Puede que Estados Unidos no quiera desplegar tropas sobre el terreno en Irak, pero seguro que Irán sí que quiere. En el Kurdistán iraquí, la implicación militar iraní es muy diversa y va en aumento.
Rudaw TV ha informado del apoyo iraní a la campaña de los peshmergas para recuperar una serie de localidades tomadas el verano pasado por yihadistas del Estado Islámico (EI). La cadena kurda de televisión abordó incluso el tema de las visitas públicas del general iraní Qasem Suleimani, comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, al frente en que los peshmergas combaten al EI.
Según un exgeneral de la inteligencia militar iraquí que visitó en noviembre el Kurdistán, el gran beneficiado políticamente por la iniciativa multilateral para contrarrestar los avances territoriales del Estado Islámico es Irán. El general Saad al Obaidi comentó que sin la presencia de diversas milicias chiíes proiraníes y el apoyo de la artillería de la República Islámica los bombardeos aliados contra objetivos del EI habrían sido en balde.
Según Saad, la milicia proiraní más efectiva es la famosa Brigada Badr, que durante mucho tiempo trató de acabar con el régimen de Sadam Huseín. Los combatientes de Asaib Ahl al Haq ("La Casa de la Verdad") son otro grupo chií estrechamente vinculado a la República Islámica. El Hezbolá iraquí es también una milicia pro Teherán; algunos de sus combatientes recibieron su adiestramiento inicial en campamentos situados en la provincia iraní de Ahvaz. Esas instalaciones se emplearon durante los entrenamientos de milicias que atacaron a tropas estadounidenses en Irak tras el derrocamiento de Sadam Husein.
A finales del verano se realizaron operaciones concretas en las que la presencia de voluntarios de la Guardia Revolucionaria iraní contribuyó a que los peshmergas recuperaran territorio perdido en la provincia de Diyala. Pilotos iraníes, probablemente a los mandos de cazas F4 Phantom, también han efectuado algunas salidas contra posiciones del Estado Islámico.
Teherán incluso ha establecido una zona de exclusión no oficial al otro lado de su frontera noroccidental, en el gobernorato kurdo iraquí de Suleimaniya. Sin embargo, la que probablemente sea la influencia más odiosa de Irán es la amplia e invisible presencia de agentes de su Ministerio de Inteligencia.
Los políticos estadounidenses y europeos harían bien en pensar seriamente hasta qué punto quieren reducir al Estado Islámico; un revés demasiado grande para esos yihadistas suníes sólo serviría a los intereses de las milicias chiíes proiraníes.