En las elecciones suecas, cada partido tiene su papeleta con su nombre bien visible. Las papeletas están a la vista de todos, con lo cual cualquiera puede ver por quién se va a decantar el votante. Como consecuencia de ella, puede que algunos electores se sintieran intimidados y se mostraran reluctantes a revelar en público que querían votar por la formación Demócratas Suecos, contraria a la inmigración. (Foto: Jens O. Z. Ehrs/Wikimedia Commons). |
Los fuertes resultados cosechados por los Demócratas Suecos en las elecciones suecas del 9 de septiembre drenaron tantos votos de los partidos del establishment que los dos principales bloques parlamentarios quedaron prácticamente empatados y muy lejos de obtener una mayoría de gobierno.
Los Demócratas Suecos obtuvieron el 17,5% de los votos y quedaron como el tercer partido del país, según los resultados electorales oficiales hechos públicos el 16 de septiembre. El resultado, un aumento del 4,6% respecto al 12,9% que obtuvieron en 2014, da a los Demócratas Suecos el control del equilibrio de poderes en el próximo Parlamento.
Los Socialdemócratas, el partido del primer ministro en funciones Stefan Löfven, quedó en primer lugar, con el 28,3% de los votos, el peor resultado del partido en más de cien años. El Partido Moderado, de centro derecha, quedó en segundo lugar, con el 19,8% de los votos, un 3,5% menos que en 2014.
Con ocho partidos políticos en el Parlamento sueco, los partidos del establishment se han organizado tradicionalmente en dos bloques parlamentarios rivales: a la izquierda, los Socialdemócratas y sus aliados obtuvieron el 40,7% de los votos. A la derecha, los Moderados y sus aliados obtuvieron el 40,3% de los votos.
Aunque los Demócratas Suecos están ahora en la posición de partido bisagra en el Parlamento, los grandes bloques se han comprometido a no cooperar con ellos por sus posturas "nacionalistas" sobre la inmigración y la Unión Europea.
Suecia, con una población enormemente homogénea de 10 millones de personas, ha recibido cerca de 500.000 solicitantes de asilo de África, Asia y Oriente Medio desde 2010. La llegada de tantos migrantes, en su abrumadora mayoría hombres, de diferentes orígenes culturales y religiosos ha creado una gran agitación social, incluidas agresiones sexuales y violencias de bandas en ciudades y pueblos de toda Suecia.
Los Demócratas Suecos hicieron campaña con la promesa de poner coto a la inmigración, restringir las reunificaciones familiares, acelerar las deportaciones y aplicar mano dura a la delincuencia de los migrantes. El líder del partido, Jimmie Åkesson, también advirtió de que la migración masiva representa una amenaza existencial para el sistema de bienestar de Suecia. Con decenas de miles, y posiblemente cientos de miles de migrantes que reciben prestaciones sociales sin haber hecho ninguna contribución, el actual sistema de bienestar parece destinado a quebrar, dijo.
Las encuestas preelectorales mostraban que el mensaje contra la inmigración caló en los votantes suecos. Una encuesta de YouGov publicada el 5 de septiembre –sólo cuatro días antes de las Elecciones– mostró que el apoyo a los Demócratas Suecos era del 24,8%, frente al 23,8% para los Socialdemócratas y el 16,5% para el Partido Moderado. Es decir, la encuesta sugería que los Demócratas Suecos se habían convertido en el principal partido de Suecia.
Los observadores han propuesto varias teorías para explicar la discrepancia entre las encuestas y los resultados electorales finales. Algunos comentaristas han apuntado a los esfuerzos de los grandes partidos para presentar a los Demócratas Suecos como "extrema derecha", "racista" y "neonazi", a causa de la postura supuestamente "nacionalista" y "populista" sobre la inmigración. El estigma de votar a los Demócratas Suecos puede haber frenado a algunos votantes.
