Ya han pasado más de tres meses desde el fin del conflicto de cincuenta y cinco días entre Israel y Hamás en Gaza, el pasado verano, aunque los catalizadores que contribuyeron a desatar la guerra siguen ahí, empujando hacia el próximo enfrentamiento.
Una de las razones por las que Hamás inició la guerra en julio fue su intento de poner fin a su aislamiento estratégico, que se agravó tras la caída de los Hermanos Musulmanes en el vecino Egipto. Asimismo, quisó salir del atolladero económico en que se encontraba como gobernante de la Franja. La lamentable situación quedaba reflejada en su incapacidad para pagar los salarios mensuales de cada uno de sus 40.000 empleados.
Hamas podría fácilmente acabar con el bloqueo de seguridad impuesto por Israel aceptando las condiciones del Cuarteto internacional, que incluirían el reconocimiento de Israel como Estado, la renuncia a la violencia y el respetando a los acuerdos diplomaticos suscritos. Evidentemente, esto contravendría la ideología yihadista de Hamás y alejaría a ésta de su trayectoria de violencia organizada y odio religioso, bases sobre las que fue fundada en los años 80 del siglo pasado por miembros palestinos de los Hermanos Musulmanes.
Sea como fuere, los problemas que acosaron a Hamás antes de la guerra del verano se han agravado. Gaza está cercada en el sur por un Egipto hostil bajo el mandato del presidente Abdel Fatah al Sisi. El Cairo está bloqueando sistemáticamente los tuneles de contrabando que unían la Franja con el Sinaí. Esto se traduce en que a Hamás le resulta imposible contrabandear armas o bienes de consumo que pueda gravar antes de que penetren en el mercado gazatí.
El bloqueo de seguridad naval israelí, diseñado para prevenir el tráfico de armas o de material que pueda ser utilizado para la fabricación de las mismas, sigue en pie, así como el estricto control de seguridad en los puestos fronterizos terrestres. Bien es cierto que en los últimos meses Israel ha permitido la entrada de materiales de construcción para impulsar la reconstrucción de Gaza, y contribuido a la exportación de productos agrícolas a lugares como la Margen Occidental.
Lo más importante es que la esperanza de Hamás de recibir 5.400 millones de dólares de ayuda internacional, prometidos por los países donantes para la recuperación de Gaza tras la guerra, sigue sin materializarse. El dinero apenas ha empezado a llegar debido a la crisis existente con la Autoridad Palestina (AP) con sede en Ramala y en manos de Al Fatah. Según los términos establecidos por la comunidad internacional, el dinero debe entrar en la Franja a través de un mecanismo conjunto desarrollado por la AP y Hamás. Tal mecanismo parece estar lejos de forjarse debido a la referida tensión entre Fatah y Hamás, cuya última prueba encontramos en los múltiples ataques con bombas contra casas de oficiales de Fatah en Gaza, coordinados y llevados a cabo por el brazo militar de Hamás en noviembre.
Mientras tanto, los 100.000 gazatíes cuyas vivendas fueron destruidas durante la guerra del pasado verano continúan sin un techo fijo bajo el que resguardarse del invierno, lo que supone otra fuente de presión para Hamás.
Estos factores han llevado al brazo militar de la organización islamista a advertir públicamente de la inminencia de una nueva oleada de violencia contra Israel. "Estamos diciendo a todas las partes que si continúa el sitio de Gaza y los obstáculos para su reconstrucción, habrá una nueva conflagración", ha advertido Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Izedín al Qasam. El ministro de Defensa israelí, Moshé Yaalón, respondió en los siguientes términos:
Basamos la calma en la Franja de Gaza en la disuasión. En este momento están disuadidos, pero debemos estar preparados ante la posibilidad de volver a actuar con toda nuestra fuerza.
Aunque no interese a Hamás desatar un nuevo conflicto después del de verano, tan destructivo, si afrontara una situación de colapso de su régimen podría decidirse a ello.
Hamás ha reanudado la producción de cohetes en sus instalaciones de Gaza, si bien a un ritmo inferior al de antes del conflicto. También ha retomado la construcción de túneles desde la Franja, diseñados para introducir a sus guerrilleros en Israel a fin de que lleven a cabo secuestros y asesinatos.
Las Fuerzas de Defensa de Israel también han empleado los últimos meses en preparar la respuesta a una hipotética nueva oleada de ataques. Si la situación en Gaza ganara volatilidad, podrían poner la disuasión de lado.
Por ahora, parece que Hamás seguirá la pauta de los últimos meses de orquestar ataques en la Margen Occidental y mantener la tregua en Gaza. Sin embargo, si continúa el alejamiento entre Fatah y Hamás y no se producen cambios en los factores que llevaron a Hamás a la guerra, la cuenta atrás hacia el siguiente conflicto puede ser más breve de lo que muchos piensan.