Hoy, iraníes valerosas encabezan la revuelta contra el régimen islamista. Le recuerdan a uno la época anterior a la revolución islámica de 1979, cuando el velo no era obligatorio. Saben cuál es el precio: muchas de las que han participado en las protestas han sido violadas y torturadas en la cárcel. En la imagen (Behruz Mehri/AFP vía Getty Images), mujeres con velo aparecen en un programa propagandístico de la televisión estatal iraní el 12 de julio de 2014. |
En octubre de 1979, en una rara entrevista con el ayatolá Ruholá Jomeini, la difunta periodista italiana Oriana Fallaci denunció que el velo era un símbolo de la segregación que había impuesto la revolución islámica a las mujeres. "Nuestras costumbres no son asunto suyo", respondió Jomeini. "Si no te gusta la vestimenta islámica, no estás obligado a llevarla, porque la vestimenta islámica es para las jóvenes buenas y formales".
"Es muy amable por su parte", respondió Fallaci. "Y, ya que lo dice, voy a quitarme este estúpido trapo medieval ahora mismo". Fallaci se quitó el velo y salió de la sala sin decir una palabra más.
Emulando a la Fallaci, las iraníes están ahora liderando las protestas contra el régimen.
Poco después de que Teherán admitiera haber derribado un avión de pasajeros ucraniano el pasado día 8, en las afueras de la capital iraní varias mujeres empezaron a arrancar carteles del general Qasem Soleimani, el terrorista asesinado por EEUU. Unas horas antes, los ayatolás habían ordenado atacar la base iraquí de Ain al Asad, que alberga tropas estadounidenses. Previamente se había difundido en las redes sociales una imagen de una árbitro iraní, Shohreh Bayat, que supervisaba sin pañoleta una partida del Mundial Femenino de Ajedrez. "La gente debería tener el derecho a elegir cómo vestir, no se le debería obligar a nada", declaró, desafiando el estricto código de vestimenta islámico para las mujeres.
"¿Debería empezar diciendo hola, adiós o expresando mis condolencias? Hola, oprimido pueblo de Irán; adiós, noble pueblo de Irán; mis condolencias a vosotros, el pueblo, que siempre está de luto", escribió la taekwondista iraní Kimia Alizadeh, medalla de bronce en las Olimpiadas de Río 2016, tras instalarse en Europa. También ella protestó contra el "velo obligatorio".
El pasado día 13, tres presentadoras abandonaron la Cadena de la República Islámica de Irán. "Perdonadme por los 13 años en que os conté mentiras", se disculpó Gelare Yabari en Instagram, después de que las autoridades hubiesen negado durante días que un avión de pasajeros ucraniano había sido derribado por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, matando a sus 176 ocupantes.
Estas iraníes autoexiliadas se asemejan a los disidentes del otro lado del Telón de Acero soviético que acabaron encontrando refugio en Occidente. Su papel en la derrota de la URSS fue fundamental: abrieron los ojos a la opinión pública occidental sobre la realidad de sus países.
Las mujeres iraníes que están desafiando abiertamente a los mulás le recuerdan a uno la época anterior a la revolución islámica de 1979, cuando el velo no era obligatorio. Las imágenes de esa época muestran a mujeres sin velo. De la noche a la mañana, pasaron "de la minifalda al hiyab".
"Siento decir que se impuso el chador a las mujeres", afirmó Zahra Eshragui, nieta del ayatolá Jomeini. "Se impuso en los edificios del Gobierno, en el colegio de mi hija. Se trataba de una prenda tradicional pero se convirtió en un símbolo de la revolución".
La última emperatriz de Irán, Farah Diba, señaló: "En nuestra época, las mujeres estaban presentes en toda clase de ámbitos. En un determinado momento, el número de universitarias fue superior al de universitarios"; en cambio, "ahora se las maltrata y se les falta el respeto, les han arrebatado sus derechos, y sin embargo son increíblemente valientes".
En una fotografía de 1979 se puede ver cómo las mujeres tomaron las calles para protestar por el velo. "Se tomó el 8 de marzo, al día siguiente de que entrara en vigor la ley sobre el hiyab, que decretaba que en Irán las mujeres tenían que llevar pañuelo cuando salieran de casa", dijo el autor, el fotógrafo Hengameh Golestán. "En Teherán, muchas personas se declararon en huelga y salieron a las calles. Fue una manifestación inmensa, con mujeres... y hombres... Estábamos luchando por la libertad". Desde entonces, las mujeres no han salido descubiertas.
En aquel entonces, 100.000 mujeres protestaron contra el gobierno islamista. Hoy, iraníes de gran valer encabezan la revuelta contra el régimen de los ayatolás. Saben cuál es el precio: muchas de las que han participado en las protestas han sido violadas y torturadas en prisión. Los mulás saben que tienen sometidas a vigilancia a 40 millones de mujeres, y que si éstas, como grupo, se rebelaran contra la sharia, la Revolución Islámica saltaría por los aires. El temor podría explicar en parte que el régimen esté recurriendo a Occidente como chivo expiatorio.
