Suecia celebrará elecciones generales el próximo 11 de septiembre. Al mismo tiempo, el país se ve sacudido por una ola de delitos violentos sin precedentes en la historia moderna de Escandinavia.
Por primera vez, la delincuencia encabeza la lista de preocupaciones de los votantes de cara a las elecciones. "Van a ser unas elecciones suecas muy singulares, con un tema muy inusual en lo alto de la agenda", declaró Henrik Ekengren Oscarsson, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo, al periódico Dagens Nyheter. El 41% de los encuestados dijo que la ley y el orden son los temas más importantes en términos políticos y sociales.
Patrik Öhberg, politólogo del Instituto SOM, afirma: "Esta es la primera campaña electoral de los tiempos modernos en la que [la seguridad] ocupa un lugar tan destacado en el orden del día que todos los partidos tienen que debatir sobre ello, quieran o no". Esto podría beneficiar al Partido Moderado, al Democristiano o a los Demócratas de Suecia. En el otro lado del espectro político, podría ser perjudicial para el Partido de la Izquierda, los Verdes y los socialdemócratas, que están en el poder.
El Partido Socialdemócrata está al frente del Gobierno desde 2014. Durante estos ocho años, la delincuencia ha seguido creciendo hasta niveles intolerables. En los últimos años, Suecia viene sufriendo atentados con bombas, granadas u otros artefactos con periodicidad semanal, y en ocasiones varias veces por semana.
En noviembre del año pasado, Stefan Löfven, dejó de ser líder del Partido Socialdemócrata y el primer ministro del país, dando paso a Magdalena Andersson, la primera mujer en llegar a primer ministro de Suecia. El pasado abril, varias ciudades sufrieron violentos disturbios y ataques contra la Policía por parte de musulmanes luego de que el activista antiislámico Rasmus Paludan intentara quemar ejemplares del Corán. Andersson admitió entonces que la falta de integración había contribuido a la violencia de las bandas y afirmó: "Hay fuerzas poderosas que están dispuestas a todo para dañar a nuestra sociedad".
"Se ha permitido que la segregación llegue tan lejos que Suecia tiene ahora sociedades paralelas", dijo Andersson, según Aftonbladet. "Vivimos en el mismo país pero en realidades completamente diferentes (...) La integración ha sido demasiado pobre en tiempos de migración a gran escala. La sociedad también ha sido demasiado débil".
Después de haber permitido que estos problemas crecieran sin control durante décadas, otros han llegado a la misma conclusión. Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado, liberal-conservador, ha publicado este mes un artículo en el que admite que "Suecia ha perdido el control sobre la delincuencia". "Mientras la violencia empeora, los autores son cada vez más jóvenes".
Desgraciadamente, todos y cada uno de los partidos con representación en el Parlamento sueco (Riksdag) han contribuido a los problemas actuales; la excepción parcial es el derechista Demócratas de Suecia.
Incluso los medios de comunicación de referencia, como la BBC, admiten que Suecia tiene una de las tasas de asesinatos con armas de fuego más altas de Europa. Un informe oficial del Gobierno sueco publicado en 2021 reveló que cada año mueren en tiroteos cuatro personas por millón. La media europea es de 1,6 personas por millón. Las estadísticas revelan que el 85% de los sospechosos implicados en tiroteos mortales han nacido en el extranjero o son de origen inmigrante. Recientemente, los atentados y tiroteos se han extendido más allá de las principales ciudades. Tras una oleada de tiroteos en la pequeña localidad Örebro, el jefe de la policía local dijo que ahora no sólo había más bandas, sino que también se habían vuelto más violentas. "Si hace 10 años quizá daban una paliza a alguien, luego pasaron a dispararse entre ellos a las piernas", declaró Mattias Forssten a Reuters. "Ahora se disparan a la cabeza".
El pasado día 19, un hombre murió y una mujer acabó en el hospital con heridas graves tras un tiroteo en Malmö, la tercera ciudad del país. El ataque tuvo lugar en el interior de Emporia, un importante centro comercial. Según la Policía, el hombre asesinado tenía vínculos conocidos con una banda criminal. La mujer herida, sin embargo, parece haber sido una transeúnte inocente. El autor del ataque efectuó numerosos disparos en una tarde ajetreada dentro de uno de los mayores centros comerciales del país. Podría haber herido o matado fácilmente a muchas otras personas, incluso sin pretenderlo.
Un joven de 15 años fue detenido y admitió ser el autor del asesinato. Por desgracia, no es ni mucho menos un caso único. De los más de 8.200 individuos que la Policía sueca contabilizó como miembros de bandas criminales a finales de 2021, casi el 15% eran menores de 18 años. Algunas bandas reclutan específicamente a adolescentes. Según el sistema legal sueco, pueden recibir sentencias más indulgentes debido a su corta edad e incluso pueden evitar la cárcel. Las prisiones suecas ya están saturadas.
Mientras se enfrenta a una ola de delincuencia masiva, la Policía se encuentra desbordada y sin personal suficiente. El número de asesinatos que nunca se resuelven es preocupante, y muchos delitos menores quedan prácticamente impunes.
Suecia ha pasado en sólo dos generaciones de ser uno de los países más seguros del mundo a ser uno de los más peligrosos de Europa. En el mismo periodo, la inmigración masiva ha alterado drásticamente la demografía nacional: 1,2 millones de personas con derecho a voto en las elecciones de septiembre han nacido fuera de Suecia, unas 200.000 más que en las anteriores elecciones (2018). Casi uno de cada cuatro votantes primerizos (18-21 años) ha nacido en el extranjero o tiene dos padres nacidos en el extranjero. En el centro de Malmö, casi uno de cada dos nuevos votantes es de origen extranjero.
