Pese a la disuasión israelí, aumenta el riesgo de un enfrentamiento inesperado entre Israel y Hezbolá.
Este nuevo año plantea numerosos riesgos nuevos y pocas oportunidades: los dos enemigos que Israel tiene más cerca, el libanés Hezbolá en el norte y Hamás en Gaza, al oeste, prosiguen con sus programas armamentísticos a gran escala, y se preparan para el día en que libren una nueva guerra contra el Estado israelí.
Pese a que ni a Hezbolá ni a Hamás les interesa iniciar una guerra contra Israel en un futuro inmediato (ya que se exponen a sufrir amplios, graves y duraderos daños como consecuencia de dicho enfrentamiento), ambos se están preparando en serio para ello.
Hezbolá, armado con más de 100.000 cohetes y misiles, puede lanzar sobre Israel un número sin precedente de proyectiles. Además, tanto la organización libanesa como Hamás están planeando realizar incursiones al otro lado de la frontera, enviando escuadrones asesinos altamente adiestrados para llevar la lucha a territorio israelí, como empezó a hacer el movimiento palestino el pasado verano mediante los túneles que construyó para ello en Gaza.
Con la región en medio del caos y con cada bando armándose y entrenándose para cuando comiencen las hostilidades, parece que ha aumentado de forma significativa el riesgo de que un incidente aislado haga estallar inesperadamente un enfrentamiento más generalizado.
En los últimos meses, Hezbolá ha mostrado signos de que está preparado para responder abiertamente a cualquier acontecimiento que interprete como una agresión israelí contra su principal base de operaciones en el Líbano.
Israel ha advertido reiteradamente tanto a Hezbolá como a Irán de que se abstengan de introducir armas avanzadas en el Líbano. Además, según fuentes extranjeras, el Estado israelí ha actuado en diversas ocasiones para interceptar envíos de armas de contrabando.
La industria armamentística iraní está al servicio de Hezbolá; produce para él proyectiles a gran escala, mientras que el Partido de Dios sigue tratando de hacerse con cohetes y misiles con sistemas de guiado de precisión para llevar a cabo futuros ataques contra objetivos estratégicos israelíes.
Pese a que Hezbolá, que actúa a las órdenes de Irán, está metido hasta el cuello en la guerra civil siria y se ha extendido por Siria y el Líbano, su ritmo de preparativos para una guerra contra Israel no se ha visto afectado. El conflicto sirio incluso le ha proporcionado algunos instrumentos nuevos que puede emplear contra los israelíes, como una mayor capacidad para coordinar las maniobras terrestres. Esta mejora de sus capacidades ofensivas supone la mayor amenaza para la seguridad de Israel en su entorno inmediato.
Entretanto, Hezbolá sigue tratando de cometer atentados mortales contra israelíes en el extranjero.
Todo ello no significa que la organización terrorista chií esté buscando una guerra total en este momento; de hecho, parece que es justo lo contrario.
Sus acciones parecen ir encaminadas a mantener, de momento, el enfrentamiento con Israel a fuego lento mientras sigue concentrándose en Siria. Pese a su ideología extremista, Hezbolá no ganaría mucho provocando a los israelíes para que lanzaran oleadas de ataques devastadores sobre sus posiciones en el Líbano.
Sin embargo, cualquier equivocación o error de cálculo por parte del movimiento islamista libanés podría desencadenar una serie de acontecimientos que bien podrían acabar en guerra. De ser así, no hay garantías de que el conflicto se limitara al Líbano e Israel; escenarios como Gaza o Siria bien podrían verse arrastrados al mismo.
Oriente Medio se está convirtiendo en una región en la que a quienes actúan en ella les resulta cada vez más difícil controlar su situación o los acontecimientos.
Israel sigue siendo el actor más poderoso de la región y, mientras se prepara para poder hacer frente a unas guerrillas terroristas cuasi-estatales cada vez más numerosas en sus fronteras, debe estar listo para la posibilidad de que un conflicto en una de sus fronteras se extienda rápidamente a otra de ellas. En el pasado se creía que tales conflictos serían efímeros, pero la duración de los futuros enfrentamientos podría ser mayor de lo que muchos creían.
Mientras sus Fuerzas Armadas continúan evaluando los riesgos existentes al otro lado de sus fronteras, Israel sigue estando preparado para cualquier eventualidad.