Los Altos del Golán. El control israelí de la zona ha sido el statu quo durante más de medio siglo, y la legítima necesidad de Israel controlarla no ha hecho más que crecer con el tiempo. (Foto: Wikipedia). |
Ninguna persona sensata pediría a los israelíes que entregaran los Altos del Golán al asesino de masas sirio Bashar al Asad. Sería suicida entregar esas tierras altas que dominan ciudades y pueblos israelíes a un demente que las utilizaría para atacar a civiles israelíes con bombas químicas de racimo, que es lo que ha hecho con sus propios compatriotas. Ningún país ha devuelto jamás un buque de guerra capturado en una guerra defensiva a un enemigo que ha jurado destruirlo. Y los Altos del Golán son un gran buque de guerra que se usaría para atacar a Israel.
Los Altos del Golán no son como la Margen Occidental, que tiene una numerosa población de civiles que se consideran ocupados o desplazados. Los civiles que vivían en los Altos del Golán antes de que entrara Israel el último día de la Guerra de los Seis Días eran en su mayoría drusos. Los que se quedaran allí, están mucho mejor viviendo en Israel que en Siria. Desde que Asad empezó su campaña de asesinatos, numerosos drusos del Golán se han convertido en ciudadanos israelíes. Como uno de esos 25.000 drusos decía en una pieza publicada recientemente en Los Angeles Times:
No hay duda de que, en el Golán, los drusos y los israelíes gozan de un nivel de seguridad y protección que no se puede comparar con la vida que se vive al otro lado. (...) Cada noche, al cenar, dice que recuerda a sus hijos que, mientras ellos están bien alimentados, hay niños en Siria que no tienen nada para comer.
Así que el control israelí de los Altos del Golán no tiene nada que ver con la población; tiene que ver sobre todo con la ventaja militar. Ningún país ha devuelto jamás a un enemigo jurado un territorio esencial en términos militares y capturado en una guerra defensiva.
El problema no es si Israel debería devolver ahora los Altos del Golán. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que no. Además, no lo hará. Ningún primer ministro de Israel, por muy de izquierdas que fuese, pensaría jamás en ceder los Altos del Golán a Asad. Se trata de una meseta que los sirios usaban para disparar contra los agricultores israelíes que trabajaban en el valle; era una suerte de galería de tiro.
Israel seguirá manteniendo el control de los Altos del Golán en el futuro previsible. La única cuestión es si su anexión por parte de Israel debe ser reconocida por Estados Unidos y otros países.
Debería, y por varias razones importantes.
La realidad sobre el terreno es que Israel jamás entregará los Altos del Golán a Siria, salvo que sean parte de una solución pactada con una Siria pacífica y democrática que haya aceptado poner fin a toda beligerancia y reconocer a Israel como el Estado-nación del pueblo judío. No es probable que esto suceda en el futuro previsible. Si sucediera, nada impediría a Israel ceder los Altos del Golán como parte de un acuerdo de paz definitivo. No existe por lo tanto ningún peligro real en la decisión de Israel de anexionárselos ni en la decisión de Estados Unidos de reconocer la anexión. Además, ambas decisiones suponen la eliminación de la condición de los Altos como territorio ocupado y reconoce las realidades de facto y de iure.
Tuve la oportunidad de hablar de esto con el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, dos semanas antes de que anunciara su decisión. Le planteé la analogía del buque de guerra, que pareció apreciar. Le dije que yo era de la opinión de que el mundo árabe suní podría quejarse, pero que en realidad no le importa el Golán, que no tiene significado religioso para el islam. Ha habido, de hecho, algunas protestas menores, pero nada de importancia.
Como era previsible, la Unión Europea se opuso al reconocimiento estadounidense de la anexión. Pero no dio ningún argumento convincente, más allá de su habitual exigencia de que no se cambie el statu quo. El control israelí de los Altos del Golán ha sido el statu quo durante más de medio siglo, y la necesidad legítima de Israel de controlar la meseta no ha hecho más que aguzarse con el tiempo, dadas la guerra en Siria y la presencia militar tanto de Irán como de Hezbolá en las inmediaciones. ¿Pediría la Unión Europea a Israel que entregara ahora los Altos del Golán a Asad? ¿Algún país europeo ha cedido alguna vez un terreno elevado, capturado en una guerra defensiva, a un enemigo declarado?
Recordemos que, al terminar la primera y la segunda guerras mundiales, los países europeos hicieron ajustes territoriales para preservar la paz. ¿Por qué debería la Unión Europea someter a Israel a una doble vara de medir que nunca se ha aplicado a sí misma? La respuesta es clara: la UE siempre ha actuado hipócritamente con Israel, y esta no es una excepción.
Así que bravo por el presidente Trump, por hacer lo correcto. Seguiré criticándole cuando se equivoque, si lo hace, como al separar a las familias en la frontera sur de Estados Unidos. Esto es lo que significa el bipartidismo: alabar al presidente contra el que voté cuando hace lo correcto y criticar a presidentes a los que he votado (como Barack Obama) cuando hacen lo incorrecto (como abstenerse en la resolución del Consejo de Seguridad que declaraba territorios ocupados lugares sagrados judíos).
Que Israel siga controlando los Altos del Golán aumenta las posibilidades de que haya paz y reduce las opciones de que Siria, Irán o Hezbolá puedan utilizarlo como plataforma de lanzamiento contra el propio Israel. Se trata de una buena noticia para el mundo, para Estados Unidos y para Israel.
Alan Dershowitz: Abogado, profesor de la Escuela de Derecho de Harvard y escritor. Autor de numerosos artículos, ensayos, entre ellos "The Case for Israel" (2005), y obras de ficción ("The Trials of Zion," 2010).