
¿Hasta qué punto va en serio Donald J. Trump con su plan de paz? El mundo está ansioso por celebrar el éxito de la primera fase, con la devolución de los rehenes israelíes a cambio de 2.000 terroristas palestinos, pero lo que viene después sigue siendo una incógnita.
El Plan de Paz de Trump comenzó como un ultimátum: si Hamás no liberaba a todos los rehenes en 72 horas, Israel contaría con la bendición estadounidense para "terminar el trabajo" a toda máquina.
Es admirable que Trump quiera la paz y que, en su primer mandato, produjera, asombrosamente, los Acuerdos de Abraham. Ahora ha conseguido brillantemente un acuerdo para la liberación de todos los rehenes antes del 13 de octubre. Sin embargo, si las negociaciones siguen por el camino que parecen ir, la paz no será la línea de llegada.
Lo que más preocupa es que, con EEUU deseando colaborar con países que apoyan a los terroristas, como Qatar, Turquía y Egipto -cuyo gobierno los qataríes estarían planeando tumbar con una nueva Primavera Árabe, según ciertos reportes- ¿dónde podría acabar esta colaboración?
Qatar, que tiene un grueso historial de promoción y a menudo financiación de movimientos terroristas islamistas -ISIS, los talibanes, Hamás, el Frente al-Nusra (rama de al-Qaeda en Siria), las milicias en Libia y el movimiento de los Hermanos Musulmanes- ha venido asumiendo el doble papel de "pirómano y bombero".
Yigal Carmon, presidente del Middle East Media Research Institute (MEMRI), advierte:
"No hay truco propagandístico que ellos [la Turquía de Erdogan, Qatar y ahora la Siria de Al Sharaa] no jugarían para fingir ser amigos de Estados Unidos. A estas alturas, el truco de Qatar es bien conocido: crear un problema, como apoyar a los talibanes durante años hasta su toma de Afganistán con bajas estadounidenses, y luego ayudar a trasladar a las tropas estadounidenses a un lugar seguro, en lo que Trump llamó "la mayor humillación en política exterior" de la historia de Estados Unidos".
"Qatar hace esto en cualquier parte del planeta. Apoya a Hamás, que cometió las atrocidades del 7 de octubre, y luego se presenta como mediador. Qatar apoya a todas las organizaciones terroristas islamistas contra sus oponentes occidentalizados".
La gallarda oferta de Qatar de negociar un acuerdo en Afganistán acabó con unos talibanes más fuertes que nunca, y 20 años de progreso estadounidense en derechos humanos, tesoros e incontables vidas se han ido al pique.
Por otra parte, Carmon escribe:
"En cada país musulmán donde hay una batalla entre los islamistas y los secularistas, Qatar apoya a los islamistas, como en Gaza apoyando a Hamás durante años, construyendo su poderío militar y permitiendo el 7 de Octubre... dondequiera que se permita a Qatar involucrarse con su dinero, como financiando al ejército libanés, reconstruyendo Gaza o invirtiendo en Occidente, lo hace bajo el noble objetivo de promover el islam radical wahabí en el mundo. En el caso de Gaza y Líbano, y posiblemente Siria, sólo construirá un nuevo ciclo de islamismo y terrorismo".
Los gobernantes de Qatar parecen considerar que su misión -con la ayuda de su imperio televisivo Al Jazeera, así como de grandes cheques- es difundir el islam suní radical por la región y el mundo. Qatar es el principal patrocinador de Hamás desde 2007.
Qatar ya ha gastado 100.000 millones de dólares sólo en Estados Unidos para comprar influencia allí.
Trump parece estar considerando a Qatar como uno de los principales financiadores de la reconstrucción de Gaza. Si la familia gobernante qatarí acepta este papel, sin duda esperará un papel igual de importante a la hora de gobernarla, lo que bien podría incluir la designación de quién más podría compartir ese privilegio. Entre los candidatos se encuentran la Autoridad Palestina, los 2.000 terroristas retornados y Hamás o quien le suceda, los Hijos de Hamás, Hamás 2.0, Hamás la Secuela.
Se podría llamar al enclave la República Democrática de Gaza, pero seguiría siendo el hogar de grupos terroristas genocidas, empeñados en destruir Israel para gloria del Islam, introduciendo de contrabando tantas armas como antes de la masacre del 7 de Octubre. Eso es precisamente lo que es Qatar, que al parecer aspira a sustituir algún día a Arabia Saudí como guardián de los lugares sagrados del Islam.
Los negociadores en la ciudad turística egipcia de Sharm El Sheij incluyen actualmente al presidente egipcio, Abdel Fattah El Sisi, Qatar, Turquía, la Autoridad Palestina-Hamás y varios grupos terroristas islamistas. Como Trump no espera que Egipto o Turquía financien ninguna reconstrucción de la Franja, eso básicamente deja a Qatar y la Autoridad Palestina como futuros interesados a largo plazo.
