Tras los ataques de Nochevieja en Colonia (Alemania), se conoció la noticia en Suecia de que se había producido un gran número de agresiones sexuales contra chicas y mujeres en el festival de música "We Are Sthlm" [abreviatura de Estocolmo] en 2014 y 2015, pero que fueron ocultadas por la policía y los medios. El jefe de la policía nacional, Dan Eliasson, inició inmediatamente una investigación para determinar la magnitud del problema.
Los resultados se presentaron en mayo, en un informe titulado: "Situación actual en relación con las agresiones sexuales y propuestas de acción", y las conclusiones son escalofriantes. Casi todos los agresores que atacaron en grupo y que fueron capturados eran ciudadanos de Afganistán, Eritrea y Somalia, tres de los cuatro grupos de inmigrantes más numerosos en Suecia, y que entran en la categoría de "niños refugiados sin acompañante".
El Departamento de Operaciones Nacionales de la Policía empezaba su informe repasando todas las agresiones sexuales en festivales de música, carnavales o celebraciones de Nochevieja que han sido denunciadas a la policía:
Las denuncias presentadas en 2015 y 2016 demuestran que las jóvenes de 14 y 15 años son las más vulnerables. Los ataques se han percibido de forma distinta, en función del modus operandi [del agresor], pero la información facilitada en las denuncias demuestra claramente que varias de las jóvenes atacadas estaban comprensiblemente devastadas y muy "inestables después de que se produjera el incidente". Especialmente llamativos y alarmantes son los ataques perpetrados por grupos, donde la víctima no sólo es retenida y "manoseada", sino que los atacantes también intentaron arrancarle la ropa. [...]
La mayoría de los ataques fueron perpetrados por individuos solos. En la mayoría de los casos, el ataque se producía en lugares muy concurridos y por la espalda; el agresor metía las manos por los pantalones, la blusa o sudadera de la víctima y trataba de besarla y sujetarla. A causa de la lucha para liberarse o porque el ataque se había producido por detrás, muchas veces era difícil obtener una buena descripción física del sospechoso para lograr después una identificación positiva. En muchos casos, las víctimas se encontraban entre el público delante de un escenario, intentando abrirse paso entre la gente para llegar adonde estaban sus amigos, o de pie con algún amigo o grupo de amigos cuando fueron atacadas.
Al menos diez casos fueron clasificados como la llamada taharrush gamea ["acoso colectivo" en árabe], donde grupos de hombres eligen a una víctima y la atacan todos juntos. El informe cita a Senni Jyrkiäinen, investigadora en la Universidad de Helsinki, que estudia las relaciones de género en Egipto: "Taharrush es la palabra árabe para referirse al acoso". Si se le añade "el-ginsy" (o sólo "ginsy") significa "acoso sexual", y la palabra gamea significa "grupo".
El informe de la policía describe así el fenómeno:
En al menos diez casos, una chica sola, a veces acompañada de otras personas de entre 14 y 16 años, y a veces de entre 25 y 30, era rodeada por varios hombres (5 o 6, y a veces más). En estos casos, algunos de los hombres sujetaban a la chica, mientras otros le tocaban los pechos y el cuerpo, y en uno de los casos algunos de los hombres fotografiaban el ataque. En otros casos, los agresores le desabrochaban los pantalones a la víctima y trataban –a veces con éxito– de bajárselos antes de que fuese socorrida. También hubo casos donde varias chicas de un mismo grupo eran atacadas al mismo tiempo por una numerosa pandilla. [...]
Se ha identificado a pocos sospechosos. Los que han sido identificados son ciudadanos de Afganistán, Eritrea y Somalia. Se cerraron todas las investigaciones sobre casos en Estocolmo y Kalmar de 2014 y 2015 por falta de pruebas o problemas para identificar a los sospechosos.
La policía cita algunas de las denuncias presentadas:
Una chica de 16 años fue atacada por un numeroso grupo de hombres descritos como "de origen extranjero y que hablaban un mal sueco", que trataron de arrancarle la ropa. Algunos de los atacantes fotografiaron el incidente. La chica estaba volviendo a casa de una fiesta con su novio cuando fue atacada. El novio presenció el incidente.
