Bajo el régimen de Hamás, la Franja de Gaza se ha convertido en los últimos años en uno de los refugios más activos del mundo para el terrorismo, y este enclave radical está destinado a estallar.
Actualmente, el Gobierno y los responsables de la defensa de Israel prefieren contener, en vez de desmantelar la amplia infraestructura terrorista arraigada en el enclave gobernado por Hamás. Hasta ahora, el Movimiento Islámico de Liberación colabora con ese planteamiento. Pretende expandir su industria local de fabricación de cohetes, aumentar el numero de hombres armados y consolidar su control del poder. Todos esos objetivos a largo plazo requieren tiempo y estabilidad.
Representantes de la Defensa israelí han reconocido, no obstante, que la contención es una táctica limitada en el tiempo.
Aparte de Hamás, Gaza alberga a una serie de organizaciones armadas islamistas radicales, como el representante directo de Irán, la Yihad Islámica, y un número cada vez mayor de diversos grupos armados afiliados a Al Qaeda, todos los cuales rechazan la legitimidad de una tregua con Israel y pretenden desafiarla.
La facilidad con la que grupos terroristas menores pueden desafiar un alto el fuego quedó clara hace pocos días, cuando terroristas gazatíes lanzaron varios cohetes contra la cuidad israelí de Sderot. El ataque, que hizo saltar las alarmas antiaéreas y obligó a los civiles a huir en busca de refugio, fue acompañado de un lanzamiento de granadas propulsadas por cohetes contra una patrulla de las Fuerzas de Defensa de Israel que operaba junto a la valla que separa a Israel de Gaza. El ataque no consiguió causar heridos.
La Fuerza Aérea Israelí respondió en un par de horas, con ataques aéreos diurnos (algo poco habitual) contra objetivos del sur y el centro de Gaza.
Por su parte, Hamás intervino para restaurar la calma. Su deseo de interrumpir el enfrentamiento directo con Israel parece genuino.
Según los cálculos de la inteligencia israelí, Hamás ha reunido más de 5.000 cohetes de corto alcance y decenas de medio alcance, los cuales pueden alcanzar el Gran Tel Aviv; el 70% de la población israelí queda a tiro de ellos. Hay pocas dudas de que a Hamás le gustaría construir más cohetes. Sin embargo, cualquier nuevo enfrentamiento con las FDI pondría ese arsenal en riesgo inmediato: las Fuerzas de Defensa israelíes lo destruirían.
Además, Hamás está aprovechando la calma para construir unos túneles de ataque muy largos entre Gaza e Israel. Tienen más de un kilómetro de longitud y pueden servir para infiltrar células terroristas en territorio israelí para que lleven a cabo atentados o secuestren soldados. Hamás invierte millones de dólares en esos túneles. Las FDI los descubren y destruyen a menudo.
Las divisiones de combate de Hamás constan de unos 16.000 hombres armados. En un conflicto a gran escala con Israel arriesgaría su suerte; es decir, si estallara la guerra, la misma existencia de Hamás como Gobierno podría verse comprometida. Por tanto, parece que el movimiento islamista prefiere mantener la tregua.
El problema para Hamás es que no está solo. Con ayuda de fondos y entrenamiento iraníes, la Yihad Islámica ha creado una fuerza de 5.000 guerrilleros armados. Este grupo posee más de 2.000 cohetes, y el número va en aumento. Si el Líder Supremo iraní, el ayatolá Jamenei, da la orden a la Yihad, podría iniciarse rápidamente un enfrentamiento en Gaza, lo que dejaría a Hamás con la opción de tratar de hacer frente a otra organización terrorista o unirse a ella en una guerra contra Israel.
Además hay unos 4.000 miembros de grupos terroristas gazatíes menores, cada uno de ellos armado con su propio miniarsenal de cohetes, bombas y armas de asalto. Muchos de esos grupos son fieles a la visión del líder de Al Qaeda, Aymán al Zawahiri, de un califato islámico, y mantienen vínculos con camaradas yihadistas de la vecina península del Sinaí.
Estos grupos, al parecer, están indignados por lo que consideran una política blanda hacia Israel por parte de Hamás, y han asegurado que pronto reanudarán las hostilidades contra los israelíes.
Por tanto, incluso aunque Hamás quisiera prolongar la tregua durante años, su capacidad de hacerlo es muy dudosa. Además, como la política israelí de contención se basa en la idea de un Hamás que domina a las otras organizaciones terroristas, en caso de que el movimiento no lograra hacerlo, dicho planteamiento se desmoronaría.
Las FDI se preparan a contrarreloj para ese día. Entretanto, mientras Gaza sigue infestada por organizaciones terroristas radicales, su desgraciada población continúa pagando el precio por ello.