Ahora que se vislumbra en el horizonte una cuarta guerra de Gaza, deberíamos ser conscientes de la hipocresía y la demagogia que signaron las tres anteriores, porque es muy probable que volvamos a ver más de lo mismo.
La acusación
El senador estadounidense Bernie Sanders, que aspira a ser designado candidato demócrata para las próximas presidenciales, afirmó que la respuesta de Israel en la guerra de Gaza de 2014 fue "desproporcionada", y un columnista de Haaretz, Asher Schechter, le dio la razón. Sin embargo, ni Sanders ni Haaretz han aportado pruebas que lo respalden.
Schechter utilizó un argumento que vale la pena mencionar: aludió a las "extremadamente permisivas reglas de enfrentamiento durante la operación, a fin de proteger las vidas de los soldados de las IDF [Fuerzas de Defensa de Israel] aunque implicase una mayor pérdida de vidas de civiles". De ser cierto, significa que los soldados de las IDF, como todos los demás, tienen que tomar decisiones en una décima de segundo, y que cuando lo hacen al enfrentarse a palestinos que parecen ser terroristas pecan de asumir que son terroristas para proteger sus propias vidas. Es lo esperable, e Israel no tiene ninguna obligación de hacer lo contrario.
Israel ha demostrado repetidas veces lo mucho que valora las vidas de los civiles del pueblo contra el que está luchando. Ninguna otra fuerza militar lanza folletos, telefonea a sus adversarios y da golpes en el tejado para advertir de un ataque inminente y dar tiempo a que los civiles sean evacuados. Israel valora la vida de los civiles palestinos, pero, naturalmente, valora más la vida de sus propios soldados. Israel ha demostrado repetidas veces lo mucho que valora a sus soldados, por ejemplo, cuando puso en libertad a más de mil criminales palestinos. ¿Por qué iba a esperar nadie que de repente Israel menos a sus soldados cuando tienen que luchar contra el terrorismo en Gaza?
Lo lamentable no es que a Israel se preocupe por sus soldados, la mayoría de los cuales tienen familia, que en muchos casos depende de ellos para su subsistencia. ¿Qué clase de moral habría en cualquier ejército si los soldados sintiesen que son considerados mera carne de cañón, que no importan a nadie?
Lo lamentable es que al Gobierno palestino de Gaza le importe menos la vida de sus propios civiles, y de sus familias, que matar judíos. Por eso los terroristas explotan a esos civiles como parte de su estrategia del bebé muerto, descrita por el abogado estadounidense especialista en derechos humanos Alan Dershowitz.
Como también ha escrito Dershowitz, Hamás tiene una "calculada estrategia diseñada para acusar moralmente con el dedo emocional a las IDF por hacer todo lo que haría cualquier democracia, defender a sus civiles contra ataques de cohetería yendo a por quienes están disparando aunque lo hagan desde áreas civiles".
Ninguna prueba creíble
No ha habido ninguna prueba por parte de una fuente creíble y no sesgada de que las acciones de Israel en Gaza hayan sido desproporcionadas; en las leyes de la guerra, eso no significa que el número de muertos en las partes en conflicto tenga que ser el mismo (lo que no tendría sentido), sino que la fuerza militar aplicada para alcanzar un objetivo militar concreto no debe exceder la cantidad de fuerza requerida: se trata de "lesiones" o una "pérdida incidental de vidas" que puedan resultar "excesivos en relación con la ventaja militar directa y concreta".
No es un concepto sencillo, especialmente para un público no versado en asuntos militares.
Entre las fuentes sesgadas que han intervenido está Amnistía Internacional (AI), que hizo esa acusación en julio de 2015. El Gobierno israelí explicó por qué la conclusión de AI no era válida, pero el informe ya quedaba mancillado por el historial, concienzudamente documentado, del sesgo antiisraelí de AI.
El prejuicio de AI contra Israel también había sido documentado por varios analistas, además de por NGO Monitor: la doctora Yvette Alt Miller y el propio Alan Dershowitz. La oficina nacional de AI en EEUU negó a Alan Dershowitz el derecho a hablar después de que lo hubiese invitado el capítulo de AI en Columbia. AI copatrocinó incluso una gira de conferencias de un activista palestino que promueve la violencia y que explota abiertamente a sus propios hijos para provocar a los soldados israelíes.
Además de la falta de credibilidad de las acusaciones, también fuentes no israelíes y no judías han llegado a la conclusión de que Israel no ha cometido crímenes de desproporcionalidad. Durante la guerra de Gaza de 2014, el coronel Richard Kemp, excomandante de las fuerzas británicas en Afganistán, dijo: "Ningún otro ejército en el mundo ha hecho más que el de Israel ahora para salvar la vida de civiles inocentes en una zona de combate". En abril de 2016 reiteró esa valoración.
Schechter, el columnista de Haaretz, admite que "Hamás, por supuesto, lanzó ataques de cohetería contra escuelas, hospitales y viviendas. Lo hizo deliberadamente, a fin de infligir muerte y sufrimiento". Cualquiera que no sea un indiscutible defensor del terrorismo, incluidos Sanders y Haaretz, está de acuerdo en que Israel tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas lanzados desde Gaza. Por supuesto, Israel tiene el deber de utilizar únicamente la fuerza requerida para frenar los ataques, y no mucha más, pero ¿cómo se determina si Israel ha ido demasiado lejos?
Para un observador ingenuo, parece que, como murieron muchos más palestinos que israelíes, Israel debió de emplear una fuerza desproporcionada. Sin embargo, esta conclusión no tiene en cuenta hasta dónde llega Israel para proteger a sus civiles, mientras que Hamás ceba las víctimas civiles para ganarse simpatías, como explica Dershowitz. Eso tampoco tiene en cuenta el significado real de proporcionalidad.
Una traición a los israelíes y los palestinos
Al hacer esa acusación de desproporcionalidad sin definir el significado del término, Sanders y Haaretz traicionaron no solo a los palestinos y a los israelíes, también a sus profesiones. Hicieron acusaciones falsas y sin fundamento mientras que ignoraron los miles de muertes palestinas que los palestinos están infligiendo a su propio pueblo, entrenando a niños y prácticamente bebés para la guerra, utilizando a su propia gente como escudos humanos y no proporcionándole cobijo, a diferencia de lo que hacen los israelíes.
Además de ayudar a Sanders a atraerse el voto ingenuo y antiisraelí, y a Haaretz a atraerse a los lectores antisemitas, las acusaciones sin fundamento de desproporcionalidad desvían la atención del hecho de que, para evitar más guerras, habría que sustituir el régimen terrorista de Gaza apoyado por Irán por uno que estuviese interesado en el bienestar de los palestinos. Sanders y Schechter no propusieron nada para lograrlo. Prefieren acusar falsamente a Israel de cualquier cosa que pueda sonar condenatoria, con la esperanza de que nadie indague en la verdad o haga alguna pregunta.
Para los ingenuos, Sanders y Schechter parecen personas reflexivas y compasivas que se preocupan por los palestinos; en realidad, no son más que unos ignorantes o unos hipócritas. Si traicionar a los israelíes y a los palestinos por igual es a lo que Sanders se refiere con "una postura más equilibrada", lo único desproporcionado es su hostilidad injustificada hacia Israel, que tampoco es de ninguna ayuda para los palestinos.
Fred Maroun: Periodista canadiense de origen árabe.