Hasta hace poco, la Autoridad Palestina en la Margen Occidental solía detener a los palestinos que criticaban a sus dirigentes, especialmente a Mahmud Abás. Pero ahora la AP ha vuelto a servirse de matones para romperles los huesos. Es una forma rápida y sencilla de tratar a los críticos y de disuadir al resto.
Los matones suelen ser miembros de la facción gobernante, Al Fatah. No ocupan cargo oficial alguno, no pertenecen a las fuerzas de seguridad ni a ninguna agencia vinculada al Gobierno de la Margen Occidental. Esto permite a la AP distanciarse de ellos cada vez que cometen un crimen. Pero se sabe que los matones, a quienes los palestinos denominan shabiha, actúan por orden de altos cargos de la AP.
En el mundo árabe se llama shabiha a los grupos de matones empleados por los gobernantes para reprimir a los críticos.
Los shabiha de la AP no son tan despiadados como los del presidente sirio, Bashar al Asad. No van por ahí masacrando a mujeres y niños inocentes, y no violan las chicas. Pero han instaurado un régimen de terror e intimidación.
La última vez que la AP empleó a sus matones fue el fin de semana pasado en la Universidad de Belén. Durante una conferencia para promover en el campus el boicot y las sanciones contra Israel, un activista palestino formuló una provocativa pregunta al ministro de Economía, Jawad Nayi: ¿cómo es que la Autoridad Palestina habla de promocionar el boicot a Israel si al mismo tiempo sigue coordinando la seguridad con Israel, y muchos de sus líderes celebran reuniones secretas con israelíes?
Al término de la conferencia, mientras conducía de regreso a casa, el activista, Nizar Banat, de 34 años, fue interceptado por siete matones, que lo sacaron a rastras del coche y lo golpearon con gran violencia.
Fatah publicó posteriormente un panfleto en el que se justificaba el ataque –al parecer fue perpetrado por sus propios matones–, y amenazó con golpear con "puño de hierro" a quien ose criticar a un dirigente de la Autoridad Palestina.
El empleo de matones de Fatah por parte de la AP no es algo nuevo. Éstos son reclutados en los campamentos de refugiados y su misión es hacer el trabajo sucio. Son enviados regularmente a amenazar y golpear a periodistas, escritores, estudiantes universitarios y opositores. Otro de sus métodos favoritos es incendiar vehículos. Con su ayuda, los dirigentes de la AP pudieron sofocar lo que parecía ser el comienzo de una primavera palestina hace dos años.
En aquella ocasión, los rufianes reclutados por la AP atacaron a decenas de manifestantes que habían plantado sus tiendas de campaña en el centro de Ramala. Fueron golpeados y sus tiendas incendiadas, mientras los policías de la AP se quedaban al margen y se negaban a intervenir.
Al recurrir a esta política de terror e intimidación contra sus críticos y rivales políticos, los dirigentes de la Autoridad Palestina en la Margen Occidental están demostrando una vez más que no son muy diferentes de otros dictadores árabes. Esta clase de prácticas es lo que ha alejado a muchos palestinos de la AP, que han ido a parar directamente a los brazos de Hamás y de otros grupos extremistas.