La intimidación palestina vuelve por sus fueros. Sus últimas víctimas son unos artistas palestinos que están padeciendo una campaña de intimidación que tiene por objetivo obligarlos a boicotear un festival de arte bajo el pretexto de que promueve la "normalización" con Israel. Les han advertido de que quien participe en el Mekudeshet, que forma parte de la Temporada Cultural de Jerusalén, será expulsado de la Sindicato General de Artistas Palestinos.
El festival, que se está celebrando en Jerusalén desde el 23 de agosto y que finalizará el próximo día 15, pretende "adoptar una mirada alternativa y más abierta a la realidad", según se lee en su web.
Tratamos de sustituir las ideas fijas y predeterminadas por una aproximación menos categórica y más multifacética a exactamente la misma realidad. Tratamos de elevar nuestra mirada, disolver los límites, generar empatía y abrir nuestros corazones y mentes. Tratamos de recordar, siempre, que Jerusalén nos conquista, nos libera y nos permite unirnos en torno a un amor común por ella.
El festival es un acontecimiento puramente cultural y artístico pensado para quienes desean expresar su amor por Jerusalén. Los organizadores, que no pertenecen a ningún partido político, no pretenden hacer ninguna declaración respecto al estatus de la ciudad:
Para nosotros, Jerusalén es un estado de conciencia. Tratamos constantemente de estar en contacto con su alma y santidad, lidiar con sus dificultades y necesidades y restañar su herida profunda y abierta. Todas nuestras creaciones artísticas provienen de Jerusalén.
(Foto: Mekudeshet, Navot Miller/Wikimedia Commons) |
Estas acogedoras palabras no han logrado, obviamente, impresionar a los palestinos, que han lanzado una vil campaña contra el festival y proferido amenazas contra sus participantes palestinos. La campaña es otra muestra del creciente extremismo palestino y de su rechazo a cualquier forma de cooperación y coexistencia con Israel.
Lo que es particularmente inquietante es que la Autoridad Palestina (AP), respaldada y financiada por EEUU y la UE, está participando activamente en la campaña. Sería más fácil de entender que Hamás o la Yihad Islámica estuviesen en contra del certamen, pero la oposición de la AP manda a los palestinos el inconfundible mensaje de sus líderes en Ramala: Israel es inaceptable, lisa y llanamente.
La indignación palestina con el festival y con la participación de palestinos en el mismo pone de manifiesto, desde un nuevo ángulo, la profunda falsedad de las declaraciones del presidente de la AP, Mahmud Abás, de que se educa a los palestinos en una cultura de paz. He aquí un festival que no promueve otra cosa que la cultura y la paz y la AP, una vez más, predica justo lo contrario.
El ministro palestino de Cultura ha urdido una excusa ridícula para justificar su oposición al festival. Su Ministerio alega que la Temporada Cultural de Jerusalén no está inscrita oficialmente en la Autoridad Palestina. Asimismo, asegura que la organización no se coordinó con ella, y que se enteró de su celebración por los medios. Sea como fuere, el propio departamento palestino reveló cuál era el meollo de la cuestión: "El Ministerio se opone a cualquier actividad cuyo objetivo sea promover la normalización de la ocupación israelí", según una fuente del mismo.
El Sindicato General de Artistas Palestinos, que es una rama de la OLP del presidente Abás, es la punta de lanza en la campaña contra el Mekudeshet y sus participantes palestinos. La central llamó a todos los artistas palestinos a boicotear el festival bajo el pretexto de que promueve la "normalización" y "sirve a los intereses israelíes". Musa Hafez, presidente del sindicato, advirtió de que cualquier palestino que participase en el Mekudeshet sería expulsado de la organización y que las medidas punitivas también se aplicarían a los ciudadanos árabes de Israel que tomaran parte del mismo.
Entre las tácticas intimidatorias utilizadas para persuadir a los palestinos de que no participasen en el Mekudeshet se cuenta la publicación en webs palestinas de los nombres de los artistas señalados.
La Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel se unió a la campaña de intimidación. Uno de sus líderes, Zeid Shuaibi, dijo que se había puesto en contacto con algunos de los participantes palestinos para persuadirles de que boicotearan el "festival pro normalización" y se lamentó de que su organización no hubiese recibido respuesta alguna de los artistas. "El festival tiene el propósito de distorsionar la realidad y dar la imagen de que los israelíes y los palestinos viven juntos en una sola ciudad", alegó Shuaibi. "Esto es un intento de utilizar a los artistas palestinos como hoja de parra para adornar la imagen de Israel ante el mundo".
¿Cómo experimentaron los artistas este bombardeo de llamadas telefónicas y mensajes amenazantes por parte de activistas antiisraelíes? "Persuasión" es la palabra que utiliza Shuaibi para describir su presión sobre los artistas. Esa persuasión es pura intimidación. Pregúntenles a los artistas, ellos les dirán.
Uno de ellos, que habló con la condición de mantener el anonimato, explicó: "Es muy desagradable recibir una llamada de esta gente a altas horas de la noche. Da miedo cuando te dicen que te denunciarán por traidor si vas a cantar a un festival con judíos". Y afirmó que la campaña de intimidación afectaba a algunos miembros de su familia. "También han estado llamando y enviando mensajes a mis padres, tíos y primos pidiéndoles que me presionaran para boicotear el festival".
Como era de esperar, los boicoteadores recurrieron a las redes sociales para protestar contra la participación palestina en el festival. En Twitter y Facebook, condenaron el certamen diciendo que era un acto de "normalización" con Israel. "La normalización es un crimen" fue uno de los lemas utilizados por los activistas palestinos en las redes sociales.
La música y la cultura se usan en todo el mundo para promover la coexistencia y la paz entre los pueblos. Sin embargo, los palestinos parecen aproximarse al arte de forma muy distinta. En lugar de asimilar los acontecimientos culturales que se esfuerzan por reducir la distancia entre la gente, consideran el arte una amenaza mortal para su ideología y sus valores.
Los palestinos desbaratan habitualmente encuentros orientados a la paz entre los israelíes y los palestinos, pero esta campaña, que apunta contra israelíes y palestinos que expresan su amor por Jerusalén, lleva el fanatismo a un nuevo nivel. Si el palestino común y sus líderes hablan de crimen y traición al hablar de un festival en el que intervienen palestinos e israelíes, ¿qué esperanza hay de que cualquier líder palestino pueda alguna vez firmar un acuerdo de paz con Israel?