Jordania ha sucumbido ante la intimidación palestina y ha abandonado su plan de instalar cámaras de vigilancia en Haram al Sharif ("Noble Santuario") o Monte del Templo, lo que se considera un duro golpe no sólo para Jordania, también para el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que en octubre de 2015 gestionó el acuerdo de instalación de dichas cámaras.
Kerry anunció en su día que Jordania e Israel habían acordado establecer un sistema de vigilancia de 24 horas, a fin de reducir las tensiones en el Monte del Templo. Pero desde entonces los palestinos, que han desencadenado una oleada de violentos ataques contra Israel como supuesta respuesta a las provocaciones israelíes en el Monte, han estado haciendo campaña contra el plan de instalar allí cámaras de seguridad. Esta semana ha resultado que su campaña intimidatoria no ha sido en vano.
Los palestinos sostienen que las cámaras servirían para que Israel identificase y arrestase a fieles musulmanes que se manifestaran contra las visitas de judíos al Monte del Templo. Lo que parecen estar olvidando es que esos manifestantes acosan habitualmente a los judíos que visitan solos o en grupo el recinto. Los manifestantes son conocidos como murabitún ("firmes") y su principal objetivo es impedir que los judíos recorran el Monte del Templo. Algunos están vinculados a la Autoridad Palestina, mientras que otros están a sueldo del Movimiento Islámico en Israel.
Está por ver cómo reaccionará Kerry a este salivazo en plena cara, después de no haber rechistado en todos los meses de campaña palestina para sabotear el plan.
Ante el elocuente silencio de Estados Unidos, los jordanos se quedaron solos frente a la intimidación palestina. Al subir de intensidad las amenazas, el rey Abdalá de Jordania envió a Ramala a su ministro de Exteriores, Naser Yudeh, para reunirse urgentemente con el presidente de la AP, Mahmud Abás. En la reunión, Abás empleó su viejo truco de jugar al despiste: afirmó estar a favor de instalar cámaras de seguridad en el Monte del Templo, pero sus clérigos musulmanes y los representantes de la AP siguieron incitando en contra del plan.
Riad Malki, el ministro de Exteriores de Abás, criticó el plan, al que denominó "una nueva trampa". Advirtió de que Israel emplearía las cámaras para detener palestinos con la excusa de la incitación. Malki alude a los fieles musulmanes cuya misión es acosar e intimidar a los visitantes judíos del Monte del Templo. El ministro palestino desea conservar el derecho de amenazar a los judíos que acudan al recinto sin que lo capten las cámaras ni quede constancia de ello.
El Movimiento Islámico en Israel, encabezado por el jeque Raid Salah, se sumó al coro de críticas lanzando sus propias amenazas.
La gota que colmó el vaso de los jordanos fue un panfleto distribuido en el Monte del Templo durante la oración del viernes de hace dos semanas. En él se instaba a los musulmanes a destruir cualquier cámara instalada en el recinto sacro. No está claro quién está detrás de esos panfletos, pero fuentes de Jerusalén Este señalan a activistas palestinos y miembros del Movimiento Islámico en Israel. La última amenaza se produjo cuando Jordania anunció que las cámaras se instalarían en cuestión de días.
El primer ministro jordano, Abdulá Ensur, no se anduvo con rodeos a la hora de comentar la decisión de retirar el plan: afirmó que se trataba de una respuesta directa a las reservas y la oposición de los palestinos. Señaló asimismo que Israel había accedido a la instalación de las cámaras.
"En un principio, Israel trató de impedir el proyecto por diversos medios, pero pudimos superar esa etapa", dijo Ensur; y añadió que, sin embargo, Jordania se había "sorprendido" ante la reacción de los palestinos.
Jordania ha dejado claro que fueron los palestinos y no Israel quienes frustraron la instalación de más de 50 cámaras de seguridad en el Monte del Templo como medio para aliviar las tensiones.
Sigue sin haber reacción por parte de Kerry.
Los palestinos han logrado, de una tacada, minar el papel histórico de Jordania como custodio de los lugares sagrados del islam en Jerusalén y humillar al rey Abdalá, autor del plan de las cámaras. Lo han conseguido, en buena medida, gracias a que la Administración estadounidense no apoyó la puesta en marcha del acuerdo en el que Kerry había mediado.
Estamos viendo una película ya vieja. Una vez más, los palestinos han puesto rumbo al desastre. Su incesante intimidación no sirve para alcanzar un objetivo verdaderamente digno: una vida mejor bajo un régimen no dictatorial.
Una vez más, los palestinos se han salido con la suya y, aun ganando, vuelven a perder.