En la guerra fría con los soviéticos, se les llamaba "tontos útiles". Éstos no eran miembros del Partido Comunista, pero trabajaban por las ideas de Lenin y Stalin, hablaban a favor de ellas y las defendían. En el siglo XXI, el comunismo está por fin muerto, pero el islamismo ha crecido y lo está sustituyendo como amenaza mundial.
Como el comunismo, el islamismo —o el totalitarismo islámico— ha ido recogiendo sus "infieles útiles" del mismo modo que el comunismo fue recogiendo sus tontos útiles. Hay, sin embargo, una importante diferencia: en la Unión Soviética, los tontos útiles eran intelectuales. Ahora, los infieles útiles son políticos, y uno de ellos fue elegido presidente de Francia el domingo.
Emmanuel Macron (Image source: Servicio Europeo de Acción Exterior) |
Emmanuel Macron, infiel útil, no es un defensor del terrorismo o el islamismo. Es peor: ni siquiera ve la amenaza. Tras los espantosos atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, Macron dijo que la sociedad francesa debía asumir una "parte de responsabilidad sobre el terreno en el que ha podido proliferar el yihadismo".
"Alguien, con el pretexto de que lleva barba o que su nombre nos haga pensar que es musulmán, tiene cuatro veces menos probabilidades de conseguir trabajo que otro que no sea musulmán", añadió. Venir desde Siria, armado con un kalashnikov y un cinturón de explosivos, ¿sería entonces un gesto de rencor de los que llevan mucho tiempo en paro?
Macron llega casi a acusar a los franceses de ser racistas e "islamófobos". "Tenemos una parte de responsabilidad —advirtió— porque este totalitarismo se alimenta de la desconfianza que hemos permitido que se instale en la sociedad [...] y si mañana no actuamos, los dividirá aún más".
En consecuencia —dijo Macron—, la sociedad francesa "debía cambiar y ser más abierta". Más abierta ¿a qué? Al islam, por supuesto.
El 20 de abril de 2017, después de que un terrorista islamista asesinara a un policía e hiriera a otros dos en París, Macron dijo: "No me voy a inventar un programa antiterrorista en una noche". Tras dos años de continuos atentados en territorio francés, ¿estaba diciendo el presidente electo que no había tenido en cuenta los problemas de seguridad del país?
Además, el 6 de abril, durante la campaña electoral, la profesora Barbara Lefebvre, que ha escrito varios libros sobre el islamismo, reveló a los espectadores del programa del canal televisivo France 2 L'Emission Politique que Mohamed Saou formaba parte del equipo de campaña de Macron. Al parecer fue Saou, jefe de área del movimiento político de Macron, En Marche ("Adelante"), quién promovió en Twitter la típica afirmación islamista: "Yo no soy Charlie".
Previendo un escándalo político, Macron despidió a Saou, pero el 14 de abril, Macron, que había sido invitado a Beur FM, un programa de la radio francesa musulmana, dijo ante un micrófono que se había quedado abierto (creyendo que estaba fuera de antena): "[Saou] hizo un par de cosas un poquito radicales. Pero de todos modos, Mohamed es buen tipo, muy buen tipo".
"Muy bueno", presumiblemente, porque Mohamed Saou estuvo trabajando para conseguir que los musulmanes votaran a Macron.
¿Es Sau un caso aislado? Naturalmente que no. El 28 de abril, Mohamed Louizi, autor del libro Pourquoi j'ai quitté les Frères musulmans ("Por qué me fui de los Hermanos Musulmanes"), publicó un exhaustivo artículo en Facebook en el que acusaba a Macron de ser "rehén del voto islamista". En el artículo, reproducido por Dreuz, una web cristiana antiislamista, Louizi daba nombres y fechas, explicando cómo el movimiento político de Macron había sido infiltrado por un gran número de militantes de los Hermanos Musulmanes. Será interesante ver cuántos de ellos serán candidatos del movimiento de Macron para las próximas elecciones parlamentarias.
El 24 de abril, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF, por sus siglas en francés), conocida en general como la representante francesa de los Hermanos Musulmanes, instó públicamente a los musulmanes a "votar contra las ideas xenófobas, antisemitas y racistas del Frente Nacional, y pedimos votar masivamente a Macron".
¿Por qué?
¿Es Macron un promotor directo del islamismo en Francia? Es más políticamente correcto decir que es un "globalista" y un "declarado promotor del multiculturalismo". Como tal, no considera que el islamismo sea una amenaza nacional porque, para él, la nación francesa —o, cómo él ha dicho, la cultura francesa— no existe, en realidad. Macron, de hecho, ha negado que Francia sea un país con una cultura específica, con una historia especifica y una literatura y arte específicos. El 22 de febrero, durante una visita a los expatriados franceses en Londres, Macron dijo: "La cultura francesa no existe; hay una cultura en Francia y es diversa". En otras palabras, en territorio francés, la cultura francesa y las tradiciones francesas no tienen preeminencia o importancia sobre las culturas importadas por los migrantes. El mismo día, en Londres, repitió el agravio: "¿Arte francés? ¡Nunca lo he visto!"
En cambio, en una entrevista con la revista antiislamista Causeur, dijo: "Francia nunca fue, y nunca será un país multiculturalista".
Como es político, Macron no se dirige al pueblo francés en su conjunto. Se está dirigiendo a diferentes bases de clientes políticos. Cuando estaba de visita en Argelia, Macron dijo que la colonización era "un crimen contra la humanidad". Evidentemente, esperaba que esas declaraciones lo ayudaran a recabar el voto de los ciudadanos franceses de origen argelino.
Durante la campaña presidencial, Macron siempre estaba diciéndole a la gente lo que quería oír. Los franceses podrían estar aún descubriendo que, para Macron, pertenecer a una patria, pensar en fronteras concretas y definirse a sí mismo como perteneciente a una lengua materna o a una literatura o arte específicos no es más que basura.