Esto es un misterio: ¿los líderes de la Autoridad Palestina se hacen los tontos o de verdad se creen su ridículo discurso?
Mientras la actual oleada de apuñalamientos, atropellos y tiroteos, iniciada en octubre de 2015, prosigue e incluso aumenta de intensidad, el presidente de la AP, Mahmud Abás, y los altos cargos palestinos insisten en que no asistimos más que a un "levantamiento popular pacífico".
Abás dijo justamente eso a un grupo de periodistas árabe-israelíes a los que invitó a su despacho la semana pasada. El rais manifestó su pleno apoyo al "levantamiento popular y pacífico". Además, explicó que los palestinos estaban empleando "todos los medios pacíficos" para "resistir a la ocupación israelí".
Para Abás y la cúpula palestina, la muerte de más de 170 palestinos y de 26 israelíes en los últimos cinco meses ha tenido lugar en el contexto de un "levantamiento popular y pacífico". Sólo podemos imaginar cómo habría sido el levantamiento si no llega a ser pacífico.
Resulta interesante que Abás parezca considerar que los cuchillos y las armas automáticas son instrumentos pacíficos que los palestinos están legitimados a utilizar para "resistir la ocupación".
En vez de tratar de calmar la situación, Abás y compañía echan más leña al fuego al glorificar a los atacantes palestinos –muchos de ellos menores de 20 años– y animar a otros a unirse al "levantamiento pacífico" contra Israel.
Hablemos claro: los actuales dirigentes palestinos son incapaces de culpar de nada a su pueblo, sobre todo a quienes han herido y asesinado a israelíes. Para ellos, toda la culpa es sólo de Israel, y la comunidad internacional tiene la obligación de intervenir y detener los crímenes israelíes contra los palestinos.
Los dirigentes palestinos tienen un largo historial a la hora de eludir cualquier responsabilidad por las acciones de su pueblo. Con ello han traído el desastre a generación tras generación de sus compatriotas.
Desde luego, la de las víctimas es una categoría amplia. Los jóvenes palestinos incitados por la AP a asesinar judíos también son víctimas; víctimas de unos líderes fallidos que los empujan hacia la muerte al mentirles hablándoles de conspiraciones israelíes y judías contra árabes, musulmanes y la mezquita de Al Aqsa.
Ni un solo alto cargo palestino ha condenado los ataques a civiles inocentes en este pacífico levantamiento; ni siquiera cuando la víctima ha sido una enfermera y madre de 38 años. Están demasiado ocupados gloriando a los atacantes y poniendo su nombre a calles y plazas.
Los líderes palestinos no critican esos asesinatos por dos motivos.
Ellos mismos son responsables de la campaña masiva de incitación antiisraelí que precedió a la oleada de ataques. La campaña se intensificó en los dos últimos años cuando Abás y altos cargos palestinos empezaron a decirles a los palestinos que los judíos estaban "profanando la mezquita de Al Aqsa con sus sucios pies". Pocos días antes de que comenzaran los ataques, el rais aseguró a los suyos que quienes murieran defendiendo sus santos lugares irían derechos al cielo. "Cada gota de sangre derramada en Jerusalén es sangre pura", recalcó.
Abás y sus secuaces lo han conseguido: palestinos menores de edad salen a impedir que los judíos profanen la mezquita de Al Aqsa y frustran sus planes de destruir los santos lugares del islam. Así que la AP y su presidente han subido la apuesta y dicen que ahora Israel, por lo visto, está llevando a cabo "ejecuciones extrajudiciales" al abatir a palestinos mientras tratan de cometer asesinatos con cuchillos y rifles automáticos: los mismos palestinos a los que sus dirigentes y medios de comunicación han lavado el cerebro.
Y así llegamos a dos desagradables verdades: la primera, que a los líderes de la AP les resultaría muy difícil condenar los actos de terrorismo contra Israel cuando son ellos mismos los que incitaron a esa violencia; y la segunda, que la actual oleada de atentados antiisraelíes proporciona munición a Abás y otros líderes palestinos para que puedan deslegitimar a Israel y deshumanizar a los judíos en la escena internacional.
Los líderes palestinos están retorciendo la realidad para unir al mundo en contra de Israel y para alcanzar sus propios objetivos políticos. Desde que comenzó esta serie de atentados Abás y varios altos cargos de Ramala han instado a una intervención internacional para detener la "agresión" israelí contra los palestinos. Según su versión, abatir a un menor que empuña un cuchillo es un acto de agresión y un crimen de guerra que exige una inmediata intervención internacional.
Los dirigentes palestinos tratan ahora de aprovechar la violencia para convocar una conferencia internacional de paz, a fin de recibir protección internacional para su pueblo. Abás espera que una conferencia de ese tipo diera como fruto que se impusiera una solución global a Israel. El presidente de la Autoridad Palestina está convencido de que la presión mundial sobre los israelíes le producirá mayores réditos que un acuerdo negociado. Por eso no quiere volver a la mesa de negociaciones con Israel.
Por tanto, en todo esto hay un método: durante cinco meses la postura oficial palestina ha sido que Israel inició la violencia y que los israelíes "atacan deliberadamente a niños palestinos". La cúpula de la AP sostiene que sólo Naciones Unidas puede salvar a esos niños enviando tropas a los territorios palestinos.
A dónde hemos llegado. Debido al veneno instilado por la Autoridad Palestina a su pueblo, ahora éste es incapaz de condenar el asesinato de cualquier judío; ni siquiera pueden ponerse de acuerdo para impedir que sus adolescentes se conviertan en letales agresores. Los dirigentes palestinos han hecho que sea imposible ni siquiera hablar de paz con Israel. Así es su viaje en busca de una sociedad y un Estado sanos y prósperos.
Según la AP, esos jóvenes actúan por desesperación: por los asentamientos, por los controles y por la falta de avances en el progreso de paz. Sin embargo, si salimos de Abaslandia, esa país de fantasía, vemos una realidad muy distinta. Los agresores, en realidad, atacan a judíos porque los han incitado y les han lavado el cerebro los mismos líderes que ahora denuncian a Israel por defenderse. Son precisamente las televisiones, los imanes y demás líderes palestinos y de otros países árabes quienes espolean a los jóvenes para que lleven a cabo sus letales misiones.
Pese al viejo dicho de que puedes engañar a algunas personas durante algún tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tempo, Abás y compañía están teniendo bastante éxito a la hora de engañar a mucha gente durante mucho tiempo. Una vez más los palestinos se han convertido en víctimas de las mentiras de sus dirigentes, que los animan a convertirse en mártires y a cometer actos de violencia en vez de a forjar buenas vidas para ellos y sus comunidades. Abás y sus altos cargos tienen las manos manchadas con la sangre de los palestinos abatidos mientras atentan contra judíos. Esa cúpula se encuentra en Ramala, pensando en formas de engañar a más gente por más tiempo.