A comienzos de agosto de 2015, representantes de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Medio (UNRWA, por sus siglas en inglés) anunciaron que se verían obligados a realizar recortes significativos debido a un déficit presupuestario de 101 millones de dólares.
Adnan Abu Hasna, un portavoz de la UNRWA, afirmó en Al Yazira a principios de agosto que esos recortes dificultarían que la agencia cumpliera su misión, pese a que el déficit supone sólo un 17% de su presupuesto total. Abu Hasna alegó que la UNRWA existía para resolver el problema de los refugiados palestinos. Según él, la agencia simbolizaba el compromiso de la comunidad internacional con la causa de los palestinos y con el regreso a Palestina.
El portavoz admitió que la agencia era corrupta, pero advirtió de que reducir el apoyo económico que recibe –lo que implicaría una reducción de millones de dólares– supondría un duro golpe para cinco millones y medio de palestinos, incluido medio millón de niños en edad escolar, a cuyos gastos de escolarización va destinado el 80% del gasto de la agencia.
Los Estados árabes han contribuido generosamente a diversos proyectos de construcción para los palestinos de la Franja de Gaza, pero no están dispuestos a invertir en ayudar a los propios palestinos. Esa actitud raya a menudo en el desprecio, según acusa Abu Hasna, porque la contribución anual de ciertos Estados árabes es de tan sólo 1.000 dólares per cápita. Hasna también alegó que, como el presupuesto de la UNRWA no se equilibraba todos los años, los miembros de la agencia nunca estaban seguros de si podrían cumplir con su cometido. Por eso sugería que los países donantes, en vez de hacer contribuciones, deberían abonar una cuota anual obligatoria.
Salman Abu Sita, director de la Sociedad de la Tierra Palestina, con sede en Londres, participó en la misma entrevista de Al Yazira que Abu Hasna. Alegó que los problemas económicos y políticos de la UNRWA constituían un intento deliberado de destruir la agencia, que es todo lo que queda de la Resolución 194 de Naciones Unidas (relativa al regreso de los palestinos a Palestina). Recalcó, conforme al principio árabe del tawtin, que a los refugiados palestinos no se les concedería la ciudadanía en los países árabes en los que residen. Abu Sita afirmó que Israel estaba tras un complot para destruir la UNRWA, y que era el obstáculo que impedía que se hiciera realidad el derecho de retorno a los territorios palestinos: el lobby judío de Estados Unidos presionaba a la UNRWA para que cerrara sus puertas. Añadió que, aunque Estados Unidos proporcionaba la mayor parte del presupuesto de la agencia, también formaba parte del complot, Según él, el dinero que Norteamérica destinaba anualmente a Israel ascendía a 1.000 dólares per capita, y sólo 75 dólares iban a parar a los palestinos. Abogó por la creación de un organismo palestino que exigiera el cumplimiento del derecho de retorno y que hiciera público, para avergonzarlos, el fiasco de los Estados occidentales, que contribuían muy poco pero apoyaban al Estado de Israel.
Abu Sita ignoró la cuestión de si el Estado de Israel continuaría existiendo, y dijo que el regreso de los palestinos a su tierra era una solución legítima, "la más segura, única, barata y fácil de conseguir". Los países del mundo entero se habían comprometido anteriormente con el retorno, afirmó, pero ahora habían cambiado de postura y formaban parte de la trama sionista para destruir la causa palestina. El problema no era de tipo financiero, sino que tenía que ver con cumplir los compromisos de Naciones Unidas. La Resolución 194 se refería al regreso de los refugiados palestinos a sus hogares y el mundo tenía el deber de financiarlos.
Ann Dismor (derecha), director de la UNRWA en el Líbano, posa ante un mapa que elimina al Estado de Israel y presenta todo como "Palestina". (Imagen: televisión de la Autoridad Palestina, vía Palestinian Media Watch). |
Antes de la entrevista tuvo lugar una acalorada disputa, también en Al Yazira, entre dos intelectuales palestinos: el Dr. Husein Alí Shaaban, que apoyaba a la Autoridad Palestina, y el Dr. Ibrahim Hamami, un médico que apoyaba a Hamás. La cuestión que se abordaba era la concesión de pasaportes (es decir, de la ciudadanía) a los refugiados palestinos residentes en países árabes. El Dr. Shaaban era de la opinión de que si los Estados árabes incorporaban a los palestinos como ciudadanos con los mismos derechos y responsabilidades, ello no afectaría negativamente a su derecho de regresar a Palestina; es decir, a ciudades de Israel como Haifa, Yafo, Acre o Safed. Ello sólo serviría para facilitarles la vida mientras estuvieran dispersos.
