Imagen: Un grupo de palestinos durante una revuelta en una valla transfronteriza con Israel el 14 de mayo de 2018. Dos de los jóvenes se preparan para atacar a soldados israelíes con hondas. (Foto de Spencer Platt/Getty Images). |
Cuando Hamás organizó sus manifestaciones semanales junto a la frontera entre la Franja de Gaza e Israel hace diez meses, primero mandó a sus hombres y sus familiares a participar en las protestas. Pero unas semanas más tarde, Hamás ordenó a sus hombres que se mantuvieran alejados de la frontera después de que muchos fuesen detectados y matados por el ejército israelí. La mayoría de los hombres de Hamás que murieron durante la violencia pertenecían a Izadín Al Qasam, el brazo militar de la organización. Otros pertenecían al brazo militar de otra organización terrorista, la Yihad Islámica.
Vale la pena señalar que los miembros de Hamás y la Yihad Islámica que murieron cuando participaban en la violencia cerca de la frontera entre Gaza e Israel no llegaron vestidos con uniformes militares o con las armas en la mano. Esos hombres participaron en las protestas semanales vestidos de civiles. Fingían ser civiles corrientes e inocentes que protestaban contra la crisis económica en la Franja de Gaza, gobernada por Hamás.
Más tarde, sin embargo, Hamás fue obligada a admitir que mataron a decenas de sus miembros en los primeros tres meses de las protestas. Salah Bardawil, alto oficial de Hamás en la Franja de Gaza, reveló en mayo de 2018 que habían matado a al menos 50 miembros de Hamás durante las protestas violentas, que empezaron dos meses antes.
Hamás se vio obligada también a admitir que la mayoría de las víctimas eran "combatientes" después de que sus identidades fuesen reveladas por sus familias y los hospitales de la Franja de Gaza. Hamás esperaba probablemente que las identidades de sus hombres permaneciesen secretas para que la organización y otros palestinos pudiesen acusar a Israel de atacar a civiles inocentes e indefensos.
Después de que se descubrió la estratagema de Hamás, la organización y sus seguidores de la Franja recurrieron a una táctica distinta: enviar a niños y mujeres a la frontera entre Gaza e Israel. Esto, por supuesto, es una vieja táctica que Hamás y otras organizaciones terroristas palestinas han utilizado durante décadas. Los líderes terroristas palestinos saben que cuando mujeres y niños resultan heridos o muertos cerca de la frontera, atrae la atención de la mayoría de los periodistas extranjeros y las organizaciones de defensa de los derechos humanos. El objetivo de Hamás es hacer parecer a Israel un Estado que ataca deliberadamente a mujeres y niños palestinos.
En las últimas semanas, Hamás, la Yihad Islámica y otras organizaciones terroristas palestinas han enviado a miles de mujeres y niños a la frontera con Israel para participar en la violencia. Las organizaciones han estado alentando a los niños y las mujeres a lanzar piedras, artefactos explosivos y bombas incendiarias contra soldados israelíes. También han animado a las mujeres y los niños a que intenten infiltrar la frontera causando daños a la valla de seguridad.
La última víctima de esta cínica explotación de Hamás y su lavado de cerebro a los niños tuvo lugar el 8 de febrero, durante las protestas violentas a lo largo de la frontera de Gaza con Israel. Hasán Salabi, un niño de 14 años de la Franja de Gaza fue uno de los miles de niños y mujeres palestinos enviados por Hamás a la frontera para participar en los ataques violentos contra los soldados israelíes.
Como los otros miles de palestinos enviados a la frontera, Hamás le dijo a Salabi que el objetivo de la llamada "Marcha del Retorno" era allanar el camino para que millones de palestinos se mudaran a Israel. La "Marcha del Retorno" no va de mejorar las condiciones de vida de los palestinos de la Franja de Gaza. Se la llama "Marcha del Retorno" porque su principal objetivo es obligar a Israel a permitir que los refugiados palestinos y sus descendientes entren en él y lo conviertan en un país de mayoría musulmana donde los judíos se les permitiría vivir sólo como una pequeña minoría bajo un régimen islámico.
