En Turquía, hay una cuestión sobre la cual el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y la principal formación opositora, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), están completamente de acuerdo: están convencidos de que las islas griegas son territorio turco ocupado y deben ser reconquistadas. Es tan firme su determinación que los líderes de ambos partidos han amenazado abiertamente con invadir el Egeo.
En este punto, el AKP y el CHP no hacen sino pugnar por demostrar quién es más poderoso y patriótico y quién tiene el coraje de materializar la amenaza contra Grecia. Mientras el CHP acusa al AKP del presidente Erdogan de permitir que Grecia ocupe tierras turcas, el AKP ataca al CHP, fundador de la República, por haber permitido a Grecia hacerse con las islas mediante el Tratado de Lausana de 1924, los Acuerdos Turco-Italianos de 1932 y el Tratado de París de 1947, que reconocían las islas del Egeo como territorio griego.
En 2016 Erdogan afirmó que Turquía había "regalado" unas islas que "antes eran nuestras" y que están a "tiro de piedra". "Allí siguen estando nuestras mezquitas, nuestros santuarios", dijo, en referencia a la centenaria ocupación otomana de las islas. Dos meses antes, en la Conferencia sobre la Nueva Doctrina de Seguridad de Turquía, Erdogan había declarado: "El de Lausana (...) nunca ha sido un texto sagrado. Por supuesto, lo discutiremos y lucharemos por tener uno mejor". Posteriormente, los medios afines al Gobierno publicaron mapas y fotos de las islas del Egeo refiriéndose a ellas como el territorio que "Erdogan dice que regalamos en Lausana".
Para cumplir su gran misión de dejar un legado que supere al de todos los demás líderes turcos, Erdogan ha establecido unos objetivos concretos para 2023, es decir, para el centenario de la fundación de la República turca, y 2071, en que se cumplirán mil años de la Batalla de Manzikert (1071), en la que los yihadistas túrquicos musulmanes de Asia Central derrotaron a las fuerzas greco-bizantinas cristianas en las montañas armenias de Bizancio.
El objetivo subyacente a todo esto es crear una cohesión nacionalista para anexionar territorio a Turquía. Pero para modificar las fronteras turcas Erdogan tiene que conseguir modificar o anular el Tratado de Lausana. Irónicamente, en vísperas de la visita oficial a Grecia que hizo en diciembre –vendida como el signo de un nuevo tiempo en las relaciones turco-griegas–, Erdogan declaró a la prensa griega que había que actualizar el Tratado de Lausana. Durante su estancia de dos días –la primera visita oficial a Grecia de un jefe de Estado turco en 65 años–, Erdogan repitió su mantra de que había que revisar el Tratado de Lausana.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dicho que Turquía "regaló" a Grecia unas islas que "antes eran nuestras" y que "están a tiro de piedra". "Ahí siguen nuestras mezquitas y santuarios", dijo, en referencia a la centenaria ocupación otomana de las islas. (Foto: Carsten Koall/Getty Images). |
Al mes siguiente, Erdogan atacó al líder del CHP, Kemal Kılıçdaroğlu, acusando de nuevo al partido que firmó el Tratado de Lausana de regalar las islas durante las negociaciones. "Se lo vamos a contar al país", dijo Erdogan. Lo que significan estas declaraciones es que Erdogan acepta que las islas pertenecen legalmente a Grecia. Pero, al mismo tiempo, califica la posesión griega de las mismas de "invasión" –al parecer, porque las islas pertenecieron en su día al Imperio otomano– y ahora las quiere de vuelta.
El CHP sostiene una retórica igual de agresiva. Kılıçdaroğlu ha dicho en el Parlamento turco que Grecia ha "ocupado" 18 islas. Cuando el ministro de Defensa griego, Panos Kammenos, se mostró "incómodo" por esas palabras, el vicesecretario de Asuntos Exteriores del CHP, Öztürk Yılmaz, respondió: "Grecia no debería poner a prueba nuestra paciencia". Yılmaz también ha proclamado que "Turquía es mucho más que su Gobierno" y advertido de que cualquier ministro griego que provoque a Turquía "se va a llevar un mazazo (...) Si [Kammenos] mira en la Historia, dará con muchos ejemplos".
La Historia, en realidad, está llena de ejemplos de ataques criminales turcos contra los griegos anatolios. Uno de ellos, el ataque genocida contra los cristianos griegos y armenios de Izmir en 1922, fue traído a colación por Devlet Bahceli, líder del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), en un discurso en el Parlamento:
Si [los griegos] quieren volver a acabar en el mar, si quieren volver a ser perseguidos, nos parece muy bien. La nación turca está preparada y con fe. Alguien debería explicar al Gobierno griego lo que pasó en 1921 y en 1922. Si nadie se lo puede explicar, sabemos cómo penetrar como una bala en el Egeo, llover desde el cielo como una victoria bendita y enseñar historia otra vez a los mensajeros de ahl al-salib [las gentes de la cruz].
Los propagandistas turcos también han estado distorsionando los hechos para tratar de presentar a Grecia como el agresor. Ümit Yalım, ex secretario general del Ministerio de Defensa Nacional, manifestó: "Grecia ha convertido las islas que ha ocupado en arsenales y puestos de avanzada militar que utilizará en su futura intervención contra Turquía".
Los políticos turcos parecen tener todos sus propios motivos para estar obsesionados con las islas: el tradicional expansionismo turco, la turquificación de las tierras helénicas, el neootomanismo y el banderín de enganche islámica de la conquista: la yihad. También hay razones estratégicas, que se deducen de unas declaraciones del vice primer ministro Tuğrul Türkeş sobre el control turco de Chipre desde 1974:
Hay una tergiversación respecto a que Turquía está interesada en Chipre porque hay una sociedad turca allí... Aunque no hubiese turcos viviendo en Chipre, para Turquía seguiría existiendo la cuestión chipriota y es imposible que Turquía renuncie a ella.
La misma actitud y mentalidad se aplica a las islas del Egeo. Aunque Turquía sabe que las islas son legal e históricamente griegas, sus autoridades quieren ocuparlas y turquificarlas, presumiblemente para avanzar en su campaña de aniquilación de los griegos, como hicieron en Anatolia entre 1914 y 1923 y después. La destrucción de cualquier vestigio de la cultura griega en Asia Menor, territorio griego antes de la invasión turca del siglo XI, es casi completa. Hoy quedan menos de 2.000 griegos en Turquía.
Puesto que Turquía invadió brutalmente Chipre en 1974, Occidente no debería tomar sus amenazas –desde ambos extremos del espectro político– contra Grecia a la ligera. Grecia es la cuna de la civilización occidental. Cualquier ataque contra Grecia debería tratarse como un ataque contra Occidente. Es hora de que Occidente, que ha venido callando ante las atrocidades turcas, se plante ante Ankara.