Como en otros países europeos, en Suecia los inmigrantes musulmanes tienden a votar mayoritariamente a los socialdemócratas o a otros partidos socialistas o de izquierdas. Sin embargo, ahora son tan numerosos y tienen tanta confianza en sí mismos que también crean sus propios partidos. Mikail Yüksel, musulmán de origen turco, dirige el Partiet Nyans, que cuenta con seguidores en ciudades como Malmö. Yüksel ha defendido que se debería quemar una obra de arte del fallecido artista sueco Lars Vilks porque supuestamente representa la islamofobia.
Basem Mahmud es un imán que opera en la zona de Rosengård, en Malmö, de fuerte predominio musulmán. Ha llamado a los judíos "descendientes de cerdos y simios" y aducido que no hace sino "citar el Corán", y proclamado que está a la espera de "la gran batalla", en la que todos los no musulmanes se verán obligados a someterse a los musulmanes. También ha defendido el brutal asesinato del profesor francés Samuel Paty (2020), decapitado por un musulmán checheno tras impartir a sus alumnos una clase sobre libertad de expresión.
En un sermón del pasado febrero, Mahmud arremetió contra las escuelas y los servicios sociales suecos y afirmó que los musulmanes se están apoderando del país. "Suecia es nuestra", dijo. "Es nuestra, les guste o no [a los suecos]. En diez o quince años, es nuestra".
Suecia lleva años importando y exportando yihadistas. A partir de 2014, algunos musulmanes viajaron desde Europa a Oriente Medio para apoyar al autoproclamado Estado Islámico, posiblemente la organización terrorista más brutal del mundo. Aunque muchos murieron allí, algunos de los supervivientes regresaron a Europa en los últimos años. Han apoyado directa o indirectamente brutales atentados terroristas, masacres, decapitaciones y subastas de esclavos. Sin embargo, muchos de ellos no se han enfrentado a ningún castigo real tras regresar a Suecia. Algunos municipios incluso les ofrecieron permisos de conducir gratuitos y ayudas a la vivienda en un intento de reintegrar a esos endurecidos yihadistas en la sociedad sueca.
A principios de año, un hombre fue acusado de amenazar a la Policía después de colgar lo que parecía una bandera del Estado Islámico en su balcón de Broby, localidad de unos 3.000 habitantes del sur del país. El sujeto dijo a los policías que los decapitaría, pero más tarde afirmó que tenían cuentas pendientes con él.
Norberg, antigua comunidad minera del centro del país, tiene unos 4.500 habitantes. En abril, un hombre de unos 40 años que se cree que procede de Afganistán fue detenido por violar e intentar asesinar a una mujer empujándola por el hueco de una vieja mina. El hombre había llegado a Suecia en la oleada migratoria de 2015 y le fue denegado el permiso de residencia, pero se quedó en Suecia. Al parecer, pidió a una mujer sueca que se casara con él. Cuando ella se negó, la violó y luego la empujó unos 20 metros por el pozo. Cuando, más tarde, regresó y descubrió que la mujer seguía viva, empezó a lanzarle piedras para matarla. Por una suerte de milagro, la mujer sobrevivió y, tras permanecer dos días en la mina abandonada, fue rescatada. Es posible que el agresor también haya matado a su antigua esposa.
En julio de 2022, una niña sueca de 9 años fue víctima de un brutal intento de asesinato en un parque infantil de la localidad de Skellefteå, en el norte de Suecia. Fue violada y golpeada hasta quedar en coma. El sospechoso era un inmigrante de Etiopía. Inicialmente dijo tener 13 años, pero probablemente sea varios años mayor. Se le había concedido la residencia permanente apenas una semana antes, a pesar de ser descrito en la comunidad local como un "explosivo andante".
Suecia tiene uno de los peores niveles de violación del mundo. En 2018, la emisora estatal SVT reveló que el 58% de los hombres condenados en Suecia por violación e intento de violación en los cinco años previos habían nacido en el extranjero. Algunos de los casos más brutales han sido protagonizados por inmigrantes musulmanes o africanos.
Hacha Negra es una organización criminal internacional y extremadamente violenta con raíces en Nigeria. Es una de las muchas bandas criminales rivales que se están estableciendo en Suecia. Según un informe oficial de la Policía de 2019, sólo en Estocolmo hay al menos 50 bandas criminales diferentes. Además, son cada vez más agresivas y violentas. Tradicionalmente, los países escandinavos no contaban con grupos de delincuencia organizada comparables a la Mafia del sur de Italia. Ahora Suecia cuenta con decenas de grupos o clanes diferentes que compiten entre sí por el control del mercado local de estupefacientes, la extorsión y el resto de actividades ilegales. Algunos han conseguido incluso crear una infraestructura criminal, con vínculos con abogados o burócratas. Casi todos han sido importados desde los años 70. Muchos de estos delincuentes proceden de sociedades mucho más brutales y cínicas del mundo islámico o de África. Las cómodas prisiones escandinavas no los disuaden.
Por desgracia, estos problemas ya no se limitan sólo a las grandes ciudades. Se están extendiendo a localidades más pequeñas e incluso a zonas rurales de toda Suecia. Kalmar, una ciudad medieval relativamente pequeña de importancia histórica, ha experimentado múltiples tiroteos letales protagonizados por pandilleros.
En diciembre de 2019, tres hombres enmascarados robaron en un restaurante de la localidad de Gislaved y asesinaron con un machete a un padre de familia sueco de 60 años.
Los suecos que quieren que sus familias estén a salvo de la delincuencia violenta se están quedando sin lugares a los que mudarse... a menos que decidan abandonar su país, como ya están haciendo algunos.
Peder Jensen, ensayista noruego.