Dos chicas fueron atacadas por una banda de entre 10 y 20 hombres de "origen africano", con edades entre los 15 y 20 años.
Un ataque contra una joven en un parque pasó del acoso sexual a la violación en toda regla a manos de un grupo de hombres. Los hombres y la joven habían acudido a la misma fiesta, y los atacantes la siguieron cuando se marchó.
Una muchacha de 12 años fue atacada, y dio la siguiente descripción de los atacantes: "Cuatro hombres, de entre 20 y 25 años, que parecían árabes y hablaban entre ellos en una lengua extranjera, posiblemente árabe". Un joven que pasaba por ahí intervino y recibió una paliza.
Una joven declaró que cuando se metió entre unos arbustos para orinar, fue agredida sexualmente por doce atacantes. Los sospechosos también le robaron la cartera a la víctima. "La agresión sexual consistió en que una serie de asaltantes agarraban las nalgas de la víctima, entre otras cosas".
Una chica de 17 años salía de un centro comercial y fue seguida y detenida por tres "tipos africanos" que la atacaron agarrándole las nalgas con tanta fuerza que le desgarraron los pantalones.
A una chica de 13 años que va a clases de educación especial se le acercaron "4 o 5 extranjeros" que hablaban sueco con acento. La agarraron todos a la vez "en sitios que le desagradaban, como las nalgas y los pechos".
Cuando una chica estaba esperando el tren, fue rodeada por seis jóvenes de entre 15 y 17 años, de "origen extranjero". Empezaron a pincharla y a decirle obscenidades, y la amenazaron en sueco. Cuando llegó el tren, siguieron atacándola.
Una joven se encontró con un grupo de unos diez hombres de entre 18 y 20 años. Cuatro de ellos le agarraron el jersey y la sujetaron por el brazo, mientras otros tres le tocaban el cuerpo y los pechos. Gritó para pedir auxilio y trató de resistirse, pidiéndoles que pararan, en vano. Al final logró liberarse.
Una chica fue acosada con palabras obscenas en un tren por un grupo de nueve hombres, de alrededor de 25 años, que trataron de obstaculizarle el paso al bajarse del tren. Ninguno de ellos hablaba sueco, dijo la víctima en su denuncia. "Es posible que fuesen de Afganistán".
Una joven fue rodeada en un tren por ocho hombres que habían subido a la vez que ella. Dos de los hombres empezaron a tocarle los muslos y a manosear sus partes íntimas. La chica logró sacar un espray de pimienta y los atacantes se alejaron. Todos eran mayores de 25 años y de origen extranjero.
En lo que respecta a las agresiones sexuales en las piscinas públicas, el informe afirma que se reportaron 123 incidentes de este tipo en 2015. El 86 % de los sospechosos eran menores de 20 años; la mayoría tenía 15 o 16 años.
En el 80 % de los casos reportados de las piscinas públicas, los perpetradores declaraban o se averiguaba que eran de origen extranjero. La mayoría no tenía número de la seguridad social sueca, y las denuncias afirmaban que pertenecían a grupos de jóvenes que habían solicitado asilo.
Los claros y alarmantes datos presentados por el informe de la policía no han tenido el menor impacto en el debate público sueco. Las feministas siguen hablando de "hombres" que cometen agresiones sexuales. Por ejemplo, en enero, Karen Austin, exdirectora de un grupo de trabajo del Gobierno sobre los hombres jóvenes y la violencia, escribió un artículo en la web de debates de la televisión pública sueca sobre por qué la cultura y la religión (casi) no tienen relevancia en lo que concierne a las agresiones sexuales.
"¿Es que los hombres suecos tienen un conjunto de cromosomas mejor que el del resto de hombres del mundo?", se preguntaba retóricamente.
Barbro Sörman, presidenta del Partido de la Izquierda en Estocolmo, escribió en Twitter a principios de julio que en realidad es peor que violen los hombres suecos que los extranjeros:
Los hombres suecos que violan lo hacen a pesar de haber crecido en la igualdad de género. Eligen de manera activa. Eso es peor, en mi opinión.
