Nos equivocamos al no impedir que Corea del Norte se dotara de armas nucleares. En consecuencia, nuestras posibilidades de impedir que desarrolle un sistema de lanzamiento capaz de alcanzar nuestras costas se han visto severamente limitadas.
La dura lección de no haber parado a Corea del Norte antes de que se convirtiera en una potencia nuclear es que DEBEMOS impedir que Irán desarrolle o adquiera jamás un arsenal nuclear. Un Irán nuclear sería mucho más peligroso para los intereses estadounidenses que una Corea del Norte nuclear. Irán ya tiene misiles capaces de alcanzar a numerosos aliados de Estados Unidos; está en trance de mejorarlos y prepararlos para llevar una carga nuclear hasta nuestras costas. Sus líderes religiosos fundamentalistas estarían dispuestos a sacrificar a millones de iraníes para destruir al "Gran Satán" (Estados Unidos) o al "Pequeño Satán" (Israel). El difunto líder moderado Hachemí Rafsanyani le dijo una vez a un periodista estadounidense que si Irán atacaba a Israel con armas nucleares "mataría hasta cinco millones de judíos", y que si Israel contraatacaba mataría a quince millones de iraníes, lo que sería "un pequeño sacrificio para los mil millones de musulmanes del mundo". Su conclusión era que no era "irracional" contemplar esa "eventualidad". Recordemos que los mulás iraníes estuvieron dispuestos a sacrificar a miles de niños soldado en su fútil guerra contra Irak. No hay nada más peligroso que un régimen suicida armado nuclearmente.
El acuerdo firmado por Irán en 2015 aplaza su objetivo de poseer un arsenal nuclear, pero no lo impide, a pesar de la declaración inequívoca de Teherán en el preámbulo del mismo: "Irán reafirma que bajo ninguna circunstancia buscará, desarrollará o adquirirá jamás armas nucleares" (las cursivas son mías). Recordemos que Corea del Norte hizo unas promesas parecidas a la Administración Clinton en 1994, para romperlas varios años después sin consecuencias reales. Al parecer, los mulás iraníes consideran que su reafirmación es meramente exhortativa y no legalmente vinculante. El cuerpo del propio acuerdo —la parte que Irán cree legalmente vinculante— no excluye que la República Islámica pueda desarrollar armas nucleares transcurrido cierto tiempo, entre diez y quince años a partir de la firma del texto. Tampoco impide que Irán perfeccione sus sistemas de lanzamiento, del que forman parte misiles balísticos intercontinentales con ojivas nucleares capaces de alcanzar Estados Unidos.
Si no queremos cometer con Irán el mismo error que cometimos con Corea del Norte, debemos hacer algo ya para impedir que los mulás puedan convertirse en una potencia nuclear, en cuyo caso tendríamos poco o ningún margen de maniobra.
El Congreso debería aprobar leyes que declaren que la reafirmación de Irán de que jamás "desarrollará o adquirirá armas nucleares" forma parte integral del acuerdo y fija la posición de Estados Unidos. Es demasiado tarde para cambiar el redactado, pero no para que el Congreso insista en que Irán debe cumplir totalmente todas sus cláusulas, incluidas las del preámbulo.
A fin de asegurar que se cumple la totalidad del acuerdo, empezando por esa reafirmación, el Congreso debería adoptar la propuesta realizada por Thomas L. Friedman el 22 de julio de 2015, y por mí mismo el 5 de septiembre de 2013. En palabras de Friedman:
El Congreso debería aprobar una resolución que autorice a este y a futuros presidentes a utilizar la fuerza para impedir que Irán se convierta jamás en un Estado con armas nucleares (...) Irán debe saber ya que el presidente de EEUU está autorizado a destruir —sin advertencias o negociaciones— cualquier intento por su parte de construir una bomba.
Yo lo dije de manera similar: el Congreso debería autorizar al presidente a "tomar medidas militares contra el programa de armas nucleares iraní si se cruzaran las líneas rojas (...)".
Las ventajas de aplicar dicha legislación son claras: subrayaría que es esencial para el acuerdo que Irán reafirme que nunca adquirirá armas nucleares, y serviría como elemento de disuasión para que Teherán no incumpla su declaración, y también como autorización para aplicar la ley si lo incumple.
Una ley basada en estos dos elementos —adoptar la reafirmación de Irán como posición oficial estadounidense y autorizar un ataque militar preventivo si Irán tratase de obtener armas nucleares— sería una alternativa razonable. Sin esa alternativa, la interpretación que hace actualmente la República Islámica del acuerdo no impedirá que ésta obtenga armas nucleares. Con toda probabilidad, simplemente pospondría esa catástrofe durante una década y al mismo tiempo la legitimaría.
Este no es un resultado aceptable, como ha evidenciado la actual crisis con Corea del Norte. Así que aprendamos de nuestro error y no lo repitamos con Irán.