La inestabilidad de Oriente Medio va camino de aumentar después de que Rusia haya levantado el veto a la entrega a Irán del avanzado sistema de misiles de defensa aérea S-300.
La decisión fue adoptada por Rusia el pasado día 13 y es un acontecimiento muy peligroso que bien podría desestabilizar aún más Oriente Medio, por no hablar de su elevado potencial para desatar nuevos conflictos.
El S-300 es uno de los sistemas de defensa mediante misiles tierra-aire más avanzados. Consiste en una batería de defensa aérea montada sobre un camión que también puede emplearse como arma ofensiva merced a su largo alcance y a su capacidad para rastrear y atacar varios aviones al mismo tiempo.
Batería de misiles tierra-aire de fabricación rusa S-300 perteneciente al Ejército eslovaco. (Imagen: EllsworthSK/Wikimedia Commons) |
Si Rusia respeta su compromiso de entregar el S-300 a Irán, entonces los iraníes podrían introducir de contrabando este sofisticado armamento en Siria y, desde allí, valerse de una red transfronteriza para trasladar los misiles al Líbano y hacérselos llegar a Hezbolá.
Desde el Líbano, los misiles S-300, que tienen un alcance de 125 millas (unos 200 km), no sólo supondrían una amenaza para la actividad de la Fuerza Aérea Israelí (FAI), de vital importancia, sino que Hezbolá podría emplearlos para atacar al tráfico aéreo civil sobre Israel, lo que desencadenaría una devastadora respuesta de los israelíes.
Además, cabe esperar que Irán pudiera intentar hacer llegar el sistema al régimen de Asad, como ha hecho con muchos otros tipos de armamento. Damasco, muy probablemente, se valdría del S-300 para amenazar aviones israelíes que sobrevolaran el norte del Estado judío.
Tanto el régimen de Asad como Hezbolá también podrían usar el S-300 para poner en peligro misiones decisivas de la FAI, como vuelos de reconocimiento que contribuyen a que Israel esté al tanto de los continuos y amenazantes acontecimientos (también promovidos por Irán) que tienen lugar al norte del país.
No obstante, resulta razonable suponer que la FAI ya habrá desarrollado formas de superar estas amenazas.
El impacto que los misiles rusos S-300 tendrán en la región va mucho más allá del que ejercerá sobre Israel y sus vecinos. No hay duda de que Irán se sentirá tentado a hacer llegar de contrabando baterías S-300 a sus clientes huzis del Yemen, además de técnicos y operadores iraníes. Los chiíes huzis, peones de la República Islámica, actualmente no tienen capacidad para derribar los cazas saudíes que libran la campaña para impedir que las fuerzas chiíes se hagan con el control de todo el país. Eso cambiaría si recibieran los misiles tierra-aire de fabricación rusa.
Y, lo que es más grave, Irán podría emplear el sistema para reforzar las defensas antiaéreas en torno a sus numerosas instalaciones nucleares, lo que dificultaría considerablemente cualquier futuro ataque aéreo sobre ellas.
Reforzar las defensas que protegen el programa nuclear iraní tiene implicaciones para la seguridad global en general, al facilitar que Irán pueda presentar su incipiente status nuclear como un hecho consumado y prácticamente invulnerable. Eso, a su vez, socavaría el tratado de no proliferación nuclear, permitiría que Teherán siguiera exportando armas y terrorismo tranquilamente por todo Oriente Medio y que fabricara misiles balísticos que pondrían a su alcance toda la región y buena parte de Europa. Si esos misiles fueran instalados a bordo de barcos o submarinos iraníes, su alcance podría ser aún mayor.
En los últimos cinco años Rusia se ha abstenido de entregar el sistema S-300 a Irán debido a presiones israelíes y estadounidenses, así como a las severas sanciones que pesaban sobre la República Islámica.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, presionó de forma intensiva a Moscú en 2010 para que cancelara un acuerdo de 2007 por el que Rusia suministraría el sistema a Irán, explicando que la estabilidad regional estaba en juego.
Ahora, con un acuerdo marco sobre el programa nuclear iraní, y con los países del P5+1 colaborando con Teherán para tener un acuerdo definitivo a finales de junio, Rusia está ansiosa por capitalizar el levantamiento de las sanciones para reanudar los negocios con los iraníes. China también ha accedido a construir plantas nucleares para ellos. Su decisión parece anticipar lo que está por llegar.
La Guardia Revolucionaria Islámica iraní ya está activa en todo Oriente Medio: ha proporcionado a los aliados de su régimen más armas, adiestramiento y financiación. Esta posición avanzada le brinda a Irán, a su vez, la capacidad para hacer estallar conflictos y desestabilizar la región a distancia.
Como muestran las decisiones de Rusia y de China, levantar las sanciones sobre Irán no hará más que impulsar a la Guardia Revolucionaria en su intento de extender la cada vez más destructiva influencia iraní.