En un debate televisado en octubre de 2016, por ejemplo, el primer ministro Löfven llamó a los Demócratas Suecos "un partido nazi, un partido racista". También afirmó que "se siguen utilizando esvásticas en sus mítines". Los Demócratas Suecos acusaron a Löfven de calumnias y amenazaron con denunciarlo al Comité Constitucional del Parlamento. Jonas Millard, representante del partido en el Comité, dijo:
Cuando el primer ministro de Suecia afirma que los Demócratas Suecos son un partido nazi, no sólo es una mentira, sino una completa falta de conocimiento histórico y de respeto a todos los millones de personas que se enfrentaron con el verdadero nazismo.
Löfven reculó después y dijo que sus palabras se habían sacado de contexto. Desde entonces, sin embargo, Löfven ha acusado varias veces a los Demócratas Suecos de tener vínculos con el nazismo, aunque Åkesson, que se convirtió en líder del partido en 2005, ha aplicado una política de tolerancia cero hacia el racismo y expulsado a miembros sospechosos de extremismo.
La víspera de las elecciones del 9 de septiembre, Löfven volvió a tachar a los Demócratas Suecos de racistas:
No vamos a retroceder ni un milímetro frente al odio y el extremismo allá donde se manifieste.
Una y otra vez y otra vez más, demuestran sus raíces nazis y racistas, y están intentando destruir la Unión Europea cuando más necesitamos la cooperación.
Mientras, los Socialdemócratas invirtieron ocho millones de coronas suecas (770.000 euros) del dinero de los contribuyentes para fomentar la participación en las elecciones entre los migrantes. La estrategia parece haber dado resultados: en el distrito de Rinkeby de Estocolmo, donde nueve de cada diez habitantes son inmigrantes, los Socialdemócratas obtuvieron el 77% de los votos, mientras que los Demócratas Suecos obtuvieron sólo el 3%.
Un patrón similar se produjo en otras cinco zonas de exclusión en Suecia (la policía sueca se refiere eufemísticamente a ellas como "áreas vulnerables"), aunque un análisis detallado de los resultados electorales realizado por la escritora sueco-checa Katerina Janouch y su colega Peter Lindmark demuestra que los Demócratas Suecos están logrando resultados entre los migrantes, especialmente entre las mujeres que están preocupadas por la proliferación de la delincuencia y la imposición de la ley islámica de la sharia.
Otros creen que el fraude electoral podría haber beneficiado a los grandes partidos a costa de los Demócratas Suecos. Se desconoce aún el alcance de las irregularidades en las papeletas, y qué impacto pueden haber tenido en los resultados electorales finales. La policía sueca, sin embargo, recibió más de 2.300 denuncias de posibles delitos vinculados con las elecciones de este año. Las quejas incluyen intimidación a votantes, con amenazas de violencia contra la propiedad o las personas.
Por otra parte, la Junta Electoral sueca (Valmyndigheten), la autoridad responsable de organizar las elecciones, recibió más de 400 quejas de supuesto fraude electoral, y los fiscales están investigando ahora posibles delitos relacionados con las elecciones, según el periódico Aftonbladet.
Un equipo internacional de 25 observadores electorales, "Voluntarios de la Democracia", se desplegó en los centros electorales de Malmo, Gotemburgo, Uppsala y Västerås –en total, el equipo observó más de 250 centros electorales en estas localidades–, y encontró irregularidades en el 46% de los centros visitados.
El equipo expresó una preocupación particular por la falta de privacidad al votar. En Suecia, cada partido tiene papeletas distintas donde el nombre del partido aparece destacado, y los votantes escogen la papeleta del partido al que van a votar dentro del centro electoral.
Se recoge la papeleta de manera pública, así que cualquiera que esté delante puede ver a qué partido elegirá el votante. En consecuencia, algunos votantes se pueden sentir intimidados y reacios a revelar en público que querían votar a los Demócratas Suecos.
Los resultados electorales también criticaron los votos familiares, una práctica según la cual las autoridades electorales suecas permiten a más de un votante (normalmente de la misma familia) entrar en una cabina de votación, para asegurar que los miembros más alfabetizados pueden ayudar a rellenar correctamente la papeleta a los menos alfabetizados.