Como la mayoría de las organizaciones y líderes palestinos, Hamás mintió al chico cuando le dijo que lanzar piedras y bombas incendiarias a los soldados israelíes facilitaría el "derecho al retorno" para que millones de palestinos, supuestamente, volvieran a las casas de las que huyeron después de que cinco ejércitos árabes atacaran el recién nacido Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
El chico creyó que al intentar destruir la valla de seguridad e infiltrarse en Israel, él y sus amigos estaban ayudando a los palestinos a lograr su "derecho al retorno".
Las ingenuas mujeres y los niños no sabían que cualquier ejército al que se le enfrenten miles de agitadores que intentan infiltrar la frontera se vería obligado a utilizar todos los medios a su alcance para defender a sus soldados y a sus civiles. Uno sólo puede imaginar qué habría pasado si miles de agitadores palestinos hubiesen logrado cruzar la frontera y llegar a las localidades israelíes cercanas.
La semana pasada, una mujer de 43 años, Amal Al Taramsi, también fue víctima de la explotación de mujeres y niños por parte de las organizaciones terroristas palestinas. La mujer, que estaba entre los miles de palestinos enviados por Hamás a la frontera para participar en una confrontación violenta contra los soldados israelíes, también murió cuando los agitadores intentaron infiltrar la valla de seguridad.
Los palestinos de la Franja de Gaza dijeron que se habían percatado de que en los últimos meses, Hamás y la Yihad Islámica ya no estaban enviando a sus hombres a los lugares de los enfrentamientos. Los terroristas prefieren mantener una distancia segura del campo de visión de los soldados israelíes, y evidentemente prefieren esconderse detrás de las mujeres y los niños. Los líderes de los terroristas también son unos cobardes. A menudo aparecen brevemente por el lugar de las protestas para hacer declaraciones a los periodistas y luego vuelven a ocultarse en sus pueblos y oficinas.
Cuando mataron a Salabi el pasado viernes, los líderes de Hamás y la Yihad Islámica estaban visitando El Cairo, donde siempre se alojan en hoteles de cinco estrellas. Estaban en El Cairo para hablar con los funcionarios de los servicios de inteligencia egipcios sobre llegar a un entendimiento con Israel respecto a una tregua de larga duración a lo largo de la frontera entre Gaza e Israel. Mientras estaban en El Cairo, los líderes de Hamás y la Yihad Islámica siguieron enviando a miles de mujeres y niños a participar en los ataques violentos a los soldados israelíes. A estos líderes no les importa la seguridad o bienestar de sus mujeres y niños. Al contrario: cuantas más mujeres y niños muertos, mejor. De ese modo, pueden culpar a Israel por matar a civiles inocentes e incitar a más palestinos a unirse a la yihad contra los judíos.
Ni que decir tiene, estos líderes siempre se aseguran de que sus propias esposas e hijos se mantienen alejados de la zona de combate.
Lo que es inquietante no es que Hamás y la Yihad Islámica estén explotando a mujeres y niños como escudos humanos. Más bien, lo que es indignante es el continuo silencio de los medios y la comunidad internacional. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos y periodistas internacionales están cayendo en la trampa de los terroristas al repetir como loros el libelo de sangre de que Israel está "atacando deliberadamente a civiles inocentes, especialmente mujeres y niños".
Si hay que condenar a alguien, es a los que están enviando a mujeres y niños a morir en la frontera con Israel.
Se debería responsabilizar por crímenes de guerra a los que están alentando a las mujeres y los niños a tomar parte en una confrontación violenta con el ejército israelí. Es hora de que la comunidad internacional pida a Hamás, la Yihad Islámica y las demás organizaciones terroristas en la Franja de Gaza que dejen de esconderse detrás de las mujeres y los niños y dejen de utilizarlos como escudos humanos en su yihad para eliminar a Israel.