En su último discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, sacó a relucir sus habituales acusaciones contra Israel empleando expresiones como "castigo colectivo", "demolición de casas", "ejecuciones extrajudiciales" o "limpieza étnica". Ahora bien, estos días los pensamientos de Abás parecen estar en otro sitio. Y es que está afrontando desafíos inesperados, en concreto, de varios países árabes, que se han aliado para exigirle que reforme Al Fatah y facilite la emergencia de un nuevo liderazgo palestino.
Nada de esto se mencionó en el discurso de la ONU. En realidad, ¿por qué querría Abás contar a los líderes mundiales que sus hermanos árabes le están presionando para que lleve a cabo importantes reformas en Fatah y termine con la lucha de poder que mantiene desde hace una década con Hamás, que ha dado lugar a la creación de dos entidades palestinas independientes en la Margen Occidental y la Franja de Gaza?
Según admiten sus ayudantes, Abás está ahora más preocupado por la "injerencia árabe" en los asuntos palestinos que por los "castigos colectivos" o "la actividad en los asentamientos" israelíes. De hecho, está tan preocupado que hace poco empezó a despotricar contra los países que habían lanzado una iniciativa para "reorganizar la casa palestina desde dentro" y provocar cambios en la escena política palestina.
Numerosos palestinos se están refiriendo a los países árabes que están detrás de esa iniciativa –Egipto, Arabia Saudí, Jordania y Emiratos– como el Cuarteto Árabe.
En una crítica sin precedentes hacia esos países, Abás declaró en fechas recientes:
Esa decisión nos corresponde a nosotros, y somos los únicos que decidimos. Nadie tiene autoridad sobre nosotros. Nadie puede dictarnos qué tenemos que hacer. Me da igual que en Washington, Moscú u otras capitales estén incómodos. No quiero saber nada de esas capitales. No quiero el dinero de esas capitales. Liberémonos de la 'influencia' de esas capitales.
Aunque no citó a los países árabes por su nombre, era obvio que Abás se estaba refiriendo al Cuarteto Árabe cuando hablaba de "capitales", y de su influencia y dinero. El mensaje de Abás fue: "¿Cómo se atreve cualquier país árabe a decirme lo que hay que hacer, por mucha riqueza e influjo que tenga?". Abás considera la exigencia de estos países árabes de un nuevo liderazgo palestino, y de unidad y de reformas en Fatah, como una "injerencia intolerable en los asuntos internos de Palestina".
Pero ¿por qué la nueva iniciativa árabe enfurece tanto a Abás, hasta el punto de que está dispuesto a poner en riesgo sus relaciones con cuatro de los Estados más importantes del mundo árabe?
Según informaciones de medios árabes, el Cuarteto Árabe ha elaborado un plan para "activar la cuestión palestina" poniendo fin a la disputa entre la Fatah de Abás y Hamás. El plan también busca acabar con las divisiones internas de Fatah permitiendo que algunos de sus líderes expulsados, incluido Mohamed Dahlán, vuelvan a la facción. El objetivo general es unir la Margen Occidental y la Franja de Gaza bajo una sola autoridad y acabar con la anarquía política en los territorios controlados por la Autoridad Palestina y Hamás. El Cuarteto ha formado incluso un comité para supervisar la aplicación de cualquier acuerdo de reconciliación que se alcance entre Fatah y Hamás y entre Abás y sus adversarios en Fatah. Según el plan, de no alcanzarse dicho acuerdo, la Liga Árabe intervendrá para "imponer la reconciliación".
La principal preocupación de Abás no es la reconciliación con Hamás. De hecho, ha expresado varias veces su voluntad de formar un Gobierno de unidad con Hamás y poner fin al conflicto con el movimiento islamista. En las últimas semanas Fatah y Hamás han retomado las conversaciones en Qatar para lograr la unidad y la reconciliación. Es el intento de obligar a Abás a reconciliarse con Dahlán lo que de verdad está molestando al presidente de la AP. A juicio de una fuente cercana a Abás, éste preferiría hacer la paz con Hamás que "ingerir el veneno" de arreglarse con Dahlán.
Abás siente una especial antipatía por Dahlán. Hasta hace cinco años, Dahlán fue un alto cargo de Fatah con una estrecha relación de larga data con Abás. Hubo un tiempo en que Abás y Dahlan, excomandante de seguridad en Gaza, formaron una alianza contra Yaser Arafat, el antiguo presidente de la AP. Pero la luna de miel entre Abás y Dahlan terminó hace unos años, después de que Abás y sus lugartenientes en Ramala empezaran a sospechar de las ambiciones de Dahlán, que pasaban por sustituir o suceder a Abás. Por orden de Abás, Dahlán fue expulsado de Fatah y acusado de asesinato, corrupción económica y conspiración para derrocar el régimen del rais. Desde su exilio en Emiratos, Dahlán ha librado desde entonces una guerra contra Abás, de 81 años, al que acusa, así como a sus dos ricos hijos, de dirigir la AP como si fuera su feudo privado.