La conclusión de los observadores fue:
Nos preocupa el considerable nivel de votación familiar donde las mujeres, los votantes ancianos y los enfermos pueden ser guiados o recibir instrucciones para votar de otro miembro de la familia. [...]
Un aspecto clave de la votación es que un votante debe tener su derecho individual a emitir su propio voto con independencia y sin interferencias, o incluso sin el conocimiento de otro votante.
Nos parece que esta es una forma de impedir a algunos votantes que elijan libremente, sin que otros lo sepan, y recomendamos a las autoridades electorales suecas que revisen esta cuestión a su debido tiempo.
En un estudio titulado ¿Es el voto en Suecia secreto?, Jørgen Elklit, del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Aarhus, escribió que la votación familiar es un viejo problema en Suecia que parece darse especialmente en las comunidades inmigrantes:
Este tipo de ayuda a los votantes desaventajados también pone a los miembros reprimidos de las familias en una situación complicada, si quieren votar algo distinto a sus represores. La votación familiar era bastante común en la antigua Unión Soviética y en Europa del Este [...].
Fue muy sorprendente (casi increíble) leer en el [...] informe de los observadores electorales de las elecciones suecas de 2014 [...] que los observadores notaron una considerable cantidad de votaciones familiares en Estocolmo. Hay [...] indicios de que este fenómeno se encuentra principalmente en los distritos electorales donde muchos votantes no son de origen sueco.
Otras irregularidades fueron:
- En Botkyrka, el Partido de los Moderados recibió la oferta de 3.000 votos por parte de los líderes musulmanes a cambio de un permiso de construcción de una mezquita. El partido esperó hasta dos días antes de las elecciones para rechazar la oferta. Los fiscales están ahora investigando si la oferta fue un delito penal.
- En Degerfors, un miembro de los Socialdemócratas ofreció supuestamente pagar a los votantes 500 coronas suecas (50 euros) a cambio de sus votos. En la misma localidad, un político de los Socialdemócratas siguió supuestamente a unos votantes hasta el centro electoral, y después les acompañó a la cabina de votación. El político, cuyo nombre no se ha revelado, está siendo investigado por influencia indebida sobre los votantes.
- En Eda, un miembro de los Socialdemócratas ayudó supuestamente a los votantes a rellenar sus papeletas.
- En Falu, cientos de papeletas fueron invalidadas porque fueron entregadas tarde por el servicio de correos.
- En Filipstad, el Partido de los Moderados presentó una queja ante las autoridades electorales después de que se viera a unos hombres entrar en la cabina de votación con las mujeres, eligieran las papeletas para ellas y después las siguieran hasta la urna para asegurarse de que votaban a los Socialdemócratas. La presidenta del Comité Electoral de Filipstad, Helene Larsson Saikoff, socialdemócrata, dijo que no veía ningún problema en la práctica de la votación familiar: "Le corresponde decidir a la votante si quiere que la acompañe su marido o algún buen amigo".
- En Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia, algunos centros electorales dejaron fuera papeletas de los Demócratas Suecos.
- En Heby, un recuento electoral dio como resultado diferencias considerables respecto a los resultados de la noche electoral. Cuando se le preguntó cómo se explicaba esto, el presidente del comité electoral de Heby, Rickert Olsson, culpó al "factor humano" a causa de la "fatiga".
- En Märsta, los empleados electorales aconsejaron a los votantes que no cerraran los sobres. Los Demócratas Suecos dijeron que se podrían haber manipulado.
En otras partes, el periódico Metro informó de que se habían robado papeletas de los Demócratas Suecos de las embajadas suecas en Berlín, Londres y Madrid, imposibilitando por tanto que los "expatriados" suecos de esas áreas votaran por los Demócratas Suecos.
"En todas las observaciones electorales en que he participado, nunca había visto una opción más antidemocrática que la de Suecia", dijo el diputado danés Michael Aastrup Jensen, veterano observador electoral que vigiló las elecciones suecas a título privado. "Está muy alejado del estándar europeo".
