El reciente tiroteos en el club Pulse de Orlando ya ha empezado a quedar sepultado en el ciclo informativo. La conmoción por el peor tiroteo masivo en la historia de Estados Unidos –en el que murieron 49 personas y resultaron heridas aún más, 53– ha quedado empañada por varios elementos de distracción. Así, ha habido esta vez un debate sobre las leyes de armas de Estados Unidos y especulaciones sobre la sexualidad del atacante.
Se ha discutido sobre esos asuntos en todas las direcciones, y sin duda eso debe formar parte de cualquier debate. Pero lo más importante, y lo que más se ha tapado –como suele ocurrir–, ha sido la motivación religiosa del asesino. Vale la pena extenderse en este punto y en la respuesta recibida, que revela un esfuerzo concertado en no aprender de los acontecimientos.
Del mismo modo que es inevitable que quienes están obsesionados con las leyes de armas quieran que el debate verse sobre ellas, también es inevitable que quienes tienen otras prioridades políticas quieran atribuir la responsabilidad de la matanza a cualquiera que sea su obsesión particular. Parece inevitable, por ejemplo, que Black Lives Matter culpara del tiroteo a "las cuatro amenazas: el supremacismo blanco, el patriarcado, el capitalismo y el militarismo".
¿Pero por qué querrían el Gobierno y la comunidad que ha sido atacada hacer como si la religión del atacante no tuviera nada que ver con la matanza? Uno puede entender por qué los proselitistas más fervientes del islam, o el creyente musulmán más sensible, quieren restar importancia al componente islámico de un musulmán que va a un club gay y empieza a disparar contra gais. Pero ¿por qué muchos otros se toman tantas molestias en suprimir este aspecto del suceso?
Decir que eso es justo lo que ha hecho el Gobierno de EEUU es simplemente constatar un hecho. Veamos las transcripciones parciales de las llamadas al 911 que el atacante, Omar Matín, realizó la noche en cuestión. Hay dos cuestiones especialmente llamativas en estas transcripciones. La primera es que, donde el atacante se refiere a "Alá", en la transcripción del FBI se cambia Alá por Dios. Esto no puede obedecer a que se haya traducido del árabe y se quisiera aclarar el sentido de las palabras de Matín para cualquier americano que no sepa qué significa Alá (lo cual es bastante improbable, después de todos estos años). La mayor parte de la llamada es en inglés. No hay motivos para que el FBI coja el sentido que le da un angloparlante a la palabra Alá y lo convierta en Dios, si no es para ocultar un importante aspecto de la llamada.
La segunda es que el FBI optó por redactar las partes de la llamada donde se hacía referencia al ISIS. Matín había dicho en esa llamada que lo que estaba haciendo en Orlando era en nombre del ISIS, pero inicialmente no se incluyó el nombre de la organización. En su lugar, la transcripción del FBI narraba lo que había dicho Matín: "Juro lealtad a [omitido]". Por supuesto, la Administración Obama ha procurado evitar referirse al ISIS en cualquiera de sus formas, a excepción del almibarado término árabe Daesh (que significa lo mismo que ISIS, pero que evita que cualquier variante de la palabra que empieza por i llegue a los tiernos oídos estadounidenses). A causa de la reacción de protesta por la edición del FBI, se ha publicado una transcripción íntegra y no editada de la llamada de Matín. En ella, el terrorista dice, entre otras cosas: "Juro lealtad a Abu Baker al Bagdadi, del Estado Islámico".
Quizás es inevitable que esta Administración intentara ocultar la naturaleza islamista de este atentado. Se trata de una política suya, y ya es poco probable que rectifique, por muchos Orlandos que se produzcan.
La causa más confundida y confusa de todas es, no obstante, la que dan los sectores organizados de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT).
Inmediatamente después de la matanza de Orlando, la prensa gay se llenó de artículos que se negaban rotundamente a admitir la realidad de la homofobia islámica. Las mismas organizaciones obsesionadas con si los pasteleros de EEUU y Europa hacen o no hacen tartas de boda para parejas gais, y que con razón no tienen ningún problema en reprender a los pastores cristianos homófobos, parecen no tener interés alguno en las motivaciones del asesino del club Pulse. En su lugar, esos periódicos y webs se llenaron de artículos, peticiones y cartas colectivas que pedían a la gente que no reparara en el componente islámico. O, como decía una carta abierta firmada por miembros de la comunidad LGBTI en uno de los principales periódicos escoceses: "No utilicéis el tiroteo de Orlando para demonizar a las comunidades islámicas".
Destacados escoceses figuran entre los firmantes de una carta abierta publicada hoy por The National, en la que se condena la utilización de la masacre de Orlando por parte de figuras como Donald Trump para avivar la islamofobia.
Podrá haber 49 gais muertos, pero estos activistas saben a quién echar la culpa.
La carta decía, entre otras cosas:
Después de esta atrocidad, ha sido además angustioso ver cómo varios comentaristas de extrema derecha intentaban equiparar los asesinatos con el islam, echando así leña al fuego de la islamofobia. (...)
Queremos recalcar que eso no es en modo alguno una muestra de solidaridad con la comunidad LGBT+, y que rechazamos sin reservas que se utilice la matanza de Orlando como instrumento para demonizar a comunidades enteras a partir de los actos de un individuo.
Aquí se recurre a una serie de trucos. Entre ellos, nada baladí, el de denigrar a las pocas personas (de todas las tendencias políticas) que han expresado inquietud por la violencia islamista tachándolas de "extrema derecha". El otro es afirmar que dichas personas, aunque sean gais, no representan a los LGBT, pero sí este grupo de extrema izquierda, claramente subcualificado. Si alguien cree que cualquier expresión auténticamente unitaria de la opinión de la comunidad LGBT debe incluir indudablemente voces del centro derecha o conservadoras, estos firmantes discreparían.
Lo que demuestra en realidad esta minúscula fracción de activismo es un problema mucho mayor. Al igual que la Administración Obama no puede enfrentarse al problema –o siquiera nombrarlo–, porque iría totalmente en contra de una política que ha mantenido durante siete años, los activistas pro LGBT de extrema izquierda que dominan la política LGBT tienen que minimizar o hacer desaparecer la naturaleza islamista de dichos sucesos acusando de "islamófobos" a quienes no lo hacen. Como ocurre con la Administración Obama, esta decisión es política. Estos activistas tienen una visión del mundo muy similar a los de Black Lives Matter y otros grupos de campaña. Según esta visión, existe un mundo donde los únicos que pueden causar problemas son los varones blancos patriarcales de herencia judía o cristiana.
Ya es hora de que esto se señale más abiertamente. Una pequeña minoría de vocingleros activistas de extrema izquierda está utilizando su condición LGBT como pantalla de humo, no para defender los derechos de los gais, sino para promover sus políticas de extrema izquierda. Los derechos de los gais son en realidad una víctima de sus políticas, una víctima que están dispuestos a asumir. Es poco probable que esta facción política de la comunidad gay que ha formado semejante pantalla de humo alrededor del islam radical sea consciente de su error en un futuro próximo. No bastaron 49 cadáveres, así que no hay motivos para pensar que cientos más sí bastarían. Pero hemos de esperar que la población general recuerde que quienes negaron el problema provenían de todos los ámbitos de la sociedad; desde lo más alto –el Gobierno de EEUU– hasta los más ignotos pero acérrimos defensores de las políticas identitarias.