Carmon señaló el 22 de julio:
"[El presidente turco Recep Tayyip] Erdogan actuó como un aliado de Trump al ayudarle a eliminar al comandante del ISIS Abu Bakr Al Baghdadi, y con ello se ganó la confianza de Trump. Sin embargo, Erdogan lo hizo por su propio bien, porque Al Baghdadi había reclamado el papel de líder de los creyentes (amir al-mu'minim ), lo que Erdogan veía como una rivalidad innecesaria. No le estaba haciendo ningún favor a Trump".
Erdogan también tiene desde hace tiempo deseos sobre Jerusalén, como legado del Imperio Otomano que desea recrear con él mismo como sultán.
¿Habla en serio el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, cuando dice que el grupo terrorista Hamás, respaldado por Irán, "no tendrá ningún papel en el Gobierno" de la Franja de Gaza y debe entregar sus armas a la AP? Ni por asomo.
En julio de 2024, casi un año después del ataque a Israel del 7 de octubre de 2023 dirigido por Hamás, la facción gobernante de Abás, Al Fatah, bajo los auspicios de China, firmó un acuerdo con Hamás para el control conjunto de la Franja de Gaza tras la guerra. Las atrocidades cometidas el 7 de Octubre incluyeron el asesinato de 1.200 israelíes y extranjeros, y el secuestro de otras 251 personas.
Según el acuerdo, conocido como Declaración de Pekín:
"Se formará temporalmente un Gobierno palestino de unidad nacional con el consenso de todas las facciones palestinas y por decisión del presidente [Abás]".
Según comentario de Al Monitor:
"Dicho Gobierno ejercerá sus poderes sobre todos los territorios palestinos, incluidas la Franja de Gaza y Cisjordania, unificará todas las instituciones palestinas e iniciará el proceso de reconstrucción, además de preparar la celebración de elecciones generales".
Abás estaba dispuesto a formar un Gobierno conjunto con Hamás 10 meses después de que miles de israelíes y palestinos murieran en esa guerra. En particular, Abás no descartó la posibilidad de otorgar a Hamás un papel en el mando no sólo de Gaza, sino también de la Margen Occidental, tal y como se recoge en la Declaración de Pekín.
Por eso, la reciente declaración de Abás de que Hamás "no tendrá papel en la gobernanza" debe tomarse con una cucharada de humus. Las palabras se produjeron durante un discurso que pronunció, por videoconferencia, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el mes pasado.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, saludó el acuerdo entre la AP y Hamás mediado por China. Según un comunicado de prensa de la ONU fechado el 24 de julio de 2024:
"En respuesta a las preguntas formuladas en la sesión informativa diaria en Nueva York, el portavoz de la ONU Stéphane Dujarric dijo que António Guterres 'acoge con gran satisfacción la firma de la Declaración de Pekín por las facciones palestinas', añadiendo que era 'un paso importante hacia la promoción de la unidad palestina'.... 'El Secretario General anima a todas las facciones a superar sus diferencias a través del diálogo y les insta a dar seguimiento a los compromisos que se hicieron en Beijing y a la Declaración que firmaron', dijo el Sr. Dujarric".
La ONU, en otras palabras, no tiene ningún problema con que Hamás siga desempeñando un papel en la gobernanza de la Franja a pesar de la responsabilidad del grupo terrorista en la masacre del 7 de Octubre y la posterior guerra con Israel.
La posición de la ONU contradice el plan de 20 puntos de Trump para poner fin a la guerra.
Según el plan de Trump:
"Gaza será gobernada bajo el Gobierno transnacional temporal de un comité palestino tecnocrático y apolítico. Este comité estará formado por palestinos cualificados y expertos internacionales, con la vigilancia y supervisión de un nuevo organismo transitorio internacional, la 'Junta de Paz', que estará encabezada y presidida por el presidente Donald Trump, con otros miembros y jefes de Estado que se anunciarán próximamente, incluido el ex primer ministro [británico] Tony Blair".
A principios de esta semana, el secretario de Estado Marco Rubio reiteró la necesidad de asegurar que "Hamás no tiene ningún papel en la gobernanza palestina". La declaración de Rubio, en el segundo aniversario del 7 de Octubre, se produjo durante una llamada telefónica con la ministra británica de Asuntos Exteriores, Yvette Cooper.
El plan de paz es excelente mientras Trump, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y Tony Blair estén ahí para asegurarse de que todo sigue en su sitio. ¿Qué pasará, sin embargo, si y cuando ellos ya no estén? Un dicho de Oriente Medio dice: "Ustedes tienen los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo".
Abás tardó casi dos años en condenar las atrocidades de Hamás, mientras que altos cargos de Al Fatah han manifestado constantemente su apoyo al grupo terrorista.
Abás Zaki, veterano miembro del Comité Central de Al Fatah, órgano clave en la toma de decisiones, defendió el atentado del 7 de Octubre y elogió las facciones armadas de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, el segundo grupo terrorista de la Franja de Gaza:
"La resistencia preparó y planificó la Operación Inundación de Al Aqsa con objetivos claros, entre ellos el levantamiento del bloqueo [naval israelí sobre la Franja de Gaza], la retirada total de la Margen Occidental y el intercambio de prisioneros".
