Según la lógica del ministerio de Abás, que los soldados israelíes busquen a terroristas es un "acto de terrorismo", pero disparar a una mujer embarazada y a otros seis civiles israelíes que estaban en esa parada de autobús, no. (Foto: Stephanie Keith/Getty Images). |
En la última semana, tres israelíes han sido asesinados en la última oleada de terrorismo palestino en la Margen Occidental. Las víctimas han sido dos soldados y un bebé de cuatro días nacido prematuramente después de que su madre fuera tiroteada por unos terroristas desde un vehículo en marcha.
Los ataques tuvieron lugar cerca de la ciudad de Ramala, en la Margen Occidental, capital de facto de la Autoridad Palestina (AP), donde el presidente Mahmud Abás y la mayoría de sus altos funcionarios viven y trabajan. El vehículo utilizado para el ametrallamiento en las inmediaciones del asentamiento de Ofrá fue descubierto más tarde por el Ejército israelí en el distrito de Ain Musbah de la propia Ramala, a sólo unos centenares de metros de la residencia privada y el cuartel general de Abás.
Nadie dice que Abás supiera de los atentados de antemano. Sin embargo, su respuesta y la de sus altos cargos arroja serias dudas sobre su pretendido compromiso con la paz.
Horas antes del atentado, Abás proclamó, en un discurso ante varios líderes de su facción Fatah, que mantiene su compromiso con una "resistencia popular pacífica" y con la diplomacia. "No creemos en las armas, y no creemos en los cohetes", afirmó, en referencia a los artefactos lanzados hacia Israel por Hamás y otras organizaciones terroristas desde la Franja de Gaza.
Ahora bien, el mismo Abás que dice oponerse al uso de las armas y los cohetes no ha condenado los atentados que han costado la vida a tres israelíes. En cambio, él y sus funcionarios condenan a Israel a diario por reprimir el terrorismo.
La incitación antiisraelí empezó casi inmediatamente después del atentado de Ofrá, cuando Abás y sus secuaces en Fatah y la AP arremetieron contra Israel por enviar soldados a Ramala en busca de terroristas.
En lugar de condenar los asesinatos, el Ministerio de Información de Abás condenó duramente al Ejército israelí por entrar en las oficinas de la agencia palestina de noticias Wafa. El referido departamento dijo que la operación israelí era un "acto de terrorismo" y apeló a la comunidad internacional para que pidiera cuentas a Israel por su "agresión" contra los palestinos.
Según la lógica del ministerio de Abás, que los soldados israelíes busquen a terroristas es un "acto de terrorismo", pero disparar a una mujer embarazada y a otros seis civiles israelíes que estaban en esa parada de autobús, no.
El Ejército israelí no entró en Ramala por que Israel quiera reocupar la ciudad y volver a instaurar una administración militar. Se trató de una operación limitada que duró unas pocas horas, en un contexto de busca y captura de terroristas palestinos. Pero Abás y sus altos mandos no hacen más que librar una feroz campaña de incitación contra Israel diseminado mentiras y absurdas teorías conspirativas.
Considérese, por ejemplo, lo que manifestó el secretario general de la OLP, Saeb Erekat, que se presenta como "negociador palestino en jefe". En un comunicado estrafalario, afirmó que la "incursión [israelí] en Ramala se llevó a cabo con el respaldo del presidente de EEUU, Donald Trump". Asimismo, demandó a la comunidad internacional que pidiera cuentas a Israel por sus "crímenes" y procurara protección a los palestinos.
Lo extraño es que Erekat sugiera que Israel necesita el permiso de Trump para enviar a sus soldados a Ramala a atrapar a unos terroristas asesinos. Y que crea que el intento de capturar terroristas es un "crimen" por el que Israel debería rendir cuentas ante la comunidad internacional.
No acaban ahí las declaraciones estupefacientes de la AP. Vean si no el comentario que hizo Osama Qawasmeh, portavoz de Fatah, que afirmó que la operación del Ejército israelí en Ramala se dirigía en realidad contra el propio Abás. Para Qawasmeh, el Ejército israelí "irrumpió" en Ramala por el rechazo de Abás al plan de Trump, aún no anunciado, para la paz en Oriente Medio. Por si no fuese suficiente, adujo que el intento del Ejército israelí de atrapar a los terroristas también estaba relacionado con la oposición de Abás a una reciente resolución de EEUU en la Asamblea General de la ONU que condena a Hamás por incitar a la violencia y lanzar repetidamente cohetes contra Israel.
