"No podemos, y nunca podremos, parar la inmigración", escribió recientemente el comisario de la UE para Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía, Dimitris Avramopolous. "Al final, todos tendremos que estar preparados para aceptar la migración, la movilidad y la diversidad como la nueva norma y ajustar nuestras políticas en consecuencia".
Puesto que estas personas nos quieren hacer creer que la migración se ha convertido en una política tan categórica y al parecer incontestable de la UE —"La migración está profundamente entretejida con nuestras políticas en economía, comercio, educación y trabajo", escribió también Avramopolous— que es fundamental analizar a qué tipo de "diversidad" está invitando la UE a establecer su hogar en el continente europeo.
El profesor Ednan Aslan, profesor de Educación Religiosa Islámica en la Universidad de Viena, entrevistó hace poco a una muestra de 288 de los aproximadamente 4.000 solicitantes de asilo, predominantemente afganos, de la localidad austríaca de Graz, por encargo del área de Integración de la ciudad. Los responsables del departamento querían conocer, lógicamente, los puntos de vista de los musulmanes recién llegados. Los resultados se publicaron en un estudio titulado Religiöse und Ethische Orientierungen von Muslimischen Flüchtlingen in Graz (Orientaciones religiosas y éticas de los refugiados musulmanes de Graz).
Según el estudio, dos tercios de los solicitantes de asilo son hombres, la mayoría menor de 30 años. Todos están a favor de preservar sus valores tradicionales y conservadores islámicos. Los migrantes son extremadamente religiosos: un 70% va a rezar a la mezquita cada viernes.
Las mujeres son igual de religiosas, si no más: un 62,6% reza cinco veces al día, notablemente más que los hombres (39,7%). Además, el 66,3% de las mujeres llevan la pañoleta en público, y el 44,3% se niega a estrechar la mano a los hombres.
La mitad de los migrantes (49,8%) declaran que la religión desempeña ahora un mayor papel en su vida diaria en Europa que en sus países de origen. El 47,2% está convencido de que los judíos y los cristianos se han apartado del "camino correcto", y el 47,8% piensa que el futuro del islam correría peligro si éste se interpretara de forma moderna y contemporánea.
Para el 51,6% de los entrevistados, la supremacía del islam sobre las demás religiones es indiscutible. El 55% cree que los no creyentes van al infierno.
El antisemitismo está profundamente arraigado: el 46% cree que los judíos tienen "demasiada influencia en los asuntos internacionales", y el 44% cree que el judaísmo es dañino. El 43% opina que los propios judíos tienen la culpa de ser perseguidos, mientras que el 54,5% cree que los judíos sólo se preocupan por sí mismos.
Los migrantes no sólo son intolerantes con otras religiones: el 50% considera que la homosexualidad es un pecado castigable. El 44% de los entrevistados se declararon a favor de usar la violencia contra una mujer si ésta engañara a su marido. El 43% dijo también que los padres tienen derecho a emplear la violencia con sus hijos si es necesario.
Cuando el departamento de integración de la ciudad austriaca de Graz entrevistó a una muestra de 288 de entre sus aproximadamente 4.000 solicitantes de asilo, predominantemente afganos, los migrantes expresaron una profunda intolerancia hacia los cristianos, los judíos y los homosexuales. En la imagen, el Ayuntamiento de Graz. (Foto: Tamirhassan/Wikimedia Commons). |
El estudio austriaco no es el primero de este tipo que demuestra que los migrantes de Europa sostienen opiniones supremacistas, antisemitas y misóginas. En 2016, el think tank alemán Hanns Seidel Foundation realizó un estudio con casi 800 migrantes de Siria, Irak, Afganistán y Eritrea en el estado alemán de Baviera. Este estudio mostró que las creencias patriarcales estaban muy extendidas entre los migrantes entrevistados, especialmente entre los migrantes de Afganistán y Eritrea —mayoritariamente no musulmanes—, de los cuales más del 60% opinaba que la mujer debe quedarse en casa. El antisemitismo también fue otra importante revelación del estudio, que mostraba que, con independencia de la edad y el nivel cultural, una mayoría de los migrantes sostenía creencias antisemitas. Bastante más del 50% de los sirios, iraquíes y afganos dijeron que "los judíos del mundo tienen demasiada influencia".
El antisemitismo en Alemania está tan extendido que el país decidió hace poco nombrar a un comisario especial para combatirlo. Según se ha informado, Alemania está preparando un paquete de leyes que permitan deportar a los migrantes que expresen opiniones antisemitas. "¡Judío!" se ha convertido al parecer en un insulto común entre los alumnos musulmanes de las escuelas berlinesas.