El desprecio de Abás por Dahlán es tal que, según se supo recientemente, dio instrucciones a las autoridades de la AP de que prohibieran a la mujer de Dahlán, Yalila, la entrada en Gaza. Yalila dirige y financia una serie de organizaciones benéficas en la Franja, controlada por Hamás. Para Abás, esas actividades son un intento de construir bases de poder para su marido y allanar el camino para que regrese a la escena política. La decisión de Abás de prohibirle la entrada en Gaza se produjo después de conocerse que ella y su marido tenían previsto organizar y financiar una boda colectiva para decenas de parejas palestinas pobres. El dinero, por supuesto, venía de Emiratos, cuyos dirigentes han proporcionado refugio y dinero al matrimonio Dahlán durante años.
De modo que cuando Abás dice que "no quiere el dinero" de ciertas capitales árabes, se está refiriendo a Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Tiene fuertes sospechas de que esos dos países ricos están invirtiendo en Dahlán como parte de una trama para sustituirlo y facilitar el surgimiento de un nuevo liderazgo palestino. Para Abás, que se negó a nombrar a un vicepresidente o promocionar a un posible sucesor, esta es una amenaza muy seria para su régimen autocrático y una "conspiración" de terceros contra él y la cúpula de la Autoridad Palestina.
Abás y los líderes de Fatah en Ramala están convencidos de que los miembros del Cuarteto Árabe tienen planes serios de despejar el camino hacia la normalización entre el mundo árabe e Israel, a costa de los palestinos. Afirman que los cuatro países árabes están utilizando y promoviendo a Dahlán a fin de facilitar su misión de acercamiento a Israel. Estos países han llegado a la conclusión de que mientras Abás y la actual cúpula de la AP sigan ahí, será muy difícil iniciar cualquier forma de normalización o acuerdo de paz entre los países árabes e Israel. La postura de los líderes de la AP ha sido siempre que la paz entre los países árabes e Israel sólo debería producirse después, y no antes, de que se resuelva el conflicto israelo-palestino.
Según el analista político palestino Mustafá Ibrahim,
el plan del Cuarteto Árabe son los prolegómenos de transición post Abás y las negociaciones de paz entre los países árabes e Israel. El plan está concebido para servir a los intereses de los regímenes árabes, más que para acabar con la división de los palestinos. El objetivo es eliminar la causa palestina y encontrar una alternativa para el presidente Abás.
Este análisis refleja el punto de vista de Abás y sus veteranos colegas de la Autoridad Palestina en Ramala, que siguen siendo extremadamente cautos ante cualquier rumor sobre la sucesión en la cúpula de la AP.
Curiosamente, la iniciativa del Cuarteto Árabe parece haber dividido a los oficiales palestinos, pues algunos la celebran y otros la rechazan. Al criticar a Abás y a los líderes de Fatah por manifestarse en contra del plan, Hasán Asfur, alto cargo de Fatah y exministro de Estado de la AP, urgió a Abás a reconsiderar su "inviable, irracional y precipitada" decisión de rechazar la iniciativa de los cuatro países árabes. Asfur señaló que las recientes críticas de Abás hacia esos países eran "perjudiciales" e "injustificadas". Los colaboradores más cercanos de Abás han respondido diciendo que Asfur es un aliado político de Dahlan y que por lo tanto tiene unos intereses evidentes.
A muchos palestinos les sorprendió ver al veterano Ahmed Qurei, ex primer ministro de la AP y uno de los arquitectos de los Acuerdos de Oslo, declararse a favor del plan del Cuarteto Árabe, que en esencia prevé la salida de Abás del poder. Los consejeros más próximos a Abás afirman que Qurei se ha unido a Dahlán en sus propósitos de provocar un cambio de régimen en Ramala.
Dahlan, por su parte, ha lanzado su propia iniciativa en pro de una reunión "ampliada" de las facciones palestinas en El Cairo para debatir sobre las posibles vías para generar un verdadero cambio en la arena política palestina. Así, Dahlán ha pasado de las maniobras entre bambalinas para derrocar a Abás a los movimientos públicos. Y es aquí donde cuenta con el apoyo político y económico de al menos cuatro importantes países árabes a los que también gustaría ver el fin de la era Abás. Esta es la primera vez que un alto funcionario palestino ha desafiado abiertamente a los líderes de la AP con el apoyo de países árabes. Se calcula que al menos 600 personas asistirán a la conferencia patrocinada por Dahlán en la capital egipcia. La cúpula de la AP está amenazando con tomar represalias contra cualquiera que asista y recortarle el salario. Esto sólo agudizará la crisis en la Fatah de Abás y producirá más luchas internas.
Abás, sin duda, tenía esto presente cuando se dirigió a la Asamblea General de la ONU, la nueva "conspiración" árabe para sustituirlo por Dahlán o algún otro. Esto, y no la política sobre Israel, es la verdadera pesadilla de Abás. Después de todo, sabe que sin la presencia de Israel en la Margen Occidental su régimen habría caído hace mucho en manos de Hamás, o incluso de sus rivales políticos en la propia Fatah.
El plan del Cuarteo demuestra que algunos países árabes están hartos de que Abás no lleve a su pueblo hacia una vida mejor. Estos países, que durante mucho tiempo han apoyado política y económicamente a los palestinos, ya han aguantado suficientemente los esfuerzos de Abás para asegurarse un poder eterno, perjudicando directamente el bienestar de sus ciudadanos. No tardaremos mucho en ver si estos países árabes, de los que ahora se burla Abás, lograrán librar a los palestinos de unos líderes que no les han llevado a ningún otro sitio que a la ruina.