Este mes, el Vaticano ha firmado el primer tratado con el Estado de Palestina, al que ya reconoció en 2012.
El Vaticano no es el único Estado europeo que reconoce al Gobierno de Hamás y Abás como Estado independiente. No es más que el último representante de una tendencia que muestra bien a las claras que los Estados europeos no tienen ni idea del conflicto de la región y que están ciegos para ver la verdadera causa del terrorismo y las matanzas que la asuelan.
El papa Francisco saluda al líder palestino Mahmud Abás en el Vaticano, 16 de mayo de 2015. (Imagen: captura de pantalla de un vídeo de RT). |
Por desgracia, el año pasado Europa demostró que el terrorismo y las amenazas de cometer un genocidio podrían ser la mejor forma de alcanzar la independencia nacional.
En octubre de 2014 la Cámara de los Comunes británica votó a favor de una moción simbólica que supone un primer paso para que el Reino Unido reconozca a un Estado palestino. Posteriormente, el Gobierno sueco se convirtió en el primer país europeo importante que reconocía oficialmente dicho Estado. Poco después, la Cámara Baja española votó abrumadoramente a favor de reconocer a Palestina como Estado; lo mismo hizo el Parlamento portugués.
Y, de regalo, Finlandia y Dinamarca (en Copenhague, antes de que la ciudad sufriera un atentado terrorista como ésos con los que Israel lleva décadas lidiando) advirtieron a Israel de que podría ser objeto de sanciones de la UE. El ministro de Exteriores finlandés, Erkki Tuomioja, afirmó que los israelíes podrían ser sancionados por la Unión Europea debido a sus actuaciones en zonas palestinas.
En septiembre, el ministro de Exteriores de Dinamarca, Martin Lidegaard, dijo que si Israel no se comprometía a acabar con su bloqueo de Gaza y a detener los asentamientos ilegales se adoptarían medidas más enérgicas:
Si en este tiempo no ocurre nada en las conversaciones de paz, y si no vemos un nuevo tipo de respuesta por parte israelí, tendremos que discutir la posibilidad de adoptar nuevas medidas, entre ellas modificar nuestras relaciones comerciales con Israel.
Naturalmente, no abordó la cuestión siguiente: si tu vecino está tratando de importar armas mientras amenaza con matarte, ¿que sé supone que tienes que hacer al respecto? Tampoco se refirió al similar bloqueo de Gaza realizado por Egipto, que se enfrenta al mismo problema.
Por último, el premio gordo: el 17 de diciembre de 2014 el Tribunal General de la Unión Europea, el segundo de mayor rango de la UE, declaró que había sacado a Hamás de la lista de organizaciones terroristas:
Hamás no debe seguir incluido en una significativa lista de organizaciones terroristas internacionales.
¿Es que estos Parlamentos y tribunales no han leído la Carta Fundacional de Hamás, sobre todo su artículo 7, en el que se insta abiertamente al genocidio de los judíos, no sólo en Israel, sino en todo el mundo? ¿No han oído el dicho que circula en buena parte del mundo árabe: "Primero la gente del sábado, luego la del domingo", es decir, los cristianos europeos? ¿No han visto cómo los radicales islámicos han estado atacando a cristianos y a otros grupos no sólo en Oriente Medio, también en Occidente?
¿De verdad ése es el espíritu de pluralismo, humanismo y tolerancia que apoyan estos Gobiernos buenos y morales de Europa y el Vaticano?
Las autoridades de la UE hablan de conversaciones de paz y de una solución de dos Estados; Hamás no. No es que nunca le hayan importado esas sutilezas, es que las rechaza abiertamente. Cuanto más insta el movimiento islamista palestino a la destrucción de Israel y al asesinato de todos los judíos, parece que los Gobiernos europeos, incomprensiblemente, lo interpretan como un llamamiento a la paz. Si se compara el lenguaje empleado por estos Gobiernos con el de los dirigentes de Hamás, parece que sean de galaxias distintas.
En julio de 2014 Hamás volvió a dejar claro que su objetivo no es la paz. Cuando un entrevistador árabe preguntó a Mushir al Masri, parlamentario y portavoz de Hamás ante los medios de comunicación, si Hamás tenía alguna propuesta al respecto, éste respondió:
Ésa no es más que una idea absurda de los sionistas, con su sueño de vivir en paz y tranquilidad durante diez años. Seguiremos molestándoles hasta que el último de ellos abandone nuestra tierra palestina. Porque cada tregua es temporal y dura un cierto periodo. No estamos hablando de una tregua a largo plazo. No estamos hablando de un acuerdo de paz.
En el diccionario de la resistencia, 'tregua' significa prepararse para la siguiente batalla. Nuestra resistencia seguirá desarrollando, fabricando y abasteciendo sus arsenales y preparando elementos sorpresa para las próximas batallas, hasta que el enemigo sionista abandone nuestra tierra, con la ayuda de Alá.
"En el islam, la paz tiene un significado distinto", escribió la experta Diane Weber Bederman. "Y es importante que comprendamos ese significado cuando hablamos de paz con los líderes musulmanes, sobre todo con los que representan a Hamás, a Hezbolá, al Estado Islámico o a Al Qaeda. Para el islam, la paz es la sumisión a Alá. El significado último de la paz islámica es que todos vivamos en Dar al Islam, 'la casa de la sumisión'".
Durante la guerra del verano pasado, iniciada por el lanzamiento de cohetes de Hamás contra Israel, el periodista Arsen Ostrovsky escribió: "Tan sólo en las últimas 24 horas han sido lanzados mas de 120 cohetes contra el sur de Israel; eso son unos cinco cohetes por hora". Y contra un país del tamaño de la isla de Vancouver.
Al término de esa operación, Hamás demostró una vez más que todos sus esfuerzos van encaminados a la destrucción: cientos de muertos y heridos (sacrificio humano institucionalizado) empleados como propaganda ante las cámaras de televisión. Para el movimiento islamista, y, por lo visto, para muchos países europeos, Israel no tiene derecho a defenderse ni a existir. ¿Y Europa está dispuesta a apoyar incondicionalmente a organizaciones racistas y antihumanitarias como la Autoridad Palestina y Hamás?
Como alguien nacido y criado en el islam en Oriente Medio, donde aún vivo, puedo asegurarles a las autoridades europeas que si creen que reconocer como Estado a Hamás y a los palestinos animará a dicho movimiento a modificar sus estatutos y a abandonar sus atentados, no podrían estar más equivocados. Puede que los europeos crean que si siguen pagando diplomáticamente para protegerse, y dando a los terroristas lo que dicen que quieren, éstos se encargarán de que en las ciudades europeas nada (más) salga volando por los aires. O puede que, simplemente, se estén ganando apoyos para conseguir contratos de negocios o votos musulmanes.
En 2010 el líder de Hamás Mahmud al Zahar dijo:
¿Hemos renunciado a nuestras tierras ocupadas en 1948? Exigimos la liberación de la Margen Occidental y el establecimiento de un Estado en la Margen Occidental y en Gaza, con Jerusalén como capital, pero sin reconocer [a Israel]. Ésa es la clave: sin reconocer al enemigo israelí ni en una pulgada de territorio (...) Es nuestro plan en esta fase: liberar la Margen Occidental y Gaza sin reconocerle a Israel el derecho a una sola pulgada de tierra, y sin renunciar a al derecho de retorno de un sólo refugiado palestino.
El jeque Nizar Rayan, uno de los líderes políticos de Hamás, afirmó en 2005 durante un mitin en Gaza:
No descansaremos hasta liberar toda nuestra tierra, toda nuestra Palestina. No hacemos distinciones entre lo que fue ocupado en los años 40 y lo ocupado en los 60. Nuestra yihad prosigue, y aún nos queda un largo camino que recorrer. Seguiremos adelante hasta que el último usurpador sea expulsado de nuestra tierra.
Hamás no sólo resulta dañino para Israel, sino para su propio pueblo de Gaza. Al parecer, Hamás ha llevado a cabo (tras juicios sumarísimos, en el mejor de los casos) ejecuciones públicas en las que pelotones de ejecución han fusilado a supuestos colaboradores –conciudadanos suyos–, posiblemente para dar ejemplo a otros gazatíes.
Tampoco es ningún secreto que Hamás está implicado en corrupción financiera y en especulaciones de guerra. "Los dirigentes de Hamás han amasado millones mediante negocios inmobiliarios multimillonarios, residencias de lujo y petróleo egipcio procedente del mercado negro, mientras el resto de la población se enfrenta a una pobreza del 38% y a una tasa de paro del 40", escribe Doron Peskin, un experto en economía de la región.
El Instituto de Estudios Palestinos publicó en el verano de 2012 un detallado informe sobre los túneles terroristas de Gaza. Hamás empleó a niños para construir su red subterránea en la Franja, lo que provoco la muerte de muchos de ellos: "Al menos han muerto 160 niños en los túneles, según las autoridades de Hamás", señala el documento.
Hamás también declara abiertamente que se dedica a la yihad contra los judíos en Israel y en todo el mundo. ¿Acaso los Gobiernos europeos exigen la desmilitarización de Gaza y tratan de imponerla mientras los dirigentes de Hamás no cambien sus estatutos y renuncien a la comisión de atentados? No, reconocen al movimiento y al Estado palestino.
Cuantos más túneles construyen y más atentados cometen, más apoyo reciben los miembros de Hamás por parte de Occidente. Cuantos más judíos matan, más respetados son. Cuanto más explotan a sus propios hijos y más los emplean como escudos humanos, más heroicos les parecen a los occidentales. Cuantos más dibujos animados en los que se adoctrina a los niños palestinos (diciéndoles por qué deben "disparar contra todos los judíos" o "matar a cristianos y judíos, hasta el último" de ellos) emitan por televisión, más reconocimiento y ayudas económicas reciben.
¿Por qué tendrían que cambiar sus estatutos o su estrategia, o comprometerse a la no violencia y a solucionar las cosas de forma pacífica, si sus tácticas terroristas parecen funcionar tan estupendamente?
Los Gobiernos europeos deberían dejar de proyectar sus propios deseos sobre Hamás y verlo como realmente es: un grupo terrorista con un programa genocida, que debe ser desmilitarizado en aras del futuro de todos nosotros.
Reconocer a Hamás o a un Estado palestino no implica defender a los palestinos. Éstos sólo podrán ser protegidos si se acaba con su incitación. Eso puede hacerse en tan sólo un minuto, y sin que haga falta dinero. Europa y Occidente pueden insistir también en que cualquier futura financiación quede vinculada a que los palestinos eduquen a sus hijos en la paz, no en la guerra. La financiación debe vincularse, ante todo, a que se realicen cambios, cosa que funcionó muy bien en la Unión Soviética con la Enmienda Jackson-Vannick, que hacía depender el comercio con los soviéticos de que éstos permitieran emigrar a sus ciudadanos. La financiación deberá hacerse llegar en varios plazos, después de que se hayan realizado cambios y de que éstos se mantengan. Si no hay educación para la paz, no hay fondos. La única forma de construir una Palestina lo bastante madura como para tener un Estado es cambiando el concepto que tienen los palestinos de lo que resulta aceptable, y comprometiéndose a mantener esos cambios en el tiempo, además de unas negociaciones directas con Israel, a lo que los palestinos están obligados según la legislación internacional.
El Papa fue lo bastante inteligente como para ver que el líder palestino Mahmud Abás puede llegar a ser –pero aún no es– un "ángel de paz". Egipto y Jordania conviven pacíficamente con Israel; los palestinos también pueden hacerlo, sólo que todavía no.