El Dr. Hamami se oponía a ello porque si los palestinos se convertían en ciudadanos con plenos derechos en los países árabes, su identidad palestina se diluiría y el problema de los refugiados se resolvería sin que regresaran al territorio de la entidad sionista, cosa absolutamente necesaria.
Este debate, lo mismo que la discusión sobre los recortes presupuestarios de la UNRWA, refleja claramente el deseo de la clase política palestina de mantener a toda costa el problema de los refugiados y de no resolverlo de ninguna manera justa: ni en los países árabes ni en un Estado palestino establecido junto a Israel.
Esta polémica refleja tan sólo el deseo de aferrarse a la descabellada exigencia de regresar al territorio del Estado de Israel mientras se ignora por completo la descortés negativa de los judíos a suicidarse.
Así, que la UNRWA siga funcionando supone perpetuar el problema de los refugiados, el conflicto entre palestinos y judíos, y que las posibilidades de paz que se vayan desvaneciendo.
Otras voces han intervenido en la polémica. El portavoz de Hamás, Fawzi Barhum, afirmó que la comunidad internacional se estaba valiendo de excusas financieras para acabar con la causa palestina. Fuentes palestinas afirman que todo este asunto no es más que un juego político, en el que la UNRWA está siendo utilizada como peón para poder barrer la cuestión palestina bajo la alfombra e ignorar el derecho de retorno. Ahmad Bahar, portavoz del consejo legislativo de Hamás, afirmó además que Gaza estaba a punto de estallar, y que las medidas adoptadas por la UNRWA suponían "un duro golpe para la Franja, con consecuencias políticas de gran alcance". Sostuvo, además, que las medidas de la agencia suponen una clara violación de las resoluciones de Naciones Unidas, de su carta fundacional, de los acuerdos relativos al estatus de los refugiados y del Derecho internacional. Advirtió a los Estados donantes de las consecuencias negativas de recortar las actividades de la UNRWA.
El Dr. Fayiz Abu Shamala, que escribía a mediados de agosto en Filastin Line, sostenía que una conspiración para cerrar la UNRWA suponía el fin de la cuestión palestina, y que millones de refugiados palestinos tenían que marchar sobre la Palestina ocupada por los sionistas para destruirla.
Por tanto, está claro que los palestinos se niegan a aceptar que se establezca un Estado palestino junto al Estado de Israel, y que no están dispuestos a acceder al regreso de los refugiados a un Estado palestino: su único objetivo es destruir y desplazar el país vecino.
Por desgracia, el objetivo subyacente, del que participan la mayoría de palestinos y europeos, también está perfectamente claro para los israelíes. Pero éstos ignoran a los palestinos como si no fueran más que números inconvenientes. Sin embargo, si Israel es realmente un Estado segregacionista, ¿por qué su pueblo acepta como ciudadanos a 1,7 millones de árabes, mientras que nuestros racistas hermanos árabes se niegan a ello?
¿De verdad alguien piensa que los judíos son tan estúpidos como para creer que nosotros, árabes que nos matamos unos a otros como si tal cosa, seremos particularmente generosos con ellos si logramos hacer realidad el derecho de retorno a Palestina?
Tras el absurdo acuerdo firmado entre las potencias mundiales e Irán (un acuerdo que pone en peligro tanto a árabes como a judíos), tenemos que decir claramente que las exigencias de la UE para que Israel firme un ilusorio acuerdo de paz que sólo servirá para poner en peligro su propia existencia son, como mínimo, hipócritas, y que Israel las rechazara sería lo más lógico.
La única forma de resolver el problema de los refugiados palestinos es eliminar a la tóxica UNRWA, que sigue envenenando la mente de nuestros hijos con un odio que lleva a la violencia; hacer que los Estados árabes concedan la ciudadanía a los palestinos que, de todas formas, llevan décadas viviendo en ellos, y establecer un Estado palestino (completamente desmilitarizado) junto a Israel.