El guía supremo Jamenei dio un discurso sobre el velo y acusó a los "enemigos" de Irán de intentar "engañar a un montón de chicas para que se quiten el hiyab en la calle". En 2009, el símbolo de las protestas fue la joven Neda Aga-Soltán, asesinada por el régimen. El caso de Sakineh Mohamedi Ashtiani, condenada a muerte por lapidación por supuesto adulterio, provocó manifestaciones en Francia, que probablemente influyeran en su posterior puesta en libertad. Hace dos años, Vida Movahedi se convirtió en un símbolo después de que ondeara en la calle una pañoleta blanca.
Los libros sobre la disidencia iraní, como Persépolis y Leer 'Lolita' en Teherán, han sido escritos por mujeres. Las mujeres están luchando contra los ayatolás. Entre las 1.500 personas que ha matado el régimen en la reciente ola represiva –tal y como han informado a Reuters funcionarios del Ministerio del Interior iraní– había unas 400 mujeres.
Según la novelista franco-iraní Chahla Chafiq,
sus actos nos desafían a todos, sobre todo, por lo que revelan del orden infernal que establece la República Islámica, al sacralizar la discriminación y la violencia contra las mujeres en nombre de Dios (...) La demonización del cuerpo de la mujer como lugar del pecado, simbolizada por la obligación de llevar el velo, implica una serie de prohibiciones que alteran la vida de las mujeres, sometidas a una humillación y un sufrimiento constantes.
La abogada especializada en cuestiones de derechos humanos Nasrín Sotudeh, que ha representado a mujeres protestatarias contra el velo, fue sentenciada en marzo de 2019 a 38 años y medio de prisión, de los que debe cumplir 12. Las activistas Yasamán Aryani, Monireh Arabshahi (madre de la anterior) y Moygan Keshavarz fueron detenidas tras publicar un vídeo donde aparecían sin pañoletas y repartiendo flores a los pasajeros del metro. Las tres fueron acusadas de "no respetar la obligación de llevar el hiyab" y condenadas a un total de 55 años. Shaparak Shayarizadeh, teheraní de 43 años, fue condenada a dos años por quitarse el velo. Azam Yangravi, que sostuvo su pañoleta en el aire y la ondeó sobre su cabeza en una concurrida calle de Teherán, dijo que lo hizo por su hija de 18 años. "Me estaba diciendo a mí misma: 'Viana no debería crecer en este país en las mismas condiciones en que creciste tú", declaró.
Los mulás parecen estar dispuestos a hacer todo lo que esté en su mano para acabar con este movimiento femenino. Han condenado a 10 años a mujeres que compartieron vídeos quitándose el velo, y creado 2.000 nuevas unidades de policía moral. El régimen está además produciendo vídeos propagandísticos sobre el hiyab. Una muchacha que había intentado entrar en un estadio de fútbol de Teherán disfrazada de hombre se prendió fuego después de ser sometida a juicio. Las iraníes tienen "la tasa más alta de suicidios entre las mujeres y niñas de Oriente Medio". En Irán, el 70% de los suicidas son mujeres, que tienen tanto que perder allí.
Sin embargo, el velo no es su único problema. Hay muchas actividades de riesgo para las iraníes: bailar, cantar, tocar música, dar la mano a los hombres... Antes de 1979, las iraníes tenían libertad. Y la quieren recuperar.
"La llama del feminismo está viva en Irán", ha referido Foreign Policy. Pero si las feministas iraníes que se niegan a llevar el hiyab son valientes, sus homólogas occidentales, que llevan sombreros rosas, las han abandonado miserablemente. Federica Mogherini, la anterior responsable de la política exterior de la UE, que se puso el chador en sus visitas oficiales a Irán y se hizo selfies con diputados iraníes, no ha dicho ni una palabra sobre estas extraordinarias mujeres.
Masih Alineyad, que ayudó a diseminar la campaña de sus compatriotas contra el uso obligatorio de las pañoletas, se ha dirigido a las políticas occidentales que se cubren cuando visitan Irán en estos términos: "Permitidme ser clara con vosotras: decir que una ley discriminatoria es parte de nuestra cultura es insultar a una nación". El régimen de Teherán detuvo inmediatamente a sus familiares.
A la aprobación de una reciente ley en Brunei que castiga con muerte por lapidación las relaciones sexuales entre hombres el adulterio le siguieron protestas internacionales. Irán hace lo mismo, matar homosexuales y ahorcar a las mujeres adúlteras: ¿por qué esta barbarie iraní se condona tan fácilmente en Occidente?
La revolución de 1979 creó el primer Estado moderno basado en los principios islámicos. Los ayatolás demostraron que la gobernanza basada en la sharia era posible. El centro de su sistema fue el sometimiento de la mujer.
Hace treinta años, el Muro de Berlín fue derribado por ciudadanos del común que demandaban libertad de movimientos. Hoy, el muro del régimen iraní podrían derribarlo estas mujeres del común que exigen poder vestirse como quieran. Por lo pronto, se están negando con valentía a pisar las banderas de Israel y EEUU, mientras disfrutan de llevar el cabello al viento otra vez...