Sörman se arrepintió después de su tuit, pero mantuvo que los suecos deben ser escudriñados de la misma manera:
Hay que ver qué hace elegir no ser igual y cometer agresiones en nuestra sociedad, a pesar de que seamos iguales.
Después de que el comisario nacional de la policía, Dan Eliasson, leyera el informe que había encargado, el 28 de junio presentó una "solución" que hizo resoplar a los suecos: un brazalete con las palabras "No manosees" impresas en ellos. Eliasson explicó así la iniciativa:
La policía se toma muy en serio las agresiones sexuales, especialmente cuando hay jóvenes afectadas. Estas agresiones son por supuesto extremadamente repudiables, y toda la sociedad tiene que trabajar contra ellas. [Con los brazaletes] podemos poner el foco en este asunto y animar a las afectadas a denunciar el delito.
Pocos días después, resultó que muchos de los agresores que habían agredido sexualmente a las mujeres en el festival de música "Putte i Parken" en Karlstad llevaban el brazalete de "No manosees". Lo mismo pasó en el festival Bråvalla. Lisen Andréasson Florman, directora de operaciones de la organización sin ánimo de lucro Nattskiftet (Turno de Noche), tenía a 50 voluntarios patrullando la zona del festival Bråvalla cada noche. Y a pesar de ello, la propia Florman fue agredida. Le dijo a la agencia de noticias sueca TT que había sido rodeada por tres hombres que se comportaron de manera "totalmente repugnante".
Y los tres llevaban puestos esos brazaletes de "No manosees". Fue completamente surrealista.
Y así sucesivamente. Las agresiones sexuales en los festivales musicales de este verano se han producido sin cesar. Mucha gente quedó por tanto espantada cuando se enteró de que los organizadores del festival de música Trästocksfestivalen en Skellefteå había decidido organizar autobuses gratuitos para los "niños refugiados sin acompañante" de la localidad.
Sin embargo, el director del festival, Nils Andrén, no comprendía en absoluto las críticas contra los autobuses gratuitos, y dijo que el lema del festival es la "accesibilidad", y que seguramente a los recién llegados les resultaba caro pagarse el autobús hasta el festival. Además de ofrecer autobuses gratuitos, los organizadores también imprimieron carteles anunciando el festival en persa, árabe y tigriña. Decían sentirse "orgullosos de ser el primer festival de música en Suecia que había impulsado un importante aumento de migrantes recién llegados entre su público".
Cuando terminó el festival Trästocksfestivalen, la policía contó doce agresiones sexuales reportadas.
La policía concluía el informe sugiriendo varias medidas para prevenir e investigar las agresiones sexuales relacionadas con jóvenes en eventos públicos. Las sugerencias se presentan con grandes trazos:
- Trabajo preventivo mediante la prevención situacional del delito.
- Construir una base sólida de cooperación entre los ayuntamientos y los organizadores.
- Implementar un modelo de cooperación periódica vinculada a la delegación de las acciones y la responsabilidad.
- Medidas directas a partir del análisis de las causas.
- Establecer "centros de contacto conjuntos" durante los eventos públicos.
- Hacer un análisis correcto de la situación a tiempo.
- Dar los primeros pasos para llevar a los responsables ante la justicia situando a investigadores sobre el terreno.
- Investigación jurídica para determinar si los nuevos modus operandi delictivos constituyen un agravante.
Los investigadores no sugieren en ninguna parte del informe que los políticos deban tomar medidas para asegurar que Suecia acepte a menos solicitantes de asilo de los países donde la taharrush gamea es habitual. Al parecer, las chicas y mujeres suecas deberían aprender a vivir con manoseos y violaciones, o desaparecer del espacio público directamente. Lo último va muy en la línea de lo prescrito por la ley islámica de la sharia.
Aunque respalda los artículos de Ingrid Carlqvist que ha publicado hasta la fecha, Gatestone Institute ya no está asociado a ella de ningún modo.