En los últimos días, los servicios de inteligencia y la Armada israelí interceptaron en el Mar Rojo, frente a las costas de Sudán y Eritrea, un carguero a bordo del cual se encontró un alijo iraní de armas destinado a terroristas de la Franja de Gaza.
El intento iraní de enviar a grupos terroristas gazatíes como la Yihad Islámica 40 potentes cohetes de alcance medio, 180 proyectiles de mortero y cerca de medio millón de balas habría afectado a la seguridad de millones de personas del centro y sur de Israel.
El cargamento supone el más reciente ejemplo de la peligrosa, desestabilizadora y violenta política exterior impulsada por el régimen iraní.
Bajo el mando del Líder Supremo, el ayatolá Jamenei, Irán sigue dos caminos contradictorios en sus relaciones con el mundo:
Por una parte, el presidente Hasán Ruhaní mantiene involucrada a la comunidad internacional en un proceso diplomático sobre el programa nuclear de Teherán. Ha logrado muchos éxitos con una "ofensiva de encanto" diseñada para cambiar la imagen de su país por la de un participante razonable y más moderado en la escena internacional.
Al mismo tiempo, la Guardia Revolucionaria y su fuerza especial en el exterior, la Fuerza Quds, refuerzan, financian y arman a organizaciones terroristas en todo Oriente Medio.
Con miles de efectivos en toda la región y fuera de ella, la Fuerza Quds sigue un ambicioso programa para armar a Hezbolá, al régimen asesino de Asad en Siria, a las organizaciones armadas chiíes en Irak y a grupos fanáticos armados de Gaza.
Una segunda función de la Fuerza Quds es subvertir los Estados suníes que se interponen en el plan iraní de lograr la hegemonía en Oriente Medio.
Irán está provocando agitaciones suníes en el Estado del Golfo de Baréin, apoya a los rebeldes hutis en Yemen y está armando al Gobierno represor sudanés.
Además, la Fuerza Quds promueve la difusión de la ideología jomeinista en un intento de exportar la Revolución Islámica lo máximo posible. Esta fuerza, dirigida por un cerebro llamado Qasem Suleimani (que responde directamente ante Jamenei), se sirve de bancos y de empresas-fachada para pagar y fabricar armas antes de tratar enviarlas a sus agentes.
Según la Resolución 1747 del Consejo de Seguridad de la ONU, Irán tiene prohibido importar o enviar armamento a través de fronteras internacionales. Pero, como demuestra este último cargamento de armas interceptado por Israel, la República Islámica viola sistemáticamente dicha resolución.
La Fuerza Quds forma parte de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), una vasta organización que cuenta con unos 130.000 miembros en su filas. Su objetivo es asegurar la supervivencia del régimen de los ayatolás en Irán. Los CGRI son un poder militar paralelo: tienen sus propias fuerzas aéreas, terrestres y navales, al margen de las Fuerzas Armadas iraníes.
Cuando el régimen cree necesario suprimir brutalmente disidencias internas, puede llamar al Basij (una fuerza paramilitar de voluntarios, que recibe órdenes de la Guardia Revolucionaria) y a sus dos millones de voluntarios para que acudan a las calles de las ciudades iraníes.
Pero el ayatolá Jamenei está probando una nueva forma de mantener las calles libres de manifestantes: permitiendo que Ruhaní celebre conversaciones con Occidente. Eso, espera evidentemente Jamenei, acallará la creciente agitación debida a los problemas económicos del país, muchos de ellos causados por las sanciones internacionales.
Al mismo tiempo, está permitiendo que los CGRI y la Fuerza Quds prosigan con su programa de exportación global del terrorismo, una iniciativa combatida contrarreloj por las agencias de inteligencia israelíes. El barco con armas interceptado no es más que uno de los numerosos intentos de envío de armamento que es frustrado por Israel.
Los representantes de las Fuerzas de Defensa israelíes describen esta lucha como una "guerra entre guerras"; hoy en día, esta batalla (encubierta en su mayor parte) es una pieza fundamental para mantener la seguridad de Israel.
Los esfuerzos de Israel dependen de una serie de medios de inteligencia clasificada, que son verdaderamente impresionantes, pero que no pueden detener todas las armas que Irán está enviando a la región.
¿Tomará nota la comunidad internacional del más reciente ejemplo de los intentos iraníes por poner armas mortíferas en manos de criminales de guerra en Gaza, los cuales atacan indiscriminadamente a civiles israelíes? ¿O los diplomáticos preferirán mirar hacia otro lado?