Surgieron acusaciones parecidas de fraude electoral en las elecciones de 2014. En aquel momento, el Sweden Report escribió:
Para empezar, una serie de carteros de correos han protestado oficialmente por entregar papeletas de los Demócratas Suecos (SD), el tercer partido del país, porque no están de acuerdo con las políticas del partido [...].
Se ha reportado desde Estocolmo, Gotemburgo, Laholm y Halmstad que los sobres del SD han sido claramente abiertos y vueltos a sellar. El contenido había sido retirado o en algunos casos sustituido con la papeleta de otros partidos. [...]
Otras irregularidades contra el SD incluyen el robo de papeletas en los centros preelectorales, y en un caso, hubo una trama más sofisticada: alguien había cambiado las papeletas de un municipio por las papeletas del municipio vecino, de modo que era muy fácil introducir un voto nulo.
Por si no fuese suficiente, existe el riesgo de que los administradores electorales manipulen ellos mismos los votos. En las elecciones de mayo al Parlamento europeo, hubo en caso en que una persona que estaba contando los votos debatió abiertamente en Facebook si debía tirar a la basura el montón de votos al SD.
Mientras, la información sobre un informe oficial de la UE, que concluyó que Suecia tiene los peores controles fronterizos de la Unión Europea, no se dio a conocer a los votantes suecos hasta que pasaron las elecciones, según el periódico Expressen.
El informe advertía de que los guardias de fronteras suecos no tienen la formación adecuada y carecen de los conocimientos básicos sobre cómo detectar pasaportes falsos y otros documentos de viaje utilizados por los falsos solicitantes de asilo y los yihadistas que regresan. El informe decía que el problema es especialmente agudo en el Aeropuerto de Arlanda en Estocolmo, el principal aeropuerto sueco, y recomendó que Frontex, la autoridad de control de fronteras de la UE, se desplegara para ayudar a los suecos a asegurar sus fronteras exteriores.
Varios oficiales de control de fronteras entrevistados por Expressen dijeron que los funcionarios del Ministerio de Justicia consideraban que el informe era "políticamente explosivo", y que "por lo tanto debe mantenerse en secreto hasta que terminen las elecciones". El ministro de Justicia, Morgan Johansson, negó las acusaciones.
Algunos observadores sostuvieron que los Socialdemócratas ganaron a duras penas en las elecciones de 2018 sólo porque adoptaron algunas de las propuestas sobre inmigración defendidas por los Demócratas Suecos. En mayo de 2018, por ejemplo, el primer ministro Löfven, en un intento de restañar la sangría de votos, anunció un plan para endurecer las reglas sobre asilo, mejorar los controles fronterizos y recortar las prestaciones sociales a los migrantes cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas.
Otros señalaron que al hacer de la inmigración el principal tema de las elecciones, y obligar a los partidos consolidados a endurecer sus políticas sobre asilo, los Demócratas Suecos resultaron los ganadores.
El líder de los Demócratas Suecos, Jimmie Åkesson, dirigiéndose a la reunión anual del Partido Popular danés en Herning (Dinamarca) el 15 de septiembre, dijo que sería imposible que otros partidos de Suecia callen a su partido impidan su influencia en las negociaciones para formar el próximo gobierno:
Están haciendo todo lo que pueden para formar gobierno sin permitirnos influir. Pero será imposible excluirnos. Cuanto antes se den cuenta, antes evitaremos el caos.
La magnitud del desafío al que se enfrenta Suecia es desmoralizante. Un estudio reciente del Pew Research Center estimó que aunque cesara inmediatamente toda la inmigración, la proporción de musulmanes en Suecia seguiría aumentando a más del 11% de la población general en 2050. Un escenario migratorio intermedio sitúa la población musulmana de Suecia en el 20,5% en 30 años; un escenario migratorio alto sitúa a la población musulmana en el 30,6%.
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York.