Otros estudios y encuestas revelan también el alto grado en que los musulmanes de Europa valoran la ley de la sharia frente a la ley nacional.
Una encuesta realizada en Reino Unido de 2016 mostró que el 43% de los musulmanes británicos "consideraban que algunas partes del sistema legal islámico deberían reemplazar a la ley británica, mientras que sólo el 22% se opuso a la idea". Otra encuesta, también realizada en 2016, reveló que casi una cuarta parte (23%) de los musulmanes estaba a favor de introducir la ley de la sharia en algunas áreas de Gran Bretaña, y que el 39% estaba de acuerdo en que "las esposas siempre deben obedecer a sus maridos". Casi un tercio (31%) encontraba aceptable que un musulmán británico tuviese más de una esposa. Según la misma encuesta, el 52% del total de musulmanes británicos creen que la homosexualidad debería ser ilegal.
Según un estudio de 2014 sobre los musulmanes marroquíes y turcos en Alemania, Francia, Países Bajos, Bélgica, Austria y Suecia, una media de casi el 60% de los musulmanes encuestados se mostraron a favor de que los musulmanes deberían volver a las raíces del islam; el 75% opinaba que sólo hay una interpretación posible del Corán y el 65% dijo que para ellos la sharia es más importante que las leyes del país en el que viven. Las cifras específicas de Alemania eran un 47% de musulmanes que consideran que la sharia es más importante que la ley alemana. En Suecia, el 52% de los musulmanes cree que la sharia es más importante que la ley sueca.
Los estudios están corroborados por los informes de la inteligencia europea. En Alemania, los servicios de inteligencia advirtieron a principios de otoño de 2015: "Estamos importando extremismo islámico, antisemitismo árabe y conflictos étnicos entre otras poblaciones, así como una comprensión distinta de la sociedad y la ley". Cuatro grandes agencias de seguridad europeas insistieron en que "las agencias de seguridad alemanas [...] no estarán en condiciones de resolver estos problemas de seguridad importados y con ellos las reacciones que surjan de la población alemana".
En Noruega, la jefa del Servicio de Seguridad de la Policía (PST), Benedicte Bjørnland, dijo en enero de 2016 que "no se puede asumir que los recién llegados se vayan a adaptar automáticamente a las normas y reglas de la sociedad noruega".
Además, los recién llegados no son homogéneos, y pueden traer consigo luchas étnicas y religiosas. [...] Si a la larga surgen sociedades paralelas, radicalización y entornos extremistas, el servicio de seguridad va a encontrarse en dificultades.
Difícilmente sorprenderá, pues, que los europeos hayan empezado a declarar que ya no se sienten seguros en sus propios países. Un reciente estudio belga, para el que se encuestó a 4.734 belgas, reveló que dos tercios sienten que su país está "cada vez más invadido". Dos tercios de los ciudadanos dijeron que "hay demasiados inmigrantes en Bélgica", mientras que el 77% dijo estar de acuerdo con la siguiente afirmación: "Ya no nos sentimos seguros en casa como antes [de la migración masiva]". Según el 74% de los encuestados, el islam "no es una religión tolerante", mientras que el 60% dijo que la presencia de tantos musulmanes en su país representaba una amenaza para su identidad. Sólo el 12% opinó que la religión es una "fuente de enriquecimiento" para Bélgica.
Para el estudio también se sondeó a 400 musulmanes belgas: el 33% dijo que "no les gusta la cultura occidental", el 29% dijo que consideraba las leyes del islam superiores a la ley belga y el 34% dijo que "prefería definitivamente un sistema político inspirado por el Corán". El estudio también reveló que el 59% de los musulmanes de Bélgica "condenaría" el matrimonio de sus hijos si optaran por casarse con no musulmanes. Significativamente, la respuesta de los investigadores responsables del estudio —la cadena pública RTFB, el periódico izquierdista Le Soir, el instituto de investigación sociológica Survey and Action y una fundación llamada This is Not a Crisis — fue que "habían observado el desarrollo de una verdadera paranoia antimusulmana [entre los belgas], que había adquirido una dimensión patológica".
Ninguno de estos estudios, encuestas e informes de inteligencia parecen estar causando la menor impresión en los líderes europeos. En las románticas palabras de Avramopolous, no basta con que los migrantes —en su mayoría musulmanes— que han venido a Europa "hayan encontrado seguridad en Europa". Según él, "también tenemos que asegurarnos de que encuentren un hogar".
La pregunta que sigue sin respuesta —puesto que los líderes europeos pretenden hacer el islam grande otra vez en el continente— es dónde se supone que van a encontrar los europeos su hogar.