saben que, si cae la Autoridad Palestina, el escenario más optimista es que Hamás se haga con la Margen Occidental; el más pesimista, un felpudo de bienvenida al ISIS. La Margen Occidental se convertiría en un emirato islámico, como la Franja de Gaza, o en otra provincia del ISIS. En ambos casos, cualquier logro que haya conseguido la Autoridad Palestina habrá desaparecido para siempre. El Gobierno nacional de consenso palestino en pleno, incluidos Mahmud Abás y sus secuaces, serán ejecutados antes del anochecer y todos los bienes que han amasado a lo largo de los años se los repartirán los vencedores como botín.
Mahmud Abás es plenamente consciente de que lo último que quiere Occidente es otro emirato islámico. Muchos habitantes de la Margen Occidental temen asimismo convertirse en víctimas de los fanáticos religiosos islámicos, que les harían retroceder 1.400 años.
Lo angustioso es que, a medida que crece el poder de Hamás, la Autoridad Palestina y sus servicios de seguridad están perdiendo cada vez más el control sobre la Margen Occidental. Además, los rumores de que Mahmud Abás está enfermo y a punto de retirarse solo contribuyen a acelerar la quiebra de la AP.
El Gobierno israelí también ha estado barajando la posibilidad del hundimiento de la Autoridad Palestina. Difícilmente podemos culpar a los israelíes de prepararse para ello, cuando son los palestinos quienes se lo están diciendo.
En realidad, Mahmud Abás ha querido dar a entender que los rumores de su abandono de la escena política (por su enfermedad y una reportada hospitalización en Jordania) y del hundimiento de la Autoridad Palestina eran prematuros. Abás quiere que los medios locales e internacionales sepan que continuará siendo presidente, y que la AP seguirá en pie "aunque la invadiesen soldados", dijo.
Según Abás, la mera existencia de la AP es un logro para el pueblo palestino. Ahora está claro que las amenazas palestinas eran infundadas. Ahora los israelíes no tienen ni siquiera que preocuparse por las vacuas amenazas del secretario de Estado Kerry, que está intentando forzarles a que renuncien a sus exigencias sobre seguridad. Dada la situación, nosotros, los palestinos, tendremos que dejar de decir a Israel y a Occidente una cosa y a otros, otra distinta.
Los juegos de palabras, la sofistería y las incitaciones antiisraelíes de Mahmud Abás prosiguen, pese a que vemos cómo Hamás no deja de establecer células hostiles en la Margen Occidental.
Mahmud Abás ha afirmado una vez más que la coordinación en materia de seguridad con Israel podría terminar porque "no podemos seguir limitados por estos acuerdos (...), el statu quo no puede continuar"; pero si cumple con sus amenazas, Hamás lo habrá matado o forzado al exilio en menos de 24 horas. Y lo que es peor, está creando una situación en la que nadie se toma en serio ni las amenazas de los palestinos ni sus supuestas pretensiones de paz.
¿Cómo puede esperar Abás que los israelíes, o quien sea, se tomen su presunto interés en la paz en serio, cuando todos pueden ver quién se hizo con la Franja de Gaza en cuanto quedó libre de israelíes? Es una placa de Petri para grupos terroristas como Hamás, la Yihad Islámica, el ISIS y el flamante Al Sabirín ("Los Pacientes"), de Irán.
¿Cómo puede alguien tomarse en serio el supuesto interés en la paz de Abás cuando llama a quienes apuñalan, disparan y atropellan "manifestantes pacíficos"? Nos avergüenza. ¿Cómo puede alguien creer a un líder palestino que, dando un discurso sobre la paz, alaba a los "mártires" palestinos (abatidos cuando intentaban asesinar a abuelas y tenderos judíos) y desea una pronta recuperación a los atacantes heridos, y alaba y glorifica a los asesinos palestinos?
Por desgracia, Mahmud Abás sigue viviendo en un mundo de fantasía. Piensa en los países árabes que estuvieron dispuestos a firmar tratados de paz con Israel sin condiciones y la llamada iniciativa saudí. En su burbuja, no quiere enterarse de que ahora lo último que tienen en la cabeza es Israel. Los países árabes y musulmanes solo invocan a "los palestinos", como siempre han hecho, para aliviar la presión interna ejercida por sus ciudadanos. Tal vez Abás no se dé cuenta de que Siria es, básicamente, algo del pasado. Tal vez no vea que si Israel hubiese aceptado la iniciativa saudí, el ISIS se habría hecho con los Altos del Golán y estaría de camino a Israel y su Margen Occidental. Arabia Saudí, que lucha por sobrevivir ante la doble amenaza de Irán y la caída en picado de los precios del petróleo, no tiene tiempo para los juegos de la Autoridad Palestina.
Es hora de que Abás se dé cuenta de que los líderes de la Unión Europea y los hipócritas Estados europeos, como Suecia y su ilusa ministra de Exteriores, le están tomando el pelo con lo de que Israel está a punto de marcharse.