Esta acusación absurda refleja la retorcida lógica de Abás y compañía. Para ellos, el verdadero problema no es disparar a una mujer embarazada o asesinar a dos soldados. Los líderes palestinos, empezando por Abás, señalan con un dedo acusador a Israel por cometer la osadía de enviar a sus soldados a capturar terroristas palestinos y prevenir nuevos ataques contra ciudadanos israelíes. Ni que decir tiene, los soldados israelíes que penetraron en Ramala no se acercaron en ningún momento a la oficina o a la residencia de Abás, y desde luego no tenían la menor intención de atacarlo, ni a él ni a ninguno de sus oficiales. De hecho, ni un solo funcionario de la AP o de Fatah resultó detenido o herido.
¿Piensa este dirigente de Fatah que el resto del mundo es tan estúpido como para creer que Israel arriesgaría las vidas de sus soldados enviándolos a Ramala sólo porque Abás ha rechazado un plan que nadie ha visto y del que nadie sabe nada? ¿Acaso alguno de los soldados que entraron en Ramala llamaron a la puerta de Abás y le entregaron una carta en la que se le dijera que tenía que aceptar el plan no revelado de Trump, so pena de ser castigado? Por supuesto que no.
Vamos con otro ejemplo de las mentiras y teorías conspirativas difundidas por los hombres de Abás en los últimos días: Mahmud Habash, consejero de asuntos religiosos del rais, dijo, que Israel y Hamás se estaban confabulando para "cambiar las tornas" en la Margen Occidental y así allanar el camino a la aplicación del futuro "acuerdo del siglo" de Trump.
Vale la pena señalar que Hamás ha admitido públicamente que está detrás de la oleada de ataques terroristas en la Margen Occidental. Sin embargo, según Habash, la represión israelí del terrorismo no es sino una conspiración urdida por Israel y la propia Hamás para debilitar a la AP y dar paso a "la aprobación del acuerdo del siglo, que tiene por objetivo liquidar la causa palestina".
El asesor de Abás está absolutamente convencido de que el mundo es tan estúpido como para creer que detrás de los recientes ataques terroristas hay una alianza entre Israel y Hamás. He aquí otro libelo de sangre antiisraelí evacuado por Abás y su entorno. Estas declaraciones no son solo una patraña y un insulto al sentido común, es que casi parecen sacadas de un espectáculo cómico. Casi, porque estos comentarios aparentemente ridículos se refieren a una serie de ataques terroristas que se han cobrado la vida de ciudadanos israelíes. Como tales, han de ser tomados en serio y entendidos en el contexto de la campaña de incitaciones y mentiras contra Israel de los líderes palestinos. Es precisamente este tipo de retórica incendiaria lo que impele a los terroristas palestinos a seguir atacando a Israel.
En lugar de culpar a Hamás por los atentados, la oficina de Abás optó por responsabilizar a Israel por el repunte de la violencia en la Margen Occidental: "El clima generado por la política de Israel de llevar a cabo repetidas incursiones en las ciudades palestinas, así como la incitación contra el presidente Abás, ha dado lugar a esta oleada de violencia, que nosotros rechazamos", manifestó por medio de un comunicado.
Una vez más, se comprueba que Abás considera las medidas antiterroristas de Israel como la fuente de la agitación y la violencia, no los atentados de Hamás. El mensaje que Abás está mandando al mundo es: ¡cómo se atreven estos israelíes a tomar medidas de seguridad para frenar los ataques terroristas contra sus civiles y soldados!
Abás, obviamente, teme condenar a sus rivales de Hamás por la más reciente oleada de atentados en la Margen Occidental. Sabe que el día que condene el que se dispare a una mujer israelí embarazada su pueblo se levantará contra él y lo acusará de colaborar con Israel. Pero Abás sólo se puede culpar a sí mismo: su constante incitación y sus mentiras sobre Israel han hecho demasiado peligroso que pronuncie una sola palabra contra los terroristas palestinos.
Por último, cabe mencionar un importante detalle, sobre el cual Abás y sus representantes mantienen la boca bien cerrada: la mano dura de Israel contra Hamás en la Margen Occidental sirve en realidad a los intereses de la AP. Sin ella, Hamás habría derrocado hace mucho al régimen de Abás y se habría hecho con el control del territorio. Son los soldados israelíes emplazados a unos centenares de metros de la oficina y la residencia de Abás los que mantienen a éste a salvo. Es una verdad incómoda para Abás y sus gurús, pero así son las cosas.