Jibril Rajoub, otro alto cargo de Fatah y antiguo comandante del Servicio de Seguridad Preventiva de la AP, comentó esta semana:
"El 7 de Octubre formó parte de la guerra defensiva [palestina] que se lleva librando desde 1948. La lucha armada [contra Israel] no puede ser denunciada".
Tanto Zaki como Rajoub se habían manifestado anteriormente a favor de formar un Gobierno de unidad con Hamás. El año pasado, Zaki fue citado como diciendo: "Nosotros [Fatah], Hamás, la Yihad [Islámica] y todas las facciones combatientes constituimos una unidad".
El año pasado, Rajoub dijo que cualquier resolución a la guerra "debe incorporar a Hamás porque sus raíces ideológicas y de resistencia resuenan profundamente en el tejido de la sociedad palestina".
Si Abás no quiere que Hamás desempeñe un papel en la gobernanza palestina, ¿por qué -desde que Hamás expulsó por completo a la AP de Gaza en un violento golpe de Estado en 2007- ha estado trabajando sin descanso durante las dos últimas décadas para alcanzar acuerdos de "reconciliación" con el grupo terrorista?
En 2006, tras la victoria de Hamás en las elecciones legislativas palestinas, Abás y el entonces líder de Hamás, Ismail Haniyeh, alcanzaron un tibio acuerdo para formar un Gobierno de unidad nacional.
Un año después, Al Fatah y Hamás firmaron el Acuerdo de Meca, por el que se pactaba poner fin a los enfrentamientos militares entre ambas partes en la Franja de Gaza y la formación de un Gobierno de unidad.
En 2008, Al Fatah y Hamás firmaron en Yemen la Declaración de Saná para poner fin a sus diferencias.
En 2011, representantes de las dos facciones anunciaron un acuerdo, con la mediación de Egipto, para formar un mando conjunto. El acuerdo preveía la formación de un Gobierno "de transición" de tecnócratas para preparar las elecciones legislativas y presidenciales un año después.
En 2012, las dos partes firmaron el Acuerdo de Doha, de nuevo para un nuevo Gobierno de unidad y elecciones. En 2014, firmaron un acuerdo de "reconciliación" que dio lugar al establecimiento de un nuevo Gobierno de unidad tecnocrático.
En 2017, Al Fatah y Hamás firmaron otro acuerdo bajo los auspicios de Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
En 2020, Abás celebró una conferencia de prensa conjunta con dirigentes de Hamás en la que anunció el inicio de un nuevo diálogo para un acuerdo de unidad.
En 2022, Al Fatah y Hamás firmaron un acuerdo en Argel para celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias.
Como era de esperar, estos acuerdos se aplicaron, como mucho, parcialmente. Más allá de eso, demuestran que Abás ha dedicado más tiempo a negociar acuerdos de unidad con Hamás que a buscar la paz con Israel.
Es seguro suponer que una vez que termine la guerra en la Franja, Abás y sus leales de Fatah reanudarán sus esfuerzos por lograr la "reconciliación" con Hamás con el pretexto de poner fin a las divisiones entre los palestinos.
Todas las conversaciones de paz entre Israel y la AP están estancadas desde 2014, cuando Abás firmó un acuerdo de unidad con Hamás.
Dicho sin rodeos, Abás no está interesado en volver a la mesa de negociaciones: ha estado esperando a que la ONU y otras partes internacionales impongan una solución a Israel, tal y como el presidente francés Emmanuel Macron se ofreció tan amablemente a hacer justo el mes pasado. Los recientes reconocimientos unilaterales de un Estado palestino por parte de Francia, Gran Bretaña, Canadá, Australia y otros países no hicieron sino reforzar la determinación del presidente de la AP de no reanudar ningún proceso de paz con Israel. Después de todo, ¿por qué iba a negociar cuando Occidente le está sirviendo un Estado en bandeja de plata sin ponerle ni una sola condición?
Por lo que respecta al mandatario palestino, no hay necesidad de volver a la mesa de negociaciones: estos países occidentales ya han decidido que los palestinos deben tener su propio Estado, sin coste alguno. Por tanto, no hay nada que negociar.
Abás, y quienquiera que le suceda, siempre preferirá la paz con Hamás a la paz con Israel. Sabe que Hamás sigue gozando de un amplio apoyo entre los palestinos, la mayoría de los cuales, según las encuestas de opinión pública, se oponen apasionadamente al desarme del grupo terrorista. Una encuesta, publicada en septiembre de 2024, mostraba que casi el 90% del público palestino cree que los terroristas de Hamás no cometieron las atrocidades descritas en los videos que ellos mismos filmaron y retransmitieron en directo el día de la masacre.
Quienes afirman que se debe evitar que Hamás desempeñe papel alguno en el Gobierno de Gaza una vez finalizada la guerra también deberían exigir la exclusión de la Autoridad Palestina y Qatar de dicho proceso. Permitir que cualquiera de los dos ingresen en Gaza sólo allanará el camino para que un nuevo Hamás entre por la puerta de atrás.
Khaled Abu Toameh es un galardonado periodista afincado en Jerusalén.