Mientras en la Franja de Gaza Hamás y la Yihad Islámica siguen explotando a nuestros adolescentes, a los que adiestran para que se unan a la yihad contra los judíos y los infieles, nuestros líderes de la Margen Occidental están cometiendo un crimen similar.
Los dirigentes de la Autoridad Palestina, encabezados por Mahmud Abás, que se titula falsamente presidente del Estado palestino, han estado animando a nuestros adolescentes a unirse a la denominada resistencia popular contra Israel. Pero dichos dirigentes, incluido el propio Abás, no están dispuestos a mandar a sus propios hijos y nietos. Como de costumbre, nuestros líderes quieren que sean los hijos de otros quienes salgan a la calle a lanzar piedras y cócteles molotov contra los judíos.
La lucha popular que encabeza la AP es de todo menos pacífica. En algunos casos ha resultado incluso letal. Recientemente Alexander Levlovich resultó muerto tras perder el control de su vehículo en Jerusalén. Las investigaciones revelaron que al menos cuatro jóvenes árabes habían acribillado a pedradas el coche, lo que hizo que Levlovich chocara contra un árbol.
En los últimos meses, cientos de adolescentes palestinos de Jerusalén han sido detenidos por lanzar piedras y bombas incendiarias contra vehículos israelíes. Los jóvenes han ofrecido diversas explicaciones a su decisión de sumarse a la resistencia popular contra Israel. Muchos de ellos afirman que querían protestar contra las visitas de judíos al Monte del Templo, descritas por nuestros líderes como contaminación de lugares sagrados del islam. Mahmud Abás, para nada un musulmán devoto, acusó recientemente a los judíos de profanar la mezquita de Al Aqsa con sus "sucios pies".
Abás y otros altos cargos de la AP han estado lanzando amenazas diarias contra Israel como respuesta a las visitas, absolutamente pacíficas, de judíos al Monte del Templo. Uno de ellos, Mahmud Habash, llegó incluso a anunciar que esas visitas desencadenarían una tercera guerra mundial.
Esta clase de incitación es lo que impulsa a nuestros jóvenes a lanzar piedras y cócteles molotov contra los judíos. No salen a la calle a combatir la ocupación; su principal objetivo es matar o herir de gravedad a judíos. Si no, ¿cómo se explica el hecho de que adolescentes palestinos hayan lanzado decenas de cócteles molotov contra casas judías de la Ciudad Vieja? Cuando alguien lanza una de esas bombas incendiarias contra un coche o una casa su intención es quemar civiles vivos.
Nuestros líderes, que son plenamente responsables de enviar a esos adolescentes a lanzar piedras y cócteles molotov contra los judíos, se quedan sentados en sus lujosos despachos y en sus villas de Ramala, mientras se frotan las manos llenos de satisfacción. Abás y diversos dirigentes de la Margen Occidental querrían ver a nuestros jóvenes creando disturbios en las calles de Jerusalén y en el complejo de la mezquita de Al Aqsa, en el Monte del Templo, para así poder responsabilizar a los israelíes de la represión de inocentes palestinos. Su principal objetivo es avergonzar a Israel y mostrarlo como un Estado que adopta duras medidas contra adolescentes palestinos cuyo único delito es tomar parte en la resistencia popular.
Tras haber incitado a nuestros jóvenes a implicarse en la violencia contra los judíos, nuestros hipócritas dirigentes corren ahora a condenar las nuevas medidas israelíes contra quienes lancen piedras. Es como si dijeran que lanzar piedras y cócteles molotov contra los judíos es un derecho fundamental de los palestinos.
Uno de los mayores hipócritas es Saeb Erekat, el veterano negociador palestino, elegido recientemente secretario general de la OLP. Este político, que jamás envió a sus hijos a lanzar piedras y bombas contra los judíos, condenó estas semana las nuevas medidas aprobadas por Israel contra los lanzadores de piedras palestinos. Calificó dichas medidas de "inhumanas" y las consideró parte de la "incitación" israelí contra los palestinos.
Ni Erekat ni su jefe, Mahmud Abás, han criticado la violencia de los palestinos contra los judíos. Sólo emiten condenas cuando Israel detiene a jóvenes que lanzan piedras y cócteles molotov. Nuestros líderes creen que los israelíes no tienen derecho a defenderse de quienes pretenden quemar vivos a judíos que van conduciendo sus vehículos o están durmiendo en sus casas.
Si alguien está profanando los lugares santos del islam, esos son quienes llevan explosivos, piedras y cócteles molotov a la mezquita de Al Aqsa, para empezar. En los últimos meses decenas de jóvenes palestinos han empleado la mezquita como plataforma de lanzamiento de sus ataques contra visitantes y policías judíos en el Monte del Templo. Los judíos que visitan el lugar no llevan consigo piedras, bombas ni palos. Son los jóvenes musulmanes quienes están profanando nuestros lugares sagrados con sus sucios pies.
Estas noticias muestran que los musulmanes no tienen respeto alguno por sus lugares sagrados. Las imágenes de jóvenes enmascarados en el interior de la mezquita de Al Aqsa mientras recogen piedras para atacar a los judíos revelan también las verdaderas intenciones de los vándalos y de quienes los apoyan: herir a visitantes y policías judíos, que, en cualquier caso, no tienen la menor intención de entrar en la mezquita.
Contaminamos nuestras mezquitas con nuestras propias manos y pies, y luego acusamos a los judíos de profanar lugares santos del islam. Estamos mintiendo y mostrando la mayor de las hipocresías y un absoluto descaro. Planeamos e iniciamos la violencia en el Monte del Templo y luego corremos a quejarnos ante el mundo de que Israel arresta a nuestros jóvenes "sin motivo".
Es evidente que nuestros líderes nos están conduciendo, una vez más, a la catástrofe. Quieren que nuestros hijos resulten heridos o muertos para poder ir a Naciones Unidas a quejarse de que Israel está empleando "fuerza excesiva" contra los palestinos. Nuestros dirigentes, naturalmente, no cuentan al mundo que son ellos quienes incitan a esos jóvenes a salir a la calle a atacar al primer judío con el que se encuentren. Tampoco dicen que son musulmanes, no judíos, quienes contaminan lugares sagrados del